¿QUIÉN SOY?




Este es el blog de MANUEL BUENDÍA BERCEDO. Pretendo mostrar una propuesta profesional y particular acerca de la Igualdad de Género y las Masculinidades. Veremos algunas respuestas a la pregunta anterior pero sobre todo, haremos muchas más preguntas para invitar o implicar a otros hombres en la Igualdad.



lunes, 16 de enero de 2017

Buendioldoras 47-48 Homofobia en el futbol. Haití.

47-  ¡Alucino con lo que se puede escuchar en un partido de futbol!

El domingo pasado pude comprobar que aún falta mucho para que desaparezca por completo la homofobia en este país.

Soy un joven de 19 años y el otro día me invitaron unos compañeros de clase a ver un partido de fútbol de tercera división.

En el equipo local jugó el hermano de mi amigo Antonio.
Casualmente el encuentro lo arbitró Jesús, un joven gaditano que tiene la suerte o la desgracia, no lo tengo muy claro, de ser conocido por su condición homosexual. Es el primer árbitro profesional español que “ha salido del armario. Yo pensaba que España no era tan homófoba, a lo mejor es una cosa particular del fútbol.

Escuché un día que el “deporte rey” es como el tótem de la masculinidad tradicional, casi una religión con todos sus ritos culturales. Acapara cada vez más, los telediarios o las conversaciones de las tertulias en todos los sitios, y sin embargo no se tiene la constancia de jugadores que hayan reconocido ser gais. Por algo será ¡El ámbito del fútbol sigue siendo muy machista, misógino y homófobo!

El caso es que sentí vergüenza ajena y mucha rabia por los constantes comentarios, burlas, y risitas de un grupo de “capullos” que estaban sentados delante. Parecía que el partido era lo que menos les importaba y sólo fueron allí  para meterse con el árbitro.

-          ¡A ver si pitas bien Maricón!, ¡deja de arbitrar y ponte a comer pollas!, ¡Cómo se nota que te gusta que te partan el culo! – eran algunos de los insultos humillantes que alternaron un par de “idiotas”, mientras los demás “les reían las gracias”.


Durante un rato lo pasé muy mal porque no sabía qué hacer, no me atrevía a intervenir. Tenía miedo de que se me complicará el día, o mejor dicho, tenía miedo de que me hicieran algo. Lo consulté con mis amigos y conseguimos entre todos (y algunas mujeres que allí había), que pararan el juego. Conseguimos que expulsaran del campo a los dos energúmenos. Me supo a poco. Habría que hacer mucho más.  Ignoro si pensáis lo mismo que yo pero tengo la sensación de que es incompatible ser machista u homófobo y al mismo tiempo, aspirar a tener una vida sexual sana. Pienso que son incompatibles. Es necesario hoy en día un respeto a la diversidad sexual, en Igualdad y sin violencia.

(Escena novelada con un joven protagonista narrada sobre un caso real, con personajes reales).


48 -¿Quién se acuerda de Haití?

Marisa es una voluntaria de una ONG de ayuda al desarrollo,  (¡qué ironía si lo piensas!) que ha estado destinado en Haití.

Se enteró al llegar, que en Haití  ocurrió la insurrección de esclavos más importante de la historia, y que dio al traste, sin avisar, con la idea tantas veces repetida hasta entonces, de la innata “obediencia de los negros”. La insurrección que agitó Santo Domingo provocó el nacimiento del Haití independiente. Desde dicha insurrección generalizada en 1791,  promovida por  el líder Toussaint Louverture, hasta la proclamación de la independencia en 1804, transcurrieron los pasos del nacimiento de un "Estado negro moderno", algo impensable hasta el siglo XX.

Los políticos y filósofos de la época en general no atacaban ni el racismo, ni el colonialismo, porque la esclavitud era un fabuloso negocio. La hegemonía de los blancos era la “normalidad”. Todos estaban de acuerdo que podía ser una de las colonias más reconocida del mundo occidental y la posesión más valiosa de Francia hasta la fecha. De hecho murieron allí más franceses que en Waterloo.

Marisa había leído que la Revolución haitiana puso a prueba las pretensiones universalistas de las otras grandes revoluciones, la francesa y la estadounidense.  Le parecía mentira leer que en la época en la cual los revolucionarios haitianos se liberaron, sólo el cinco por ciento de la población mundial, calculada en casi 800 millones, era “libre” según los estándares modernos ¡Parece mentira!

 ¡Tenía el suceso aún mucho más valor! Numerosos historiadores nos han enseñado que el periodo entre 1776 y 1843 debe llamarse “la era de las revoluciones”, y sin embargo la ocurrida en Haití apenas aparece en los libros de historia y podríamos pensar que tal vez fuera la más radical  o simbólica de aquella época.

Las sucesivas versiones de las declaraciones de los Derechos Humanos y las Cartas fundacionales de los Estados desde la época de la Ilustración, hasta la actualidad  han ido incorporando sucesivamente a todos los seres humanos, hombres y mujeres, de toda condición y etnia.

-¿Por qué es ahora uno de los países más pobres del mundo- se preguntaba una y otra vez.

Marisa por todo ello, cuando fue destinada allí tras el terremoto del 2010 pudo saber que “había llovido sobre mojado” puesto que previamente a la tragedia estaba todo muy depauperado.

Supo después que más de la mitad del dinero comprometido en los programas de la televisión que hubo “en caliente”, en las siguientes semanas, jamás  llegó a su destino.

Pudo presenciar que tras el terremoto, como en todas las guerras, se multiplicaron varias veces las violaciones a mujeres y niñas. Pudo saber que la prostitución se convirtió aparentemente en la única supervivencia, en ese cruel "don y contradon", para muchas mujeres. Pudo conocer a una joven, casi niña que se prostituía por cuarenta céntimos de euro. Para más crueldad,  tuvo que escuchar en boca de un compañero, que precisamente los “hombres profesionales de la ayuda”, seguramente algunos de sus queridos colegas y algunos militares de los cuerpos internacionales, eran precisamente los que subían los precios, como en tantas ocasiones.
-¿Dónde quedó el principio del  fin histórico de la esclavitud?

-¿Quién se acuerda ahora de Haití?- se sigue preguntando una vez que han pasado seis años.