¿QUIÉN SOY?




Este es el blog de MANUEL BUENDÍA BERCEDO. Pretendo mostrar una propuesta profesional y particular acerca de la Igualdad de Género y las Masculinidades. Veremos algunas respuestas a la pregunta anterior pero sobre todo, haremos muchas más preguntas para invitar o implicar a otros hombres en la Igualdad.



martes, 27 de agosto de 2013

¿Existe volar? Fábula de la gallina Engracia y una joven



Caminaban una gallina y una joven mientras conversaban. Conversaban una joven y una gallina mientras paseaban. En un momento determinado preguntó la gallina:
-         - ¿Existe volar?

Su amiga, antes de responderle, quiso asegurarse de que esa fuera la pregunta correcta. Es muy importante para poder entenderse, el saber hacer las preguntas oportunas.
- Sí, yo creo que sí- dijo Alma, que así se llamaba la joven.

-        - Si la pregunta correcta es esa, el volar si existe, mira a los aviones- le siguió explicando la joven a su amiga.

-         - Ya, comprendo. ¿Pero lo que hacen los aviones es lo que llamamos volar?- insistió la gallina.

-          -Puede ser. ¿Y eso qué más da?- le dijo Alma.

-         - Es muy importante- dijo Engracia.


Tengo que advertir que las gallinas también tienen derecho a tener un nombre, y nuestra amiga la gallina se llama Engracia.

Al cabo de dos minutos, la gallina insistió de otra manera:
 -  ¿ Ynosotras volamos? 


La chica le repitió  que nosotras volamos cuando vamos en los  aviones.

-     -  Me parece que no es muy lógico que las gallinas viajen en un avión, pero aparte de eso, cuando viajamos en un avión, ¿podemos decir que viajamos por nosotras mismas? – volvió a insistirle la gallina.


En ese momento ya tenía claro Alma que la conversación se alargaría para rato. Y comenzó con su explicación. Le dijo que tenía mucho interés en recalcar y pactar los previos. Si decidimos el vuelo sin ayuda, entonces lo que hacemos dentro de los aviones no es volar por nuestros propios medios. Por ejemplo, le contó que los seres humanos siempre soñaron con volar. Hay algunos que lo hacen con unos artilugios que se llaman globos, o parapentes o paracaídas, pero seguramente por esa regla de tres, para todos esos casos, podemos decir que tampoco es volar por los propios medios.  La niña tenía asumido que la especie humana no vuela por sí misma, y eso no le  importa mucho.


- vuelan las aves- afirmó con rotundidad Alma.


-Yo soy un ave, ¿no es verdad?- le respondió Engracia- pero sin embargo  no puedo volar.


-Si, eres un ave, de la familia de las gallináceas, pero no todas las aves vuelan. Por ejemplo está también el emú o el avestruz que son aves y tampoco vuelan.


-¡Pero eso no es justo!- seguía insistiendo Engracia- El avestruz tiene unas alas muy pequeñas para soportar todo su peso, y el tamaño de su cuerpo es el más grande de todas las aves, pero no es mi caso, a mi no me ocurre eso…!



La gallina le explicó a su amiga por fin qué era lo que tanto le preocupaba: había discutido el día anterior con su mejor amiga,  la gaviota. Se habían enzarzado en una acalorada discusión. La gallina le había jurado y perjurado a la gaviota que volar no existe. Si nos fijamos bien es normal. Cualquier animal tiene una idea diferente de qué es volar en función de lo que sabe o puede hacer. Y también es normal que lo que es para una misma, pensamos que es igual para todos los demás animales.

 La gaviota a su vez le había espetado que por supuesto que volar existe, eso lo sabe muy bien desde pequeña. Y además no solo eso, sino que tiene muy claro que volar únicamente  se le puede llamar a lo que hacen las gaviotas, las palomas o los halcones, y no lo que hacen las gallinas. Conocía las limitaciones de la gallina y comprendía que estuviera frustrada por no poder  volar, pero eso no justifica poner en tela de juicio el propio hecho de volar. Y bien mirado, una gallina asustada se mantiene en el aire bastante tiempo. No es justo desdeñar sus saltos y su agitación de las alas.


-         - ¡Qué discusión más absurda es esa! Es lo más bobo que he escuchado nunca- le dijo Alma a la gallina. Con lo amigas que sois no comprendo que os hayáis enfadado por algo que no podéis cambiar.
.

La niña le dijo que la mayoría de las aves pueden volar, pero hemos visto que no todas. A la gallina le había tocado ser de las que no. Además, aunque esté en su esencia el hecho de volar para muchas aves, ¡vete tú a saber!,  eso no es suficiente. Se necesita además un aprendizaje y una práctica.

Matizando mucho, por ejemplo, los loros Kakapó, son aves que han perdido la capacidad de volar, y no tiene mucho sentido lamentarse tampoco por eso. 
Viendo otro aspecto, muchos  loros o cotorras pueden hablar con las palabras de las personas, aunque eso no sirva para nada. Lo que hacen no sirve para comunicarse realmente. Sin embargo, en realidad las gallinas no hablan, pero tú y yo nos comunicamos muy bien.

El tema es prolijo, muy complejo y sencillo a la vez si queremos. Las ranas y los sapos por ejemplo tampoco vuelan pero sin embargo hay unas ranas voladoras que tienen unos discos de ventosas en los dedos con unas membranas interdigitales que al saltar de los árboles los abren y vuelan durante unos metros hasta otro árbol más o menos próximo. 


Antes de que Engracia se lo advirtiera, Alma explicó que para mucha gente eso tampoco es volar, por lo cual otros le llaman ranas planeadoras puesto que lo que hacen se parece más a planear. La cuestión se complica cuando hay ranas que se parecen a gaviotas, tienen formas mixtas, o adoptan un camuflaje imposible de distinguir, hay gaviotas con forma de rana, gallinas con forma de gaviota y mil combinaciones más…


En ese momento Alma le contó a Engracia  una historia o cuento de hombres y mujeres humanos adultos.


-Desde siempre los humanos se han cuestionado quienes son. Han disertado  sobre sus diferencias, y también sobre los factores comunes. Les ha preocupado si los hombres entre sí, o las mujeres entre sí ,tienen más coincidencias, o por el contrario es más lo que les separa, tanto los parecidos entre sí, como de unos con otras.

Si esas discusiones hubieran servido para respetar o tolerar las diferencias y a la vez hubiesen reforzado una misma dignidad, libertades, derechos y deberes, no habría pasado nada, pero en su lugar lo han  usado mal para discriminar, o poner a unos por encima de las otras. Es una pena.

No dejan de discutir sobre la feminidad, el instinto maternal, la masculinidad, o si son capaces de aprender los hombres a cuidar o educar o no aprenderán nunca porque es contranatura. Cuando lo consiguen unos pocos, en vez de compartirlo y replicarlo, se ponen a discutir y competir quien lo hace mejor. O discuten si las mujeres, en general, seguirán haciéndolo mejor siempre, como si  no tuvieran que aprenderlo y experimentarlo también ellas, o como si todas las mujeres fuéramos iguales. Yo por ejemplo no tengo ni idea si querré ser madre o si querré vivir cuando sea mayor con un hombre u otra mujer.

Como además los humanos están en una época de crisis y en medio de muchos cambios, cada una y cada uno está en su proceso. Otros muchos hombres y mujeres miran para otro lado y no intervienen en las reflexiones, se instalan en la rutina o la inercia.

No han aprendido a conversar como nosotras. Ni saben hacer las preguntas oportunas. No tienen cuidado para ponerse de acuerdo en los previos, ni tienen diálogo sincero. No saben detectar cuándo las discusiones son estériles o lo que es peor, cuándo producen daño entre ellos. No muestran sus intenciones, necesidades o deseos. En seguida se empeñan en quedarse con la razón o quedar por encima. Ni llegan a pactos o conclusiones, ni aceptan fácilmente la diversidad como nosotras.

Les cuesta asumir las propias limitaciones, y cuando lo hacen se estancan, no se plantean como oportunidad el progresar o crecer. No comprenden muchas veces, ni se esfuerzan en ponerse en el lugar del otro o la otra, eso sí  lo nombran todo, y le llaman empatía. No valoran los pequeños logros cuando, cada vez lo hacen mejor. Se escudan en que todo es muy complejo, pero no saben hacerlo sencillo aunque sea prolijo. Todo esto por supuesto en términos generales.


Cuando hubo terminado toda su perorata, Engracia se quedó más tranquila. Tanto Alma como ella saben que son libres para intentar ser lo que quieran, y volar como les de la gana, de hecho Alma sueña con ser azafata de vuelo cuando sea mayor. Le gusta ir en los aviones, como quiera que se llame lo que hacen. Lo que le gustaba de volar es el ver las nubes y las ciudades desde lo alto. El año anterior se tiró una vez  en paracaídas y lo pasó muy bien. Fue peligroso pero divertido.


Por tanto volar existe. Lo podéis aplicar a muchas cosas. Hay ranas que planean cada vez mejor. Algunas ajenas a discusiones inútiles han ganado concursos de vuelos, y otras simplemente lo hacen porque les gusta, o para seguir vivas. A partir de la conversación de ese día Alma se comprometió a enseñar a la gallina a volar. Seguro que después de un montón de clases y con mucha voluntad podría saltar y volar más que muchas otras aves. .¡Qué bonita es la amistad!
Acceso restringido (Hay comentario para lectores y lectoras especiales).

jueves, 15 de agosto de 2013

¿Es probable ser feliz?




No es lo mismo decir que algo es posible a decir que es probable, o mejor dicho, a proporcionar la probabilidad real y/o exacta en tantos por ciento. Con la pregunta ¿es probable ser feliz? intento contribuir a que más personas se crean  que las matemáticas son por un lado poéticas o literarias y, a la vez, por otro lado útiles para la vida, para las cosas que realmente importan tanto a los hombres como a las mujeres. Y la felicidad sin duda es probable e importante.
En verano, siguiendo el tópico, nos encontramos textos frescos, sencillos, y refritos. Yo haré un refrito de algo aparentemente complejo pero que en realidad no lo es. ¿Os sirve? No hay número en Agosto de la revista Hombres Igualitarios. En el número anterior, la sección de nº 13 de La soledad del macho alfa...  le correspondió a un apunte sobre la felicidad, desde una mirada original y clásica a la vez. Me resultó curiosa y me apetece hacer una mención desde este blog.  La entrada acerca de Bután y la felicidad interior neta fue otro ejemplo de abordar la felicidad desde posiciones diferentes.


En dicho nº 13, y no digo 12+ 1 puesto que estar sometido a supercherías también genera mucha infelicidad, partí de una frase de Ana Karenina, obra de León Tolstoi, un hombre al que guardo cierta admiración. (Ana Karenina) 


“todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada"


Con algunos ejemplos actualizados a los tiempos, con perspectiva de género, podemos ver que lo que entendemos por felicidad es un suceso conjunto mientras que la desdicha es un suceso disyuntivo, por lo cual eso ocurre cuando falla algo que consideramos importante o es capaz de llamar nuestra atención. Ser feliz en las relaciones entre mujeres y hombres es un suceso conjunto (cuando parece que va bien) matemáticamente hablando. Tolstoi continua en su relato:

" En casa de los Oblonsky andaba todo trastocado. La esposa acababa de enterarse de que su marido mantenía relaciones con la institutriz francesa y se había apresurado a decirle que no podía seguir viviendo con él".



Pero en los juegos y en las matemáticas, o jugamos todos y jugamos todas, sin excluir a nadie y además con acceso a influir en la decoración del tablero o si no, deberíamos poder romperlo como dice la expresión, pero es mejor cambiarlo.


En ese número 13 también pudimos ver que la teoría general de la probabilidad, a diferencia de cómo se hace casi siempre, también puede aplicarse a sucesos cotidianos, a una cotidianidad inclusiva. Consiste en aplicar juegos sencillos de probabilidad para comprender la realidad. En la mayoría de los trabajos de hace unos años se nota mucho que están realizados por hombres, con hombres y para hombres, sobre asuntos que les interesaban a ellos. Y no solo eso, además a  los ellos de antes. En una época en la que al estar muy nítida la división sexual de los trabajos los universos de los sexos no se solapaban de ninguna manera. Era una androcéntrica manera de simplificar la realidad como si lo demás no importara. Una desigualdad de género. Los ellos de ahora y del futuro seremos otra cosa, aunque se enjuicie de la misma manera en ese momento.


Confesé un secreto acerca de un juego de mesa educativo que representa a un tipo de animal. Ha supuesto para mí una liberación, espero que no haya represalias.

Expliqué un clásico experimento de Bronner , el que explico y me parece que es fácil e interesante; y da que pensar en numerosas aplicaciones prácticas actuales. Comprendo que es ir a contracorriente todo lo que lleve más de 59 segundos, pero la perspectiva del tiempo va cambiando a su vez a medida que se esfuma. Su justa distribución por cierto es otro elemento esencial en la felicidad en las relaciones de género.


¿Tienes curiosidad por saber qué es el espejismo de superación? ¿Y saber que es muy importante desarrollar el ojo de buen cubero en el mayor número de asuntos que se pueda y su relación con la sensación de felicidad?

Se deforma la opinión sobre la probabilidad de éxito según ocurran los primeros fracasos. Tiene mucha importancia  conocer las probabilidades reales de cada intento.


“cualquier avestruz ha sido alguna vez manipulada”


¿Os interesa saber qué tiene que ver el experimento de Bernouille, con sus lanzadas de moneda al aire, con el hecho irrefutable de que casi no haya mujeres en los consejos de administración de las empresas? Os invito a leerlo. Cuando no las hay es demostrable matemáticamente que hay cooptación, la elección de nuevos miembros en las organizaciones o grupos  que se parecen demasiado a quienes ya lo componen,  que no es juego limpio en definitiva respecto a la felicidad de las mujeres y su futuro. No son sucesos independientes sino que hay discriminación. Eso tirando una moneda. ¿Cuando lo leáis me decís algo?


A medida que vaya habiendo más mujeres en más sitios, se irán paulatinamente modificando los marcos, los contenidos que se incluyen en los discursos, los intereses. Cambiará a su vez lo que se espera de ellas según sean pocas, muchas o la mayoría. Y muchas veces será imperceptible ese cambio.  Llegará un momento en el que será más difícil saber qué es femenino, y qué es masculino. Las diferencias individuales serán mayores que las intergéneros, que la que cada cual aprecie según su particular discriminación estadística y su capacidad de tener ojos de buen cubero. 


Evidentemente si para la famosa familia de " los Pelayo", un mínimo sesgo de una ruleta desgastada fue suficiente para desbancar un casino, la mezcla total entre mujeres y hombres tardará muchos siglos para una mezcla absoluta, no es ese el tema, quedémonos con la idea. Lo importante es que todo fluya. Sería muy bueno saberlo, es decir tener los observatorios estadísticos actualizados, y controlar el tanto por ciento en cada cosa.

Se difuminará bastante  lo que se pueda esperar de los hombres y de las mujeres. Aunque como el chiste de la izquierda seguirá habiendo conflictos, discusiones, tensiones...Dicho de otro modo, el mero hecho de conocer el sexo de una persona nos dará menos información para poder adivinar o especular sobre lo que de él o ella se espera. Si tenemos el ojo de buen cubero desarrollado, en aquellas características que sean paritarias, saber el sexo no nos aportará mucho. Y si no tenemos bien desarrollado el ojo de buen cubero, seguiremos fallando en función de nuestros prejuicios, o la general discriminación estadística.
Ni que decir tiene que en un escenario sin libertad donde las tareas están obligatoriamente definidas por sexos no hay nada que adivinar. Salvo el tanto por ciento de valientes que se atreven a salir de la norma.


Cuando un hombre se presenta a unas oposiciones, o a cualquier prueba por ejemplo, la estimación cambia según su propia discriminación estadística. La tentación o la ilusión de saber o pensar que juega con ventaja o con un  cierto sesgo a su favor  puede influirle en sus ánimos. Y a ellas también. ¿Si?.

Conclusión: todo esto influye en la felicidad individual y la colectiva. Y todos los estudios de matemáticas aplicadas necesitan también una perspectiva de género tanto en actores como en los contenidos, para que realmente sirva. Porque realmente queremos que sirva, ¿no? Porque realmente queremos la felicidad de todos y cada uno y no solo del dueño del tablero, ¿no?

He hecho un poco de trampas con la foto de arriba. Es una familia feliz a su manera. Y el  hombre me inspira mucha ternura. Este blog es de masculinidades y hoy  muestro una mezcla entre Tolstoi y Homer, pura matemática...


viernes, 9 de agosto de 2013

Amores húmedos, amores líquidos




Un día estaba hablando de mujeres con un amigo, otro hombre de confianza. ¿Dónde está lo que es de fiar? He dicho que estaba hablando con otro hombre de confianza. ¿Eso es posible? Lo es, pero vayamos por partes. Es un amigo de confianza porque es amigo, nos conocemos y nos queremos. Puedo vacilarle en momentos clave con la razonable seguridad de que la conversación no se me escapa de las manos, algo también posible. Estábamos compartiendo nuestra rica relación con diferentes mujeres.

¡Nos íbamos entusiasmando poco a poco mientras hablábamos de tías! Eso es posible, aunque me gusta más decir mujeres. Aún se me saltan las alarmas cuando algo es demasiado coloquial. Reconocíamos con agrado el tener conversaciones y colaboraciones muy interesantes y frecuentes con varias de ellas, a un nivel alto, intelectual y emocional a la vez, técnico,…El me hablaba de anécdotas en su trabajo, etc En planos menos serios, aparentemente lo de serios, también comentábamos la incorporación de mujeres en algún raro ocio común. Comprobamos que hay bichos raros de todos los sexos, bichas raras en este caso. Es lógico e inevitable por otra parte. Además era evidente, observado por ambos, que la cuestión ocurría con tendencia, es decir, si lo comparamos con hace unos años cada vez es mayor la intensidad y con muchas más de ellas. Esto es así, se quiera ver o no, te unas a la fiesta o no lo hagas.

En un momento que la conversación se calentaba demasiado, se paró a pensar, y necesitó hacerme una aclaración por si acaso.

-         - ¡Pero yo no quiero nada con ellas!


Como un resorte automático con la correspondiente deformación profesional, me surgió la contrapregunta:

-          -¿Pues si no quieres nada con ellas para qué les hablas?


Se produjo cuatro o cinco segundos de silencio valorativo. Podía haberme respondido que por el simple hecho de hablar por hablar, para pasar el rato, o cualquier otra cosa. O me podía haber dicho que no te puedes divorciar de una compañera de oficina. Si hubiera respondido de esas maneras quedaría claro que no todo es trabajo, ni todos son asuntos demasiado profundos sobre los que siempre se pueda influir. Habría quedado como una conversación superficial. Tal vez, se habría desviado el debate hacia el tema general de actuar o no obligatoriamente por un interés del tipo que sea.

Pero la ambigüedad de mi contrapregunta pudo dar a entender que era yo el que descartaba cualquier posibilidad que no fuera pensar con la polla. Pensad que estábamos hombres solos sin espías, ni observadoras. Además, ¿qué es algo?, ¿qué es nada?, ¿qué es hablar? Aún recuerdo la expresión de las abuelas que afirmaban que Carmencita y Arturito, antes de casarse, estuvieron cinco años hablando.

¡Pero no! Ese no querer nada con ellas se refería a un contacto sexual, como os podéis imaginar. Como si estuviese incrustado en el cromosoma Y que siempre que dos hombres hablan de tías es para intentar follar. En sus diferentes grados, desde algo más o menos subliminal, hasta un marco en el que sea lo único posible.

Por otra parte en los últimos años se repite mucho el tópico de que los hombres cuando están solos, en general, hemos madurado un poco y ya podemos hablar de algo más que de fútbol o de mujeres, en el sentido que nos ocupa en este momento. Por cierto, ese es el arranque esencial y necesario de los grupos de hombres. El debate una vez ampliado, indica que puede hablarse  de muchas otras cosas, esa es la importancia de los grupos de apoyo mutuo para crecimiento personal, para compartir experiencias en lo emocional o sentimientos, sobre la paternidad, la corresponsabilidad o los cuidados... 
Pero, sigamos con el hilo de antes, ¿se puede hablar de fútbol de otra manera? ¿Y se puede hablar de mujeres en otros términos?
Tarde o temprano, a medida que las mujeres se van incorporando a todos los sitios, tenía que ocurrir para los más privilegiados, aunque eso suponga desaprender otros privilegios. Las combinaciones posibles son infinitas. Los puntos de tensión también son infinitos, y por consiguiente los efectos también lo son.

Seguimos en ese momento de silencio valorativo. Aflora inconscientemente, queda aún latente que tarde o temprano, en un momento dado tiene que haber algún interés sexual, o un momento de un enorme riesgo. Algo así como que un hombre y una mujer no pudieran ser camaradas, compañeros, amantes, amigos, colegas, pareja … y eso con infinitos grados de intimidad en todas sus combinaciones interpares, con o sin repetición. Pues si y no, y depende. Y todo a la vez según cuándo. ¿Y dónde está el problema? ¿Acaso las relaciones sexuales, observándolas con varias perspectivas, no presentan también diferentes niveles de intimidad, amistad, complicidad, o incluso ser inexistente o de conveniencia? Sobre la misma conveniencia habría mucho que decir, ¿acaso una pareja recién enamorada no es conveniente que resuelvan su prurito? ¿acaso amarse no conviene a las partes? ¿Qué tipo de entropía o ruido se nos está colando? ¿Acaso no somos seres sexuados tanto ellas como nosotros en todo lo que hacemos? ¿Acaso no se han multiplicado varias veces el número de  relaciones sexuales en el ámbito laboral? En otro tiempo, cuando las únicas mujeres eran la secretaria y la limpiadora, permitía pocas combinaciones, ¿pero ahora? Tenemos en cuenta las infinitas combinaciones que hay ahora, con jefas, becarias, clientas, proveedoras, socias, los múltiples iguales… eso intentando ser productivos, con crisis o sin ellas de todos los tipos.

Damos por hecho demasiadas  cosas. Lo sensato hoy en día es no descartar nada, e ir abriendo los nuevos debates, poco a poco y con urgencia, sin prisa pero sin pausa  es obligatorio  hacerlo. Los protocolos de acoso laboral, sexual, o por razón de género, en los centros de trabajo, el gestionar las exrelaciones dentro de las empresas, etc forman parte también de los Planes de Igualdad, y eso quizá no lo sabe todo el mundo. Gestionar la incertidumbre, la provisionalidad, los peligros, en las nuevas relaciones de género,  es algo que no se puede omitir. Hay que instalarse en el cambio sin miedo, surfeando la realidad. Y no hay que quedarse callados a verlas venir. Repito, no hay que descartar nada.

Pues bien, afirmo que es posible no tener nada con ellas. Y también es posible, en equidad y reciprocidad, tener algo más que simplemente no tener nada con ellas, en todos los nadas, en todos los algos. La lección que aprendimos mi amigo y yo es la toma de consciencia de algo muy gratificante, somos unos afortunados. El mundo se está abriendo y a su vez los sujetos se están duplicando y somos conscientes de ello. Prescindir voluntariamente de relaciones sujeto-objeto y pasar a relaciones sujeto-sujeto tiene sus beneficios en sí mismos. En este caso son relaciones sujeto-sujeta, y jugando con las palabras, me atrevo a decir que son relaciones de sujetos- con las que estaban sujetas y afortunadamente están dejando de serlo de una manera más lenta de la que deseamos.



¿Somos conscientes de esa revolución? Respondo a la pregunta. Está muy claro que algo querremos con ellas. Con cada una, una cosa distinta o varias a la vez. Mi amigo y yo empezamos a verlo. ¡Bien! Para muchos el patriarcado es una invarianza, algo que seguirá igual aunque todo lo demás cambie, pero no es verdad, yo no lo creo. Estoy aprendiendo a apreciar cada uno de los avances. Gracias a  Bauman comprobamos que los modelos sólidos y rígidos han saltado por los aires, ya no es posible volver atrás, es inútil ignorarlo o actuar como si no fuera, y  hoy me atrevo a decir tranquilamente que aparte de no dar nada por dicho o hecho, podemos tener amores húmedos, y también tener amores líquidos, en sociedades líquidas, con masculinidades líquidas…