Recibí el cuaderno de Cristianismo y Justicia escrito por mi
amiga Sonia Herrera. cristianisme i justicia. Se llama “Atrapadas en el limbo, mujeres,
migraciones, y violencia sexual” y trata de la violación de los
derechos humanos de las mujeres migrantes. Me ha gustado mucho. Es un tema muy
serio del que apenas se habla.
Me sirvió para inspirarme y escribir otro episodio de Adrián.
Me puse en contacto con ella y me apeteció mucho enseñárselo antes de publicar.
Buenos días Sonia:
El tema de las mujeres migrantes y las violencias que tienen
que soportar en los desplazamientos, y los pasos de las fronteras me ha
resultado muy interesante. ¿Me dices por favor qué te parece lo que he escrito?
Un día si tu quieres, te invito a la sección de “cenas virtuales del blog” y me
cuentas más en detalle.
NUEVO CAPITULO DEL PLASMODIUM EMPATHEIA- mujeres migrantes
- -¡Venga, hay que darse prisa – dijo el coyote –
como cambien el turno de los Federales Aduanales estamos perdidos!
Esta vez nuestro compañero Adrián
tenía el aspecto de una chica muy asustada que obedecía las órdenes de un
hombre. Para quién no lo conocéis, había sido colonizado por el parásito de la
empatía (el plasmodium empátheia) en un viaje al Congo el año pasado.
Su historia explicada en (El parásito de la empatía le cambió la vida a Adrián). Y el otro brote en (te llenaría de regalos si me dieras tu semen).
Corrían en fila hacia un camión que se encontraba a cinco kilómetros. Eran unas treinta personas, tanto hombres como mujeres. Aprovechó ese momento para mirar en el interior de una faldiquera los papeles donde decía llamarse Lupita.
Su historia explicada en (El parásito de la empatía le cambió la vida a Adrián). Y el otro brote en (te llenaría de regalos si me dieras tu semen).
Corrían en fila hacia un camión que se encontraba a cinco kilómetros. Eran unas treinta personas, tanto hombres como mujeres. Aprovechó ese momento para mirar en el interior de una faldiquera los papeles donde decía llamarse Lupita.
Los coyotes o polleros son los
hombres contratados por las personas migrantes como guías clandestinos para
ayudarles a cruzar la frontera entre México y los Estados Unidos. Les habían
pagado una elevada suma para hacerles las gestiones de pasar al otro lado, y
mientras tanto procurarles cierta protección. Son numerosos los riesgos para
quienes no pagan. Cientos de prendas de ropa interior de mujer dibujan en el suelo y en los matorrales unas sendas de violencia simbólica que van marcando el camino.
Necesitaban cruzar campo a través
el equivalente a una zona vigilada. Subirían posteriormente a un camión y allí
tendrían que estar tumbados y tumbadas en un doble techo de 30 o 40 centímetros
de alto durante toda la noche, más de doce horas. En ese tiempo se viaja, se hace una
cola de vehículos, se representa un simulacro de una inspección federal, el pago a la
policía corrupta y el viaje suficiente hasta alejarse del peligro. Una vez en los
Estados Unidos Lupita y los demás tendrían que buscarse la vida. En los papeles que parecen un
pasaporte pone Lupita, de 23 años, los cuales son suficientes para haber vivido momentos horribles.
Le tocó por la mitad del techo
del camión en función del dinero que había pagado. Tardaron un buen rato en
colocarse. Era claustrofóbico. Recordaba momentos terribles de los preparativos
del viaje y las razones por las que decidió salir del país pero esa noche sería
sin ninguna duda la peor de su vida. Se mezclaban pensamientos de (él) y
pensamientos de una chica joven y asustada cuyo pasaporte ponía Lupita.
Mientras le decía obscenidades,
poco a poco notaba que se iba poniendo más tenso. Ella no se podía mover, los
demás tampoco pero a pesar de estar varias personas con las mismas condiciones
sociales y económicas en ese camión, parecía que solo ella tenía miedo, y solo
por el mero hecho de ser mujer. No se atrevió a decirle nada pero lo miró. El
miedo se tornó en pánico, y empezó a rezar. Tanto Lupita como Adrián
comprendieron que había pagado el mínimo y eso suponía estar entre los hombres.
Las mujeres que pagaron más estaban situadas encima de la cabina con más
oxígeno cerca de un tubo de ventilación, todas juntas.
Pero Lupita no. Se dio la vuelta
cerró los ojos y rezó. Otras veces la virgen de Guadalupe la había salvado de
los peligros, y quizá también esta vez…
Al cabo de unos minutos la mano
del hombre le cerró la boca y con la otra mano le pinchó con una navaja.
-
No te muevas preciosa o te rajo- le dijo de una
manera firme y agresiva-.
Adrián no se lo podía creer. Estaba pasando, era real. Se encontraba en el techo de un camión cruzando hacia los Estados Unidos mientras un hombre tras quitarle la falda y arrancarle la ropa interior la estaba violando analmente. Lupita en sus pensamientos le estaba explicando a Adrián que la culpa era de ella. Había pagado para estar ahí. Había pagado 1000 dólares antes de partir y aún le quedaba otros 600 dólares como resto del pago al llegar a su destino. En cualquier caso no contaba ya con el dinero, tarde o temprano le robarían.
Ella o él, dejó de rezar y
comenzó a llorar sin hacer ruido, resignada. El hombre que hasta ese momento le
había dado la espalda, y durante unas horas había sentido el aliento de Lupita,
se dio la vuelta y reaccionó de la peor manera. Se dio cuenta de la situación
en seguida y se unió a la fiesta.
Un tercer hombre había escuchado todo a treinta centímetros de la escena, tenía
el sueño flojo. Estuvo observando durante un par de minutos, tras lo cual miró
para otro lado quedando enseguida profundamente dormido.
(Si estás leyendo estas líneas y eres hombre, por favor te invito a que hagas el siguiente ejercicio de visualización: te sientas cómodo en la silla sin prisas. Vuelve a leer despacio durante cinco minutos la escena. Ponte en el lugar de Adrián, y desde el momento que subes al camión hasta el final ve sintiendo que eres Lupita. Sabrás que has realizado el ejercicio bien si te resulta incómodo, si te deja mal, si te produce dolor, si necesitas tiempo para reponerte. Consideralo como un regalo que podemos hacernos. Al final imagina que eres el hombre que mira para otro lado y te haces la siguiente pregunta: ¿voy a seguir dormido?
(Si estás leyendo estas líneas y eres hombre, por favor te invito a que hagas el siguiente ejercicio de visualización: te sientas cómodo en la silla sin prisas. Vuelve a leer despacio durante cinco minutos la escena. Ponte en el lugar de Adrián, y desde el momento que subes al camión hasta el final ve sintiendo que eres Lupita. Sabrás que has realizado el ejercicio bien si te resulta incómodo, si te deja mal, si te produce dolor, si necesitas tiempo para reponerte. Consideralo como un regalo que podemos hacernos. Al final imagina que eres el hombre que mira para otro lado y te haces la siguiente pregunta: ¿voy a seguir dormido?
Adrián volvió en sí en medio de
unos contenedores de basura. Estaba manchado de los vómitos que esta vez le
había producido el episodio. Se le agolparon de repente todos los recuerdos. Seguramente
le influyó el cuaderno Cristianisme i Justícia que había leído recientemente, donde explicaba crudamente la situación de
las mujeres migrantes.
O quizá la discusión que tuvo con
un voluntario de la ONG con la que colaboró tras la tragedia de Haití. El
compañero llegó a decirle, con muy poca sensibilidad por cierto, que de todo lo
que había ocurrido en la isla y las consecuencias económicas o sanitarias, los
casos de violaciones a mujeres era lo de menos, algo secundario.
Se repuso, se aseó en un bar
próximo que a veces frecuentaba y tomó el autobús.
-¡Señor!, ¿le ocurre algo- le
preguntó el conductor del autobús.
- No, no es nada, lo siento-
respondió él mintiéndole puesto que se había fijado en su cara. Aquel hombre
que conducía el autobús municipal era el mismo tipo que en el tejado del
camión, había mirado para otro lado. Quiso preguntarle por qué no había intervenido en
una violación, por qué no le había ayudado, pero seguramente pensaría que
estaba loco.
Se sentó en una plaza que miraba
a la ventana. Y la chica que estaba a su lado le dijo:
-
-¿Se encuentra bien Señor? tiene mala cara-
Se cruzaron la mirada y era
Lupita. Parece increíble pero es así. Se
reconocieron. A ella se le enmudecieron los ojos como si hubiera revivido de
nuevo aquel terrible viaje. Permanecieron en silencio el resto del tiempo. Ahora
sí que no entendía nada.
Cuando la joven se levantó para
bajarse, volvió a mirar a Adrián, le sonrió y le dio las gracias.
¿Qué nos pasa a los hombres? Tenemos una socialización de género en
relación a la sexualidad totalmente orientada a la urgencia depredadora. ¿Pero
esta sexualidad narcisista y falsa,
basada en relaciones de poder a quién le beneficia? ¿Qué tipo de educación sexual
recibimos los hombres?
A nivel mundial, el número de
migrantes internacionales alcanzó los 191 millones de personas en el 2005.
Aunque pensamos que son hombres quienes se trasladan, ya son mujeres casi la
mitad de los que lo hacen. Y son más de la mitad en los países desarrollados.
Las desigualdades de género y la
violencia de los lugares de origen se multiplican en el tránsito y por su
puesto en el lugar de destino. Es la ley de la selva en su máxima expresión. Las vulnerabilidades y los riesgos son
innumerables: vejaciones, asaltos, abusos verbales, amenazas, extorsión,
campamentos deficientes, enfermedades, jornadas de trabajo interminables,
precarización laboral por no tener papeles, abusos sexuales, violaciones,
muchas veces colectivas, o directamente la muerte, todo el catálogo de la violación
de los DDHH. Si me permitís el palabro aún olvidamos los casos de las humanas …
A menudo quedan atrapadas en un
limbo, sin poder regresar ni seguir el camino, por lo que tienen que
prostituirse para supervivir.
Definimos violencia sexual que
sufren las mujeres en tránsito como todo acto o agresión tanto físico como
simbólica que va dirigido contra la sexualidad, la identidad o el cuerpo de la
mujer migrante y que esta interpreta y se siente como tal. A las situaciones de pobreza extrema, guerras,
desastres naturales o la razón que sea que las obliga a salir de su casa, se
les une todas las violencias por ser mujeres… Hay una cosificación y mercantilización
del cuerpo de las mujeres, como estrategia de supervivencia, como moneda de
cambio. Su cuerpo es el salvoconducto. Se resignan a negociar la protección o los
permisos con hombres de la policía, o
funcionarios de las aduanas A menudo no pueden negociar y son violadas.
Aproximadamente 6 de cada 10
mujeres migrantes sufren algún tipo de agresión. Muchas pasan tanto miedo que
se niegan a hablar por lo cual es muy probable que sean muchas más. En algunos lugares
la vida no vale nada como es en las fronteras o lugares de paso. Tienen muchas
más enfermedades como el VIH, y acaban siendo estigmatizadas.
Son obligadas a mantener
relaciones de riesgo y a menudo tienen asumido que serán violadas por el
camino. Como pueden quedar embarazadas , cada vez más mujeres deciden antes de
partir, inyectarse potentes anticonceptivos como el Depo-Provera que son efectivos
durante tres meses.
No denuncian debido a la extrema
impunidad de los sistemas jurídicos. El sistema ni promueve la denuncia ni las
detenciones o condenas de los agresores.
¿Por qué miramos para otro lado?
¿Por qué esta indolencia estructural? Hay una cultura de la violación que se
asume como peaje en las mujeres migrantes que buscan una vida mejor.
Adrián había escarmentado en
primera persona. Lo tenía muy claro. Hay que romper el silencio e implicar a
todos los hombres. Hacen falta masculinidades positivas con una sexualidad libre y en equidad, sana y nutritiva sin jerarquías de poder. Y
sobre todo visibilizar y cuestionar al sistema, a las estructuras, para que no se
perpetue el horror.
Las víctimas no se resignarán , ni se culpabilizarán cuando desaparezcan los estigmas sociales, y cambien las reglas de este juego trágico.
Las víctimas no se resignarán , ni se culpabilizarán cuando desaparezcan los estigmas sociales, y cambien las reglas de este juego trágico.
(Adrián es el personaje nº 3 del
grupo de hombres)
Hola Manuel:
¡Me encanta Manuel! El texto me parece maravilloso y la idea
de narrar a través de la historia de Adrián me parece estupenda y original. Es
importantísimo que los hombres conozcan esta realidad y se sensibilicen con
ella porque la violencia sexual es una lacra global y la cultura de la
violación está muy presente en nuestra
sociedad. En la educación para una sociedad más igualitaria y justa y en la
construcción de nuevas masculinidades que no cosifiquen los cuerpos de las
mujeres está la clave para luchar contra todo tipo de violencia machista,
también contra las agresiones sexuales. Así que cuenta conmigo para lo que
necesites y por supuesto que encantada de participar cuando gustes en una de
tus cenas virtuales del blog para abordar el tema de la violencia contra las
mujeres migrantes más detalladamente.
Un abrazo.
Sonia
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