(Es ficción)
Estamos en un trayecto de autobús en cualquier zona rural de montaña. Son tres horas de viaje muy cansado a una velocidad de carretera comarcal. Se augura un recorrido muy aburrido, lleno de incomodidades. La velocidad puede ser tan lenta que la teoría de la relatividad con su espacio y su tiempo fundidos y espesos, se concretan en relojes casi parados, un grado de humedad altísima, frutas a punto de fermentar en bolsas de plástico del carrefour, e intermitentes siestas de cuerpos pegados como ventosas por el sudor anónimo. Todo ello a más de cuarenta grados.
Estamos en un trayecto de autobús en cualquier zona rural de montaña. Son tres horas de viaje muy cansado a una velocidad de carretera comarcal. Se augura un recorrido muy aburrido, lleno de incomodidades. La velocidad puede ser tan lenta que la teoría de la relatividad con su espacio y su tiempo fundidos y espesos, se concretan en relojes casi parados, un grado de humedad altísima, frutas a punto de fermentar en bolsas de plástico del carrefour, e intermitentes siestas de cuerpos pegados como ventosas por el sudor anónimo. Todo ello a más de cuarenta grados.
Eso es lo que podemos esperar en el
medio de transporte más barato que unen la ciudad y la memoria. En este caso sudar no solo
está permitido sino que es obligatorio. Se mezclan los olores corporales disimulados y empeorados con una colección de perfumes populares.
Elisa está recién separada.
Hace tan poco de eso que no le ha dado tiempo aún de ejercer de ello. Esta en pleno duelo y sentada en el autobús con la mirada perdida. Ni
siquiera ha aprendido a disfrutar de la soledad. Está en pleno síndrome de
abstinencia como una yonqui que se prepara a atravesar el peor trago de su
vida.
¿Os parecen muchos años cincuenta y dos? La crisis de los cincuenta
ya la pasó, y la de los cuarenta no llegó a darse cuenta de ella puesto que tres
criaturas le obligaron a estar muy entretenida. Sin embargo su vida fue una crisis continua. Su sicóloga le ha dicho que se libre de los sentimientos que sobran y se plantee a partir de ahora vivir los mejores años de su vida.
Pasó un calvario de malos tratos
durante más de veinticinco años. Eso representa más de media vida. Su marido es
el “Señor Notario” de una población de cuarenta mil habitantes. La primera
paliza la sacó de su casa ¡Bueno, en realidad no era su casa! Durante todo ese
tiempo se había creído que esa casa de la que salía, no era suya, era del señor
notario. Ella formaba parte del decorado, como ese horrible jarrón chino que ocupa el centro del salón y por el que
sentía unos enormes celos. Lo había adquirido el "Señor Notario" en una subasta de Sotheby`s en N.Y. Durante mucho tiempo fue la conversación
habitual con todos los detalles de la compra, como si fuera un cazador. Todo eso escuchaba cada sábado en las cenas burguesas con otras hipócritas parejas amigas. Elisa aún habla de su marido en presente, no
se acostumbra a llamarlo ex.
La suspensión del autobús es de
mala calidad. Le recuerda los muelles roñosos de la cama de la abuela, en la casa de la abuela. El
pueblo al que se dirige es el de su abuela. En la casa recuerda que había muchas
habitaciones con unas camas muy antiguas que hacían mucho ruido. Cuando era muy
joven, recuerda que le excitaba sexualmente el movimiento de esos muelles e
invitaba furtivamente a jugar en ellos a algún chavalillo del pueblo.
No nos importa el nombre del lugar en estos momentos para no dar más datos. Allí conoció a su marido un verano de hace tres décadas. En ese tiempo era un brillante y atractivo estudiante de último año de derecho que aterrizó
triunfalmente alterando los aburridos
calores veraniegos de la comarca.
Quedó encantada con sus encantos
encantadores. Un bailarín perfecto con la fiebre del sábado noche necesaria para comerse el mundo. Sin duda que era un buen partido. Era como Travolta pero en prepotente. Ella no había visto mucho mundo
pero los países que él le mostraba, dibujados en su sonrisa, su arrogancia y la
fuerza de sus brazos cuando bailaban agarrados, eran como un viaje permanente por
el mundo. Era bueno bailando suelto y agarrado. Elegía siempre él.
Y ella sentía el puro deseo de viajar y experimentar la vida prometida. Sentía el puro
deseo de viajar y simplemente experimentar. Sentía el puro deseo de viajar. Sentía el puro deseo.
No merece la pena lamentarse
ahora. La queja no ayuda y el victimismo tampoco. El libro de autoayuda, como
si pudiera haber algún libro que no lo fuera, que había comprado a la salida
de la firma del divorcio, ponía varias veces que el pasado no debe hipotecarle el presente a nadie. Ese libro decía también que la felicidad consiste en recuperar la autoestima, confiar en una misma, llevar las emociones al plano
consciente, conectarse con su nuevo futuro y rellenar positivamente lo que se tiene con lo que se desea en un nuevo viaje ¡Vamos, volver a empezar pero ahora sin cagadas ni quedarte con las ganas!
Su abuela ya ha muerto. Se va a encontrar con su madre a la que hace mucho tiempo que no ve por otras
razones. De lo que está segura es de que la encontrará ocupando el mismo lugar y representando el mismo papel que su abuela, como si no hubiera pasado el tiempo.
Jorge sube al autobús.
En una de las múltiples paradas
un chico llamado Jorge sube al autobús. Se sienta a su lado puesto que en ese
momento es el único hueco que queda libre. Es muy guapo. Durante unos
instantes la escena parece una de esas miles de melifluas películas de la
televisión que consumía últimamente en sus aburridas tardes. Películas de un amor
romántico de tercera categoría.
Pero como también ha fantaseado a menudo con
capítulos de sexo en N.Y. que dan en el canal Nova, le ha salido en su lugar otra expresión más precisa y poco habitual para una mujer:
-¡Hostia, qué bueno está!
Jorge es sin duda muy guapo y
bastante joven, por lo menos veinte años menos que ella.
- -¡Mira qué bien, a partir de ahora me voy a
alegrar la vista mejorando el paisaje- dijo para sus adentros.
Las protagonistas de esa serie mencionada, siempre le parecieron un poco descaradas pero es precisamente eso lo que le atrae ¡Quién sabe! Tal vez lo que te da terror es lo que te define mejor, como dice la canción. Formamos
parte de lo que rechazamos y que a su vez nos atrae.
Excita saber que podemos
tener fantasías un poco locas, pero lo bueno que tiene eso es disfrutar con ellas en la imaginación, sin atrevernos a llevarlas a la práctica. Así no se hace mal a nadie ¿Estás segura de todo eso en las diferentes combinaciones?
Él la mira también y le sonríe por primera vez muy amablemente. No dice ninguna palabra. Hace mucho calor. El
tacto de su presencia, y el sentir en su brazo el contacto de otro cuerpo le hace encontrarse bien y más acompañada. Aumenta el calor, el deseo y la probabilidad de sudar mucho más.
Él saca su tablet de un maletín.
No tengó ni idea por qué hay conexión a internet en aquel inhóspito paraje
pero el caso es que Jorge se conecta con el facebook.
En ese momento ella reconoce el logotipo y recuerda que también tiene cuenta. Prácticamente no la ha usado. A su marido, "el Señor Notario", no le gustaba que perdiera el tiempo en esas cosas, por lo cual apenas lo usó. Un día le entró en su cuenta sin su permiso y empezó a preguntarle por cada uno de sus contactos y de qué les conocía. Ella por aquel entonces para no meterse en líos decidió dejar de usarlo.
En ese momento ella reconoce el logotipo y recuerda que también tiene cuenta. Prácticamente no la ha usado. A su marido, "el Señor Notario", no le gustaba que perdiera el tiempo en esas cosas, por lo cual apenas lo usó. Un día le entró en su cuenta sin su permiso y empezó a preguntarle por cada uno de sus contactos y de qué les conocía. Ella por aquel entonces para no meterse en líos decidió dejar de usarlo.
Su EX es muy celoso. Ella lo
justifica. Se creía antes que él lo era porque la quería. Se había creído todo eso.
Le había creído a él. Medio en serio, y medio en burlas, en reuniones con esas parejas supuestamente amigas y claramente burguesas como ya he dicho, era muy común escuchar al "Señor Notario":
- -¡Quién va a querer ser amigo de una mujer de
pueblo sin infancia, y con una vida tan aburrida!
Elisa en el instante que recuerda eso en su mente, separa sus muslos. Es automático como un resorte neuronal. Entra un aire fresco y muy caliente a la vez entre sus piernas. Su rodilla derecha toca la izquierda de Jorge sin opción a una posible interpretación diferente a la realidad. Su desconocido acompañante de autobús vuelve a mirarla sin decirle nada. Su desconocido compañero de viaje le sonrie por segunda vez.
Ella mira a la izquierda, hacia la
ventana y va reconociendo el paisaje de su niñez y adolescencia con otra actitud.
Sin dejar de mirar la ventana saca su móvil. Abre la cuenta de facebook
después de estar un buen rato intentando recordar la clave sin éxito.
Soy Manuel Buendía, el responsable de
este blog de masculinidades. Elisa forma parte de mi imaginación, también
de mis fantasías seguramente, pero hay muchas cosas que ignoro. Ni ella ni yo
sabemos por qué razón se está comportando así pero descaradamente acercó el teléfono a la derecha para que su
acompañante lo viera. Pondrá luego las excusas que quiera pero...
Elisa debido a su presbicia, y al
sol que entra por la ventana tiene que acercar a la derecha el teléfono para
ver bien las letras, no hay otra forma. Por eso Jorge ve claramente su nombre. Elisa se pone a hacer que
enreda con el muro, y hace que hace sin hacer. En todo momento está pendiente de la
silueta de su mudo acompañante.
En dos minutos se le enciende el
simbolito que representa a las peticiones de amistad. Alguien con el nombre de “soyeljorgequenecesitas”
le está pidiendo agregar. Ella le mira y él vuelve a sonreírle por tercera
vez. Elisa sin pensarlo un instante da al CONFIRMAR.
Sin mediar palabra durante un
buen rato tienen una conversación on line. Se presentan de la manera
clásica. Se cuentan media vida, (la otra media en este momento no interesa), se dicen a
qué se dedican, y hablan durante un buen rato de las aficiones que se
deducen de lo que aporta Jorge, puesto que ella tiene un registro de actividad casi vacío.
De vez en cuando Elisa alterna miradas a la izquierda reconociendo poco
a poco el paisaje y la memoria, y echa vistazos a la derecha, como si observase las fotos de su nuevo amigo en 3D.
En definitiva, se
cuentan la vida que quieren y con eso se gustan.
Soy Manuel Buendía de nuevo. No
me preguntéis por qué pero este relato va a subir varios tonos de golpe. Quién
no quiera, que deje de leer, yo aviso. La casualidad, el destino, el viaje en
autobús al pueblo de origen o simplemente una fantasía sexual del propio autor
de este blog, ¡por lo que sea!, Elisa va a tomar el timón de su
propia vida. Y lo va a hacer con mi ayuda de una manera aparentemente loca ¿Qué es la locura?
Elisa hoy tiene mucha suerte. Jorge
es un buen hombre, algo simple y con pocas luces, pero no siempre se le nota, sobre todo en circunstancias diferentes o extrañas. Es un hombre joven
bastante tímido en sus relaciones y muy pasivo en los escasísimos contactos sexuales de toda su vida. Él no lo recuerda bien, pero únicamente ha tenido una pareja o
ninguna, según se mire. Su historia es larga de contar pero hoy no es el
protagonista.
Elisa se la jugó. Podíamos haber
pensado en el verbo arriesgar, o en hacer una locura insisto, en actos inconscientes u otros eufemismos para
contar lo que sucedió, pero vamos a preferir el verbo jugar.
Sin pensarlo con la
razón, pero haciendo caso de sus deseos Elisa pone su mano derecha en el paquete de
su recién conocido con los ojos cerrados y la vida abierta.
Se para el tiempo. Así está varios minutos reafirmándose. La temperatura sube mucho más y los sudores,
como si fuera una escena de realismo mágico, anegan sus entrañas convirtiendo
los dos asientos de un autobús en una
ducha de dos plazas. Un baño de fluidos internos como le ocurre en la depresión pero esta vez en rico, en positivo. Eso es pensar en silencio y sentir en alto.
El tiempo se activa de nuevo cuando el sexo de Jorge empieza a crecer, y la mano de Elisa comienza a subir.
El tiempo se activa de nuevo cuando el sexo de Jorge empieza a crecer, y la mano de Elisa comienza a subir.
A partir de ahí todo resulta más
fácil. Elisa acaricia con ternura, sorpresa y una extraña liberación la
respuesta generosa de su amigo a todos los niveles. Nota una bonita emoción y la excitación es máxima. Nunca le ha ocurrido nada parecido. Le mira con ternura y esta vez
ve que es él quien ha cerrado los ojos soñando despierto como si estuviera fingiendo que sueña dormido.
Se da cuenta claramente que en esta ocasión el control de la situación lo tiene ella. Elisa piensa que tal vez es la primera vez que tiene el control, y eso ha podido estropear el momento puesto que se le nublan los ojos, se emociona. Pero ahora no toca llorar.
Se da cuenta claramente que en esta ocasión el control de la situación lo tiene ella. Elisa piensa que tal vez es la primera vez que tiene el control, y eso ha podido estropear el momento puesto que se le nublan los ojos, se emociona. Pero ahora no toca llorar.
Mira a la ventana y vuelve a sonreír
poderosa. Está disfrutando del paisaje como nunca lo ha hecho. Reconoce que desea dar placer a
los demás, eso le gusta. Y esta vez a un desconocido, sin importarle nada más, ¡simplemente
porque le salió del coño! Siempre ha estado programada para cuidar y dar placer a las personas de su entorno y cubrir sus necesidades. Otras veces ha necesitado ella una reciprocidad. Esta vez ni eso importa. El lenguaje de esta escena es muy moderno, tanto que no ha hecho falta pronunciar ni una palabra. La comunicación está clara: él también ha dado a la tecla de CONFIRMAR.
Cuando Jorge empieza a recolocarse en la silla, eso significa que pide más atención. En ese momento Elisa clava su poderosa mirada en el rostro angelical de su compañero de viaje, y ya no la aparta. Se asegura primero que nadie del autobús se esta percatando de nada, a pesar de estar lleno de almas.
Elisa se ríe por un anuncio que
recuerda en ese momento. Ha tenido un momento de consciencia de que todo esto es real. Y evoca un canal muy famoso de noticias que hace unos años cuando hacía autopromoción advertía sobre el
momento:
¡Está pasando ahora y nosotros lo
estamos contando!
En este caso le está pasando a Elisa y lo estoy
contando yo. Si Elisa se hubiera quedado dormida y todo fuera un sueño el relato
parecería normal. En este caso no es por morbo sino porque lo exige el guión,
¿no estáis de acuerdo? ¿Os parece que es imposible que os pase a vosotras o a
vosotros? ¿Por qué? ¿Preferís que siga? Es muy fácil ser hipócrita, y mucho más
fácil quedarnos donde estamos, ¿no os parece?
En este caso es la misma Elisa
la que me responde:
-Yo no haría nunca eso, Manuel, me conozco- dijo
Elisa cuando abrió el blog de su amigo y empezó a leer
la entrada del relato erótico del viaje en autobús. Era más que evidente que se iba a dar por aludida.
Elisa opinó que sería más propio para ella quedarse dormida por el calor y el movimiento del autobús. Además me explicó que tiene amigas
que han entrado en una espiral descontrolada desde que se han separado, que han dado un bandazo y se han pasado al "aquí te pillo aquí te mato" y al
final eso tiene muchos inconvenientes también, y bla, bla, bla…
¿Qué hago? Le voy a decir a Elisa que
siga leyendo si le da la gana, pero está en el momento más interesante
¿Subimos un poco la tensión y nos miramos a tu espejo?
Un montón de baches se añaden a la fiesta. A Elisa le parece divertido dejar la mano muerta y comprobar que su
compañero hace aspavientos con los ojos justamente en el momento que la
suspensión del autobús se comporta como los muelles de la abuela.
Jorge gime en silencio con los baches.
La polla se le ha puesto lo suficientemente marcada como para que los ágiles
dedos de Elisa jueguen frotando en redondo al compás del autobús.
- -¡Mira por dónde, la motricidad fina de los dedos entrenada esos años de piano resultan muy útiles para una locura placentera- pensaba Elisa en ese momento.
Hacerle una paja a
un desconocido puede ser musical y elegante, le gusta, lo está pasando bien y con mucho menos esfuerzo de lo que había pensado al principio. (Al principio no lo había pensado recordamos).
Mientras le derrocha mucho placer físico a su compañero amasándole e hinflando la carne de su sexo, le resuena en su cabeza el primer movimiento de la sonata para piano en sol m de Fanny Mendelssohn que tanto le gusta. La admira, ella es su heroina.
Mientras le derrocha mucho placer físico a su compañero amasándole e hinflando la carne de su sexo, le resuena en su cabeza el primer movimiento de la sonata para piano en sol m de Fanny Mendelssohn que tanto le gusta. La admira, ella es su heroina.
La expresión de Jorge es más que explícita. Con mucho más calor y el sudor suficiente consiguen que todo el autobús a la vez parezca una sensual orquesta submarina. En los asientos de atrás una pareja de hombres se besa en la boca. Una niña de aproximadamente cinco años colorea un cuaderno mientras su madre lee una novela. Numerosas parejas de todos los colores charlan tranquilamente, otras personas duermen o permanecen en silencio y el resto está entretenido con una película en los ocho monitores repartidos por esa cama de ruedas. Es como una orgía en movimiento.
Jorge instintivamente busca el maletín de la tablet y se lo pone innecesariamente encima para disimular. Nadie ve fijando la mirada, disimulan, pero todo el autobús en realidad está sincronizado. El olor es más que evidente, puesto que al calor, a los sudores y a las colonias populares se añaden un recuerdo a semen afrodisiaco. Todo está preparado para el momento de los insonoros fuegos artificiales por dentro que ocurrirán en seguida iluminándolo todo. La incipiente verguenza que siente Jorge en ese momento desaparece con este inocente gesto del maletín.
Elisa aprovecha eso para bajarle la cremallera y tenerlo aún más fácil. Descaradamente mete la mano y campa a sus anchas. Nunca se lo ha pasado tan bien como ese día. Seguramente nunca podrá contarselo a nadie puesto que nadie se lo creería.
Él necesitó establecer el contacto tocándole un brazo y acariciarla con los dedos para cerrar el circuito. Así se transmite la electricidad y a la vez hay una toma de tierra. Su rostro está congestionado, le chorrean gotas de sudor como un caño abierto de placer y deseo, totalmente excitado. Entre soplidos, ahora ya continuos, silba su particular orgasmo poco a poco, de una manera lenta y contenida, feliz.
A ella le da por un momento una risa floja como una niña, pero también lo hace contenida y feliz. Elisa está riendo como hace mucho tiempo.
Durante todo el descenso hacia el disfrute de él, y el ascenso hacia la cima de ella se han puesto mutuamente palabras cortas de ánimo, digamoslo así. Palabras reales pero palabras escritas en silencio.
- Gracias, me ha gustado mucho- le escribe él.
- De nada, ¿tienes un Kleenex?, me he manchado la mano- le dice ella.
Quizá tampoco es muy apropiado, ella ha arriesgado un poco, no le conoce, pero esa necesidad es más que evidente puesto que se ha entretenido y revuelto ahí dentro sin ninguna inhibición.
Él puede sacar un pañuelo de papel a pesar de su momento de embobamiento , se lo da y ella puede así limpiarse y depositar su trofeo. Aspira el olor de su mano, le gusta el dulzor y vuelve a sonreir. Acaba de recordar que siempre había echado de menos encontrarse hombres que le hicieran reir, pero tal vez no se referia a eso, ¿o si?
- Gracias de nuevo, lo siento, me tengo que bajar en la siguiente- le dijo Jorge. Le escribió el número de teléfono por si acaso, se subió la cremallera y recogió sus cosas.
Se miran y sonríen por quinta o sexta vez. Habían decidido ambos, sin cruzarse una palabra, que no iban a decir una palabra y en ese momento tampoco. Hacen muescas con la cara para despedirse como si el único contacto en las casi tres horas de trayecto hubiera sido compartir un asiento en cualquier zona rural de montaña, a más de cuarenta grados.
Jorge se va.
Elisa llega a su pueblo ¡Qué diferencia de actitud! Subió al autobús derrotada, y llega a su destino cambiada. La mujer víctima del Señor Notario regresa a su memoria renovada, también ella renovada.
Ahora está segura y preparada para escucharle a su madre todas las cosas que quiere contarle y que necesita escucharle. Se dirán mutuamente todo lo que tienen pendiente ¡Ahora si!
Para el autobús. Elisa parece que se hubiera dormido pero es posible que haya cerrado los ojos por gusto los últimos kilómetros que ha viajado sola. Lo que parece seguro es que ha estado unos minutos leyendo unas páginas de una novela y después ha abierto la entrada de un blog que hablaba de ella. Pero, ¿qué pasó después, se quedaría dormida leyendo?
En la estación del pueblo pide un taxi para ir a casa de su madre, ya no es de su abuela. Mientras espera, entra con mucha soltura en el facebook, y le escribe un mensaje al autor del blog mencionado.
-Gracias, Manuel, esta semana me ha gustado mucho la entrada - me dijo- pero que sepas que yo nunca haría eso. (Emoticón con guiño).
Cuando ve el taxi a lo lejos, se acuerda que todavía tiene el pañuelo de papel impregnado con sus sueños, fantasías, deseos y locuras en su bolsillo. Lo mira, lo huele, sonrie de nuevo y lo tira a la papelera para siempre.
¿Qué es real y qué es ficción? ¿Qué es real y qué es virtual? ¡Qué importa! Como con todo iremos viendo, quizá sea la misma cosa, y tal vez sea como siempre. La vida es un viaje de autobús a más de cuarenta grados y la gente de África está acostumbrada. Viajamos completamente solas y solos con mucha gente a mano. Con la mayoría no intercambiamos palabra, a menudo tampoco nos comunicamos con quien hablamos. Cada cual experimenta y aprende sola. El miedo al abandono nos lleva muchas veces a cumplir las expectativas de las demás personas que pensamos que nos acompañan. Pero en realidad el auténtico abandono es el de nosotras mismas.
La literatura, la ficción, las historias nos pueden cambiar la vida. Estoy muy contento de haber intentado mejorarsela a Elisa. Ella está en mi cabeza pero en este caso a mí me ha tomado el pelo. A veces cobran vida propia. En este caso ha mandado a la mierda al "Señor Notario" y a mi me ha tomado el pelo después d besarme en la boca. ¡Es ella misma la que quizá por primera vez ha hecho lo que le ha salido del coño!
Wow, Manuel... Superar la barreras y autolimitaciones o limitaciones impuestas por la sociedad o por la misma crianza; sin culpables. Vivir la vida sin cuestionamientos. Simplemte fluir.
ResponderEliminarVivir el aquí y el ahora conscientemente.
Atreverse a vivir su propia vida!
Excelente, sin mitos. Este es el tren de la vida.
"No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños.
Destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo"
Mario Benedetti.
¡Gracias Diana! Me gusta ese verbo, "fluir". Muy apropiado para esta ocasión. Cuando se fluye a más de cuarenta grados seguramente hay que sudar. Eso no es importante. Lo importante es que no importe sudar... Gracias, un abrazo.
EliminarCuando he leído que la protagonista tenía 52 años, casi pensaba que hablaba de mí misma. Muchas veces digo en broma que tengo 25 (giro los números). Muy a menudo me siento así, joven y experta a la vez.
ResponderEliminarMe encanta tu relato. Tiene lo que yo siempre busco: emoción, un ligero aire transgresor, pasión por descubrir y, especialmente, un aire positivo.
Los que dicen que en el sexo todo está inventado, no se han parado a degustar los pequeños placeres desaprovechados, a leer con mayúsculas la letra pequeña y a veces casi imperceptible que nos brinda la naturaleza humana cuando tiene ganes de sentirse viva.
Un abrazo sincero. Sigue así.
Firmado: Coral Malikk
¡Qué palabras más lindas! ¡Muchas gracias! Además me hace mucha ilusión que precisamente seas tú quien me lo dice. Te he leido mucho y en parte también has sido inspiración. Me interesa mucho otras formas de escribir relato erótico alejado de lo comercial, de lo androcéntrico, etc Un beso, Coral.
EliminarManuel me he quedado sin palabras!!Me ha encantado el relato, la forma de expresar la vivencia de esta mujer que ha decidido ser MUJER sin pensar en nada y en nadie...sólo en ella y en lo que realmente quería hacer en ese momento. Lo he disfrutado muchísimo!!Un abrazo
ResponderEliminar¡Gracias de todo corazón!
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