
Muchas veces, conversando con chavales jóvenes, de la ESO, tirándoles de la lengua he escuchado decir:
¡No te engañes Manuel, son los que se llevan todas las tías (en plural) y la envidia de los colegas!
El género (las relaciones de
desigualdad entre los sexos, o las actitudes machistas) está presente en todos los campos o
problemáticas de la salud, ya sea en la generación de la enfermedad, el
desarrollo de la misma o la necesidad de cuidados. Estamos hablando de una
antropología del cuerpo con perspectiva de género donde ponemos el foco en la
construcción de la identidad masculina. El género tiene efectos en el cuerpo y
en la salud de los hombres.
La perspectiva de género como
categoría de análisis, nos regala las diferencias en los procesos de salud-enfermedad
de mujeres y hombres. Por eso los
programas educativos y de promoción de la salud que queramos poner en marcha deben tenerlo en
cuenta necesariamente para hacer una prevención específica en chicos y en chicas, para que sirvan (¡No barramos debajo de la alfombra!)

Los
hombres sensibles, que demuestran altas competencias hacia la ternura, políticamente realizan un acto de insurrección, y automáticamente quedan relegados
a una masculinidad subordinada.


El hombre enfermo tampoco es un
hombre de verdad porque es débil y necesita ayuda y cuidados. Los cuidados del "hombre de verdad" tiene que quedar claro que son privilegios. El término “Hombre
enfermo” (para ese macho alfa) se vuelve un oxímoron porque hay una parte que
se contrapone con la otra. Una vez que enferma se devalúa como hombre. Cuando
enferma queda atrás la época en la que se sentía quizás autosuficiente, invencible, podía
con todo como pasarse las noches en blanco, beber cerveza sin emborracharse, o
poner el cuerpo a tope. Todos son elementos socioculturales que afectan
directamente a la salud. Lo específico de este blog es hablar de esto.


Otro ejemplo en el que se
concreta “cómo se aprende a ser hombre” es en la práctica deportiva, muy
relacionado con la salud.
El deporte en sí mismo durante décadas contribuyó a
recalcar la superioridad social de los hombres, de la misma manera que resultó
fácil demostrar una superioridad de
fuerza física.
Los valores reforzados en
el deporte desde siempre han sido los que se asociaban a valores masculinos
como la fuerza física, la competitividad, la agresividad, el protagonismo o el
liderazgo ¿Hasta qué punto esto está en cuestión y ya está superado en parte?

Pues bien, esta conquista femenina (otra más) es una de las mejores cosas que nos puede pasar a
los hombres.
Se logran dos efectos. Se avanza un paso más respecto a cerrar una brecha de las desigualdades de género, y por el otro lado nos pone más fácil el soltar los
lastres de la masculinidad tóxica de los que cada vez más hombres queremos desprendernos. Así nos acercamos a una posición mayor de igualdad, y a la vez de respeto a la diversidad, donde mujeres y hombres nos vamos librando de los estereotipos de género.
Me ha resultado simpático encontrarme por primera vez que un partido de fútbol femenino sea la "apuesta principal del día". Llevo años observando ese cartel y es la primera vez que aparece. Ver la foto.
El deporte para mi tiene más sentido
cuando es saludable. El ejercicio físico es una forma de autocuidarse. Es
necesario aprender a cuidarnos para poder cuidar
y ayudar a las demás personas , a otros cuerpos que tenemos cerca:
mayores, menores, amigos/as , parejas… Todo esto es otro constructo aprendido y puede cambiar, se puede aprender uno nuevo.
Otro aspecto del que hemos
hablado a menudo es la relación de la masculinidad y los factores de riesgo. Está
demostrado el mayor nivel de siniestrabilidad vial de varones jóvenes.
Viendo algunos anuncios de la publicidad sexista, nos damos cuenta de todo el catálogo de la pedagogía patriarcal hacia los hombres. El automóvil como arma de poder y dominación ¿Habíais pensado alguna vez la razón por la cual a muchos hombres les gusta conducir y no confían cuando lo hace su pareja? Coches caros y de motores potentes como indicador de masculinidad junto a la cosificación de las mujeres. Y por si no fuera suficiente queda escrito un mensaje muy claro para ellas: ¿desde cuándo a alguien le importa si eres bella por dentro? (Ver la foto).
La conducta al volante tiene
mucha relación con la salud o la integridad corporal y el patrón cultural de masculinidad. El que los chicos jóvenes
se maten en carretera e involucren a otros muchos automóviles (matan mucho más que mueren) es algo que se
naturaliza, se normaliza, para no tener
que prevenir con perspectiva de masculinidades. (Es tabú).
Resulta curioso pero la brecha de
género de la accidentabilidad se cierra con los años. Un hombre mayor se comporta
casi parecidamente a una mujer mayor. Parece que la variable edad, es más
fuerte que la de género. Pensemos que muchos hombres cuando son padres
“sientan la cabeza”, y reconocen que conducen más despacio y se exponen menos. Es otra construcción cultural que se
va asumiendo. Eso está bien pero habría que profundizar en el análisis.
De la misma manera que hemos explicado a menudo en otros ámbitos,
algunas Teorías biologicistas o de la sociobiología más simple, se despachan fácilmente en esta
cuestión echándole la culpa a la testosterona, esa "hormona relacionada con la
agresividad "que tenemos los hombres en mayor cantidad que las mujeres, y está más elevada aún cuando somos jóvenes. Ese determinismo hormonal es muy amargo y falso. Creer así nos
llevaría a afirmar que los jóvenes "cuando son muy machos, inevitablemente son violentos, se meten en peleas, tienden a violar a mujeres en grupo
o tienen inevitablemente más accidentes en carretera, justificados o legitimados por culpa de "una hormona" . PERO
NO. El clásico eje Biología/Cultura. La biología puede condicionar en cierto
grado pero nunca determina. Creer así echaría por tierra el valor de la educación y nos
dejaría sin esperanza ante el cambio social.
Para que quede más claro: el
comportamiento agresivo y temerario está más relacionado con esos valores
culturales que definen ser hombres de una manera determinada.
Apoyamos un estudio de la masculinidad
basado en el análisis sociocultural y menos en las características biológicas (físicas o antropométricas) del cuerpo de los hombres. La agresividad en la carretera es debida al sistema
de creencias de su autoconcepto concreto, su identidad masculina, quién se cree que es y
lo que piensa que se espera de él. La masculinidad hegemónica fomenta eso.
El
lenguaje popular ya sabe diagnosticar o reconocer el estilo de masculinidad que es más “machirulo”,
“macarra”, “capullo”, “chulito”, “machito”…
Todo se aprende y todo se
refuerza o entrena cada día. A ser machista también se aprende y lleva mucho
esfuerzo, el cual es forjado día a día.
La identidad masculina necesita continuas demostraciones de
virilidad, constantes alardes (infinitos), pequeñas o grandes demostraciones, y necesitan la aprobación de otros hombres (la cuadrilla). En cada caso se
muestra el poder y la capacidad de dominación a otros hombres más flojos,
maricas, y mujeres… (en ese orden de jerarquía).
Corriendo riesgos, muchos hombres
muestran su virilidad, su valentía. Reciben la admiración de los demás. Piensan
que las mujeres los van a elegir por eso ¿Quedó claro?
El carácter arriesgado de estas conductas
es precisamente lo que las hace irresistiblemente atractivas.
Forma parte de la
propia cultura machista. En definitivas cuentas, la OMS ha
dicho muchas veces que “la masculinidad tradicional puede ser muy dañina para
la salud”.
Por eso es tan importante ajustar las estrategias educativas y de
promoción de la salud. Insistir únicamente en los peligros y no en el cambio de modelo de masculinidad, es decir, seguir insistiendo en las enfermedades de transmisión
sexual (ETS), cuando se implementan políticas de educación afectivo-sexual, o recalcar
los riesgos y sus efectos al analizar la conducción de coches o motos, deportes
extremos, etc podría ocurrir que lo pusiéramos peor, que se lo hiciéramos más
atractivo sin querer. Eso ocurre porque seguimos sin incorporar perspectiva de género y
masculinidades ¿Me expliqué? ¡Decidme que sí, por favor!
Desde este blog siempre hemos
defendido el reconocimiento de unas masculinidades plurales, unas
masculinidades igualitarias o feministas, que reclaman la ternura y los cuidados como "herramienta poderosa". La educación, la prevención, la
promoción de la salud incorporando todo esto, creemos que completa, enriquece
los diagnósticos y los tratamientos con las categorías de análisis que han
faltado siempre porque al sistema le ha interesado.