¿QUIÉN SOY?




Este es el blog de MANUEL BUENDÍA BERCEDO. Pretendo mostrar una propuesta profesional y particular acerca de la Igualdad de Género y las Masculinidades. Veremos algunas respuestas a la pregunta anterior pero sobre todo, haremos muchas más preguntas para invitar o implicar a otros hombres en la Igualdad.



jueves, 24 de diciembre de 2015

¡Feliz Navidad! La paradoja de los usos del dinero dentro de la familia con dimensión de género

LOS USOS DEL DINERO DENTRO DE LA FAMILIA, CON DIMENSIÓN DE GÉNERO
¿Sabemos cómo son los buenos o los malos tratos económicos en la pareja?
Hay tantas formas de compartir los recursos económicos como diversas son las personas o familias, pero solemos reproducir con frecuencia algunos modelos muy estereotipados que son bastante ineficientes.


El modelo económico actual (o el más habitual en un sentido amplio) es ineficiente porque despilfarra el potencial productivo de las mujeres. Muchas tienen una educación (formal, curricular...) muy superior a la situación en la que se encuentran en el sistema.

Pero además...

El modelo actual despilfarra el potencial cuidador de los hombres. Necesitamos un modelo que optimice la conciliación de la vida personal, familiar y laboral de hombres y de mujeres.
Durante muchos años he trabajado en la gestión de patrimonios y la compraventa de inmuebles, y he podido comprobar, observar y referenciar mucha casuística en este especial trabajo de campo con diversas desigualdades de género. He observado conductas machistas en diferente grado y cualidad , en definitiva, malos tratos económicos.

En la mayoría de los casos eran conductas improvisadas, no visibilizadas, y sin ningún tipo de reflexión (aparente). Con un buen diagnóstico, aparece una relación de dominación o jerarquía.


Somos iguales en el tiempo, tanto hombres como mujeres contamos con 24 horas al  día, pero somos muy diversos en el uso del mismo ¡Somos tiempo!

Para empezar, el uso sexista del lenguaje ya nos orienta hacia un reparto de tareas, con los términos “patrimonio” o “matrimonio”, según se trate de la economía o del vínculo de la alianza familiar. En este momento no voy a referirme a casos muy evidentes de malos tratos económicos, próximos a la violencia, como el control abusivo de los gastos, o la compra de vivienda a espaldas de la pareja para otros usos. (Expresión que oí: ¡conozco varios tíos que tienen un picadero para invertir en el presente y en el futuro!). Si te fijas, es algo reconocible por cualquiera.

Hoy me referiré a un primer acercamiento diagnóstico de desigualdades, que no suelen aparecer en las conversaciones por falta atención o perspectiva.
¿Hemos reflexionado en nuestro caso particular qué es empleo y qué es trabajo? ¿Hemos reflexionado qué es empleo remunerado, aquello por lo que recibimos un dinero y qué tareas hacemos al cabo del día por las que no lo recibimos? ¿Dichas tareas están visibilizadas o reconocidas por la sociedad, por la pareja o por nosotras mismas? (Cada persona se lo ha de preguntar a menudo).

¿Tenemos reflexionado cómo nos influyen los asuntos económicos sobre la opinión que tenemos de nosotros o nosotras mismas? ¿cómo afecta a la autoestima o a las ganas de levantarnos cada día con ilusión?

¿Hemos reflexionado sobre la identidad propia y de la pareja según la cuantía de la nómina o el dinero que poseamos antes de conocernos? ¿Hemos sido conscientes hasta qué punto el dinero influye como indicador de masculinidad y feminidad? (Mi experiencia me dice que mucha gente, sobre todo hombres no entienden esta pregunta).

Supongamos que una familia es una empresa o un gobierno, ¿cómo distribuimos el gasto? ¿Qué políticas presupuestarias aplicamos? ¿Quién manda, dirige, o decide en caso de discrepancia? ¿Sabemos quién cede y por qué y en qué frecuencia?
En nuestro modelo, ¿hay una división sexual del trabajo? Recordamos que es aquel modelo donde el marido tiene como tarea principal el empleo remunerado en el ámbito público y la esposa dependiente está dedicada al cuidado de la casa, la educación y cuidados de hijos e hijas (principalmente).

¿Hasta qué punto la discriminación laboral de las mujeres en las empresas se continua dentro de los hogares o de las camas?
En nuestro modelo, ¿hasta qué punto hay una división sexual de los gastos, donde el hombre se ocupa de la decisión de las inversiones y los gastos importantes y la mujer de los gastos menores del día a día? Son consignas hetero-normativas bastante normalizadas, difíciles incluso de visibilizar.
¿Compartimos y negociamos en equidad las posibilidades y oportunidades de empleo y desempleo, bien sea a  tiempo parcial o no y sus consecuencias económicas, fiscales para el futuro o del reparto del tiempo en el presente?

¿Negociamos en equidad la necesidad de externalizar parte de las tareas domésticas requiriendo de una tercera persona, o no y por qué (profesional o la abuela), o de la pertinencia de guarderías?
¿Nos hacemos chantajes emocionales involucrando a hijos e hijas en estos asuntos que tienen consecuencias económicas, fiscales o del reparto del tiempo? ¿Y después del divorcio?


¿Jugamos limpio al ponernos de acuerdo en los permisos de maternidad y paternidad, o en las excedencias? ¿No serían más justos y auténticamente igualitarios unos permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles? ¿Cedemos o nos resignamos, tras peleas interminables, por el mero hecho de evitar un conflicto?
La Igualdad genera rentabilidad en las empresas, también en las familias y en el equilibrio personal, (los tres ámbitos) pero no acontece sin trabajarlo. Resulta más fácil cuando lo tenemos en cuenta.
Los deseos (compartidos) se convierten en objetivos y estos se traducen en medidas. Las medidas en bienestar.
Los roles de género, los estereotipos y sus desigualdades y discriminaciones, en el comportamiento privado producen repercusiones económicas negativas.
Trabajar por la Igualdad significa procurar un modelo con dos proveedores y con dos cuidadores. La división sexual del trabajo, y la división sexual de los gastos perpetúa y legitimiza las desigualdades. Es un despilfarro.
¿Hemos reflexionado sobre la importancia de la independencia económica para el ejercicio de la libertad?

¿Hemos reflexionado si deseamos realmente convivir con otra persona igualmente libre?

¿Buscamos alternativas si estamos atrapados o atrapadas en una situación no ideal de dependencia? ¿Tenemos pactado con valores de igualdad, la influencia de otras personas dependientes en el núcleo familiar y sus repercusiones económicas o de reparto del tiempo?
 
Hemos de pensar que la perspectiva de género y las masculinidades es una visión holística y auténticamente completa, donde están relacionadas cuestiones tangibles e intangibles, valores, creencias, e intersubjetividades.

TODOS LOS HOMBRES TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE HACERNOS TODAS ESTAS PREGUNTAS Y SABER CÓMO NOS COMPORTAMOS. No hacerlo es un indicador  de tolerancia al sistema machista.

 
Estamos hablando de la conciliación de la vida personal, familiar y laboral de todos los miembros, en todos los ámbitos, atendiendo a todas las repercusiones económicas visibles o tácitas ¿Acaso la etiqueta de ama de casa o la explotación de las abuelas, así mirado, no es economía sumergida? Por lo menos, pongamos encima de la mesa todas las cartas sin trampas, para optar por un modelo más justo, y así habrá una prevención de los malos tratos de todo tipo. Si no atendemos a todo esto, hablar de  la Igualdad serían palabras huecas.
Y por otro lado, NO hablar de todo esto, y por consiguiente seguir sin poner el remedio, genera una terrible ansiedad y estrés. Tal vez no hemos caido en ello y la solución es muy fácil.
Desde un punto de vista demográfico el sistema es insostenible a largo plazo ¿Cómo hacemos la planificación familiar? ¿El modelo coeducativo hacia los hijos e hijas, cuando los hay, tiene en cuenta todo esto?
Dentro del pacto económico de género, (en nuestras conversaciones) ¿qué posición representa conceptos como embarazo, maternidad, paternidad, lactancia, desempleo, incapacidad temporal o permanente, viudedad, jubilación, régimen económico matrimonial, separación, divorcio, testamento, herencia, hipoteca…

Términos como la inflación, tipos de interés, rendimientos, gestión de carteras, amortización, apalancamiento, arbitrajes, avales, usufructo, riesgo de los ahorros y rentabilidad, inversión en bolsa o cualquier otro asunto de la cultura económico-financiera general deberían ser conversaciones habituales sin jerarquías, según las necesidades.
¿Ajustamos y planificamos la declaración de la renta (quienes pueden) con criterios de equidad? ¿Saben o conocen las mujeres la tributación de los productos financieros, o  le dejan a ellos la planificación financiera?

Dicho de otro modo, en el supuesto de que podamos contar con un excedente de ahorro, ¿gestionamos las inversiones, bien sean renta variable, renta fija, fondos de inversión, seguros, con perspectiva de género? (Tengo la experiencia de que la mayoría de las personas ya se habrían perdido en este punto si llegaran a leerlo).
¿Cómo redistribuimos el ejercicio del poder dentro de la pareja en asuntos tan importantes como la planificación de la jubilación con sus planes de pensiones, en la decisión presupuestaria de la compra de viviendas, etc
En mi experiencia he comprobado que la compra de la vivienda habitual es uno de los momentos más importantes, fuente de satisfacciones o estrés, de la vida de las personas. Es un indicador con una fuerza simbólica donde afloran o se proyectan  todo tipo de prejuicios, creencias y valores.
Es de conocimiento general comprobar en casos de divorcios, enfermedades o herencias que pueden aflorar sentimientos tan indeseables como prevenibles.


Hemos sido la mayoría socializados en sociedades patriarcales y machistas, con modelos aparentemente ya trasnochados, pero que sin embargo afloran brutalmente en momentos de crisis o debilidad. (Una de las fuentes de dolor más frecuentes).

Hay que trabajar por un nuevo modelo igualitario. Las diversas formas de familia, con hijos e hijas o no, con identidades sexuales diferentes, han de establecer un Plan de convivencia, adaptado a los plazos que libremente elijan. Han de explicitar claramente la asunción equilibrada de responsabilidades familiares, o la externalización, la planificación familiar,  la organización de los cuidados, o la estructura del gasto, desde un punto de vista de eficiencia económica en un modelo que busque valores como la Igualdad o el bienestar y el sostenimiento de la vida.
Todo se complica mucho más en situaciones especiales donde la pareja trabaja junta, cuando los límites entre vida familiar y laboral son difusos. En empresas familiares, de mayor o menor tamaño, o donde está involucrada la familia extensa.

Para aquellas personas que se encuentran individualmente en un modelo bastante adelantado e igualitario, ¿cómo van gestionando los nuevos conflictos, desajustes y contradicciones? Es posible que necesiten ayuda en un momento determinado.




¡Feliz Navidad! Aprendamos a tratarnos bien (económicamente) y a pedir ayuda. 

 

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