¿QUIÉN SOY?




Este es el blog de MANUEL BUENDÍA BERCEDO. Pretendo mostrar una propuesta profesional y particular acerca de la Igualdad de Género y las Masculinidades. Veremos algunas respuestas a la pregunta anterior pero sobre todo, haremos muchas más preguntas para invitar o implicar a otros hombres en la Igualdad.



sábado, 29 de junio de 2019

¡Urgente, urgente! Un aviso a los hombres: todas las personas nacemos y morimos dependientes

El feminismo ha acuñado y colocado en el centro del discurso, diversas categorías de análisis que estaban invisibilizadas y que actualmente son conceptos cotidianos ,como por ejemplo, "la división sexual del trabajo", "la violencia de género", "la corresponsabilidad", "la feminización de la pobreza", "la gestión social del cuidado", o "el varón proveedor". El objetivo de este blog es mostrar los estilos de masculinidad (igualitarios) y la implicación de los varones en la Igualdad y el feminismo.

Es muy interesante intentar  adelantarnos en los análisis a los conflictos nuevos a medida que avanzamos en mayores niveles de Igualdad. Cuando abrimos la lupa para conocer en detalle o profundidad los procesos, vemos que se ha avanzado mucho en términos generales, pero enseguida nos damos cuenta de que tal vez no es para tanto, según lo exigente que uno sea o las expectativas que se hayan puesto.

Hay dos procesos clave. Uno es la conquista de las mujeres al espacio público por medio del acceso al trabajo remunerado, en todas y cada una de las profesiones. Es considerada por muchas la mayor revolución del siglo XX.

El otro proceso es lo que numerosas autoras llaman la huelga de la natalidad que en cierta forma ha supuesto liberarse de la consigna identitaria patriarcal de la maternidad obligatoriacon toda la presión social que ello supone. No es el momento de analizarlo pero la corresponsabilidad integral de los hombres será un ingrediente necesario.  

En ambos casos, son las mujeres los sujetos-políticos de la acción y han supuesto un auténtico cambio en muchos aspectos. Los hombres hemos de estar atentos e interesados, acompañar sin torpezas, y adaptarnos a modelos no androcéntricos ni machistas, es decir, asumir escenarios justos e igualitarios. También nos va la vida en ello. Las feministas radicales nos enseñaron que lo personal es político.

De manera muy sencilla, la división sexual del trabajo (clásica y tradicional) consiste en separar a las personas según el sexo biológico y repartirles roles y tareas diferentes. A los hombres les adjudica la esfera pública y el poder, el empleo remunerado. De esta forma el dinero se convierte automáticamente en indicador de la masculinidad. Es la función productiva. Y según este esquema a las mujeres por su propia naturaleza les corresponde lo privado o doméstico, como es parir, cuidar a los hijos, dar de comer, es decir, la función reproductiva, y atender a las personas mayores o tener la casa limpia y ordenada. Esto era así.

Ana de Miguel nos advierte que no es un asunto baladí, puesto que está en juego tanto el modelo social como la sostenibilidad humana en nuestras sociedades.

Como nos dice Laura Nuño, a su vez, en su libro El mito del varón sustentador, todas y todos nacemos y morimos dependientes. Toda persona necesita de una atención especial al principio y final de su vida. Esta idea es fundamental, sabida por todo el mundo pero parece que se omite. Es mi trabajo específico el resaltarlo, y ayudar a que los hombres se enteren, lo asuman y actúen en consecuencia. 

Como hemos dicho a menudo en este blog la muerte es paritaria, puesto que tarde o temprano nos llega a todas las personas. La necesidad de cuidado también lo es, pero ¿qué sucede con la implicación de los varones (por igual) a la educación y cuidados de los menores, de una manera  integral y equitativa, o los cuidados a las personas mayores, dependientes por enfermedad o personas en situación de discapacidad (PeSD)? No vale ya con una simple ayuda, aspiramos a una corresponsabilidad total.

Antiguamente había una mano invisible en la economía que resolvía gratuitamente la gestión social del cuidado. Era una mano femenina de madres, mujeres solteras y abuelas o viudas.

Otro factor igualitario es el tiempo. Somos tiempo inestable que no lo podemos estirar. Pero en el ejercicio del poder, también en las relaciones de género, al apropiarnos del tiempo de los demás, podemos tener la sensación de que nuestro tiempo se estira, pero tenemos que saber que eso es hacer trampas y muy injusto.

La revolución de las mujeres antes nombrada ha sido incompleta. La división sexual del trabajo ha sido rota en lo público pero no en lo privado. Nos falta la conquista de los hombres en lo emocional, lo sexual, lo doméstico o lo privado.

Se establecieron las dobles jornadas únicamente para las mujeres. Para Carole Pateman, el contrato social del ciudadano ilustrado, liberal, androcéntrico, ocultó un contrato sexual implícito que dejó subordinadas a las mujeres, y poco valorado lo que ellas hacían. Los Estados modernos consagraron la separación de lo público y lo privado. Actualmente, estamos pretendiendo el conciliar ambos aspectos con diferente éxito . Ese contrato sexual permitió la  consolidación del Derecho Civil Patriarcal y la legitimación de las desigualdades entre hombres y mujeres. 

Quedó oculto un pactum subjectionis donde se estableció un intercambio (¿libre?) de obediencia por protección entre mujeres y hombres. Ese modelo de madre-esposa en el siglo XIX se convirtió en el ideal burgués de familia que duró muchas décadas con sus altibajos. Nuño nos advierte de un dato curioso: a mediados del siglo XIX (1877) la tasa de actividad femenina en talleres, fábricas, etc alcanzó en España el 17,2%. Posteriormente, hubo una retirada de las mujeres del ámbito público, gradual, hasta que en 1940 era menos de la mitad (8,3%). Los años 40-50 del pasado siglo en EEUU, o el nacional-catolicismo del régimen franquista en España dibujaron claramente el modelo de sociedad que se buscaba. A partir de ahí, han ido creciendo dichas tasas hasta la actualidad, pero, ¡atención! Parece mentira que al comienzo del siglo XXI, (solo hace un par de décadas), seguía la cifra cerca del 40%. Hoy es mucho mayor (54%), pero muy lejos de estar cerrada la brecha con los hombres.

Hoy todo está cambiando, los roles de género, los modelos familiares, etc pero estamos a mitad de camino. Algunos datos como la demanda voluntaria de jornadas a tiempo parcial, o sobre las personas que explicitan no buscar empleo, siguen estando muy feminizados. Los casos de violencia sexual y acosos, individual o en grupo, revelan que el espacio público sigue siendo inseguro para las mujeres. Los hombres tenemos que comprenderlo en estos términos y calibrarlo sin resistencias. Hemos de conocer los privilegios patriarcales que aún disfrutamos sin demostrar consciencia de ellos.

Hay otros dos procesos clave donde las mujeres son sujetos de acción: por un lado, el acceso a la educación, donde las mujeres han llenado la universidad con las mejores notas, hecho que tiene mucha relación con el empleo, y por otro lado, la irrupción en la política y el poder que comenzó con el sufragio femenino.

Emilia Pardo Bazán, en 1892 en su libro la cuestión femenina en España, hace una crítica acerca de las desigualdades, donde nos dice que no puede llamarse en rigor, a la educación de la mujer, como una auténtica educación sino dogma, ya que con ella se asegura una obediencia, pasividad y sumisión de las mujeres.

Los hombres también tenemos mucho que decir y acompañar en estos procesos aunque no seamos los protagonistas. Conocemos en nuestro entorno, por ejemplo,  a mujeres que aún se culpabilizan por dejar a sus hijos e hijas en manos de terceras personas, como si fueran unas malas madres. Con responsabilidad y eficacia de todas las partes desaparecerán las culpas y los temores. Tenemos aún, en general, los hombres que ponernos las pilas individualmente, pero cuando se instauren (políticamente) los permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles (la PPIINA), más pronto que tarde, demostraremos que también se puede aprender todo tipo de tareas y que somos capaces. Eso sí, no hay excusa, en los observatorios o estadísticas de los usos del tiempo tendremos que confirmar las cifras y cerrar las brechas de género.

Hace ya muchos años Mª Ángeles Durán, analizó las fronteras entre el trabajo y el empleo, y estudió el trabajo no remunerado en la economía global. Según ella la frontera entre el trabajo y el empleo no es una cuestión lingüística sino, sobre todo, una cuestión política. Nos explicó que el trabajo no remunerado también es trabajo.


Quedó lejos la división sexual del trabajo pura y rígida, pero quedan numerosas rémoras que dificultan los avances. Nuño nos expresa que "ya es un mito el hombre proveedor y la mujer mantenida". Pero hemos dicho que debemos adelantarnos a los nuevos conflictos, como por ejemplo,  todas las especificidades que acontecen cuando es el varón el que está desempleado, es decir, la crisis del hombre proveedor. Hay divorcios actuales donde aún entran en escena estigmas como el de hombre mantenido. Resulta muy difícil encontrar hombres que en su conversación cotidiana digan que "se apañan sin problemas con el sueldo de su mujer", algo que sí ocurre al revés. En conclusión, arrastramos estereotipos viejos y a la vez hemos creado otros nuevos sin desarrollar el debate.

Hemos sido socializados desde niños a ser burros de carga y responsables de traer el pan a casa, por lo que el sistema patriarcal castiga duramente a quién fracasa en este cometido. Hemos fundamentado los hombres la identidad en el homo laborens casi en exclusiva, por lo que resulta normal que para aquel que pierde su empleo le puede suponer una pérdida de la autoestima o una depresión difícil de superar (con aspectos o matices diferentes a los que les ocurre a ellas, por todo lo que venimos diciendo).

A muchas mujeres les sucede esa depresión o decepción cuando tienen la noticia de que no pueden ser madres, y dicen sentirse incompletas.

El lenguaje es perverso cuando tienen que someterse a una operación ginecológica y les dicen que les vacían, o hacen un vaciado como si no les quedara nada dentro del cuerpo después de la operación (son solo unos pocos gramos de peso), o como si su identidad principal fuera la de ser madre.


Por otra parte, aquellos hombres con otros ideales, artistas, poco pragmáticos,  aquellos que no tienen talento a la hora de “conseguir dinero”, trabajadores precarios, simplemente los que no tienen suerte en el mundo laboral, o cometieron un error, es decir, los perdedores o fracasados como hombres proveedores, a parte de "vagos" suponen una provocación al sistema, unos traidores, son "medio hombres" y se les castiga de muchas maneras, por eso deben tener su merecido.  Por el contrario, el hombre con estatus, que desempeña una profesión con prestigio, o el hombre rico, siguen resultando atractivos y seductores para el sistema. Cuando el desempleo o la pobreza le acontecen a una mujer, no es casualidad que la prostitución o el hecho de buscarse un marido con ingresos siga actuando como atractor patriarcal. Es lamentable, pero estamos lejos de nuestro objetivo de Igualdad. La sexualización de las niñas, o la objetualización de las mujeres continúa siendo algo frecuente en la sociedad, son otras resistencias machistas, como todo lo anterior, que nos hacen ver (con la lupa grande) que la división sexual del trabajo se resiste a desaparecer.

¿Qué sucederá en un futuro? ¿Cómo se comportarán en la práctica las parejas donde son ellas quienes ganan más? Estamos muy cerca de que crezcan exponencialmente ¿Qué novedades habrá en el comportamiento de las millones de mujeres empoderadas que ya existen, con independencia económica, a la hora de buscar pareja? ¿La encontrarán fácilmente?

El dato de “activos desanimados” en la búsqueda de empleo en función de la edad es paritario entre los 16 y los 21 años. Lo intuimos u observamos. La brecha de los activos desanimados en los menores de 30 años, es 44 hombres/56 mujeres ¡Caramba, ya se separa algo! Y en las personas mayores de 55 años es de 20 hombres/80 mujeres, muy cercano a la división sexual del trabajo tradicional ¡Curioso y lógico!

¿Se mantendrán igualitarias las cifras de los jóvenes a medida que crezcan, o los sesgos sobre la maternidad, la brecha salarial, las resistencias antes señaladas lo torcerán hacia las andadas? ¿Los cambios en la gente joven están para quedarse?

Y lo que es más curioso, Nuño nos adelanta algo que ya intuimos también, cuando se analiza a las personas trabajadoras en función de los estudios y la edad. La actualidad ya refleja que en los más jóvenes con estudios universitarios ya se ha dado la vuelta, son 44 hombres/ 56 mujeres ¿Somos conscientes de las repercusiones que va a tener todo esto? A mi el dato personalmente me gusta pero me refuerza en la idea de que no tenemos lo hombres más tiempo que perder para ponernos las pilas.

¿Eres hombre y sientes una especial vergüenza por no ingresar "suficiente"? ¿Te sientes amenazado por el éxito o triunfo de tu pareja, te sientes inferior o no valorado? ¡Piénsalo! ¿Te avergüenza o deprime tenerte que hacer cargo de las tareas domésticas o de cuidados cuando pierdes el empleo? ¿Piensas en esas tareas cuando sí lo tienes?

¿Crees que el dinero que ganas, o el que no ganas, es lo que te da el respeto, el poder, la influencia, el control, o es no tenerlo quien te lo quita? ¿Temes el qué dirán? ¿Piensas que defraudas por no cumplir con las expectativas o lo que se espera de ti? ¿Todo esto te saca de quicio, saca tu rabia o agresividad? ¿Haces gastos superfluos precisamente cuando menos oportuno es?

Las mujeres muchas veces también han sido socializadas en el machismo y la división sexual del trabajo, por lo que si eres mujer, ¿te has avergonzado, o has sentido vergüenza porque tu pareja-hombre no sea "el hombre proveedor" que esperabas? ¿Piensas que tu pareja no "le echa huevos" para enfrentarse con su jefe, o no es suficientemente proactivo?

¿Crees o piensas que tu pareja, cuando te cede parte de la responsabilidad laboral o financiera, lo interpretas negativamente (por flojo o vago), porque él es el que debe trabajar y ganar más, o debe pagar en los restaurantes "como todo un caballero"?



 Cuando ganas más que tu pareja hombre, ¿te avergüenzas de ello y disimulas para que él no se sienta mal? Yo todavía no conozco ningún caso, pero ¿cambias tu conducta y te sientes superior a él? Las relaciones de género también son relaciones de poder, las relaciones afectivas y amorosas son muy complejas. Pensemos en numerosas situaciones nuevas que hemos de aprender a gestionar en un clima de Igualdad efectiva y real.

El enfoque de la Igualdad de género sigue priorizando la igualación de las mujeres en el ámbito público, pero el éxito real solo vendrá si igualamos a los hombres en el invisible trabajo doméstico. Hemos de revisarlo todo.

Los pocos hombres que eligen trabajos a tiempo parcial para dedicarlo a los cuidados, o aquellos pocos que piden excedencias, o se dedican al cuidado de mayores o dependientes, esos muy pocos hombres que hoy existen, son castigados como lo fueron siempre las mujeres.


No es algo atractivo para ellos. Mientras no se abran de verdad los debates, los hombres ni siquiera se van a interesar en leer este blog. Y llegamos muy tarde. Tal vez hagan falta medidas de acción positiva que fomenten la incorporación de los hombres a la gestión del cuidado.

Mientras se siga pensando que la conciliación es un asunto de las mujeres, lo seguirá siendo. Sigue existiendo la rémora de que todos estos problemas u obstáculos es el resultado del "capricho" de haber querido las mujeres tener empleo (todo entre comillas).

Cuando los cuidados se externalizan, recae en manos de otras mujeres (a menudo migrantes). Otro gran futuro problema ocurrirá cuando las siguientes generaciones de mujeres trabajadoras se vayan jubilando, porque muy seguramente no estarán dispuestas, ¡con razón!, a ejercer a tiempo completo de abuelas cuidadoras, sobre todo porque gozarán de una movilidad y una actitud vital máxima, mucha salud y ganas de vivir. No podremos pedirles sacrificios como a las generaciones anteriores. Los hombres tenemos que espabilar. 

La sociedad se está envejeciendo, y en unos pocos años las demandas de cuidados van a multiplicarse exponencialmente. La huelga de cuidados del 8 de marzo de los últimos dos años nos anuncia que es un asunto clave. Está en juego "lo que queda" del Estado del Bienestar. Ante la demanda que viene, si queremos mantener la cohesión social hemos de implicarnos los hombres completamente ¿Ha quedado suficientemente claro?

Cuando las parejas tienen hijos o hijas con discapacidad o enfermedades crónicas todo se complica y las desigualdades de género aparecen o se remarcan.

La flexibilidad de horarios, la regulación del teletrabajo, la no transferibilidad de los permisos, las redes familiares informales (que no sean solo de mujeres), los sistemas de pensiones, los planes de Igualdad, los convenios colectivos, o la acción sindical, todos, han de implementar una aunténtica perspectiva de género y masculinidades.