El siguiente relato es de ficción. Habla en primera persona una mujer también de ficción. Pero está escrito sin embargo por un hombre que se dirige a otros hombres.
Tanto ellos como yo aspiramos a empatizar con esas mujeres con las que nos relacionamos cada día en múltiples ámbitos. Están recopilados algunos rasgos escuchados a eellas. Son unas mujeres actuales.
Tanto ellos como yo podemos mirarnos en numerosos espejos como este con la intención de desprendernos del machismo, y aprender a ser hombre en una sociedad que dice querer trabajar por la Igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres, en una sociedad cada vez mas igualitaria.
¡En estos momentos no necesito vivir con ningún hombre!
Lo normal de las mujeres como yo, que ya hemos cumplido los cuarenta años, hemos tenido varias parejas sexuales en toda nuestra vida. En la misma situación también se encuentran varias de mis amigas. En mi caso concreto, se puede contar con los dedos de una mano las relaciones “serias” que he tenido, que son aquellas relaciones más o menos largas con un mínimo de vocación de permanencia o compromiso.
Tanto ellos como yo aspiramos a empatizar con esas mujeres con las que nos relacionamos cada día en múltiples ámbitos. Están recopilados algunos rasgos escuchados a eellas. Son unas mujeres actuales.
Tanto ellos como yo podemos mirarnos en numerosos espejos como este con la intención de desprendernos del machismo, y aprender a ser hombre en una sociedad que dice querer trabajar por la Igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres, en una sociedad cada vez mas igualitaria.
¡En estos momentos no necesito vivir con ningún hombre!
Lo normal de las mujeres como yo, que ya hemos cumplido los cuarenta años, hemos tenido varias parejas sexuales en toda nuestra vida. En la misma situación también se encuentran varias de mis amigas. En mi caso concreto, se puede contar con los dedos de una mano las relaciones “serias” que he tenido, que son aquellas relaciones más o menos largas con un mínimo de vocación de permanencia o compromiso.
Tuve
tres años un
poco locos con varias relaciones fugaces
con tipos muy variados, algunos muy raros. Estuvo bien. Me lo pasé estupendamente. Coincide con que pude
gastar
mucho más dinero que ahora, y no le doy más vueltas. Soy una mujer libre
y ya
no necesito contarle todo a mi abuela, ni buscar constantemente
aprobación de la gente. Coincidió esa época con un empleo diferente que
tuve en una gran ciudad. En esa época conocí hombres muy machistas de todos
los colores, algunos con muy poca conversación. También es cierto que
uno en
concreto, que se llamaba Bruno, no lo necesitaba. No engañaba a nadie,
me
ofreció desde el principio "pura relación física". En otra ocasión
reconozco que "no vi venir a un típico maltratador". Era muy
guapo, subido de arrogancia pero simpático. Al principio era muy atento (en
exceso) y coincidió cronológicamente , creo recordar, con la publicación del "desastroso libro ese" de las 50 sombras.
Hicimos cachondeo con el
tema y realmente tengo que reconocer que era tan brusco en la cama como el protagonista.
Estaba encantado con su pene, y pienso que tampoco "era para tanto". Cuando empezó
con los controles y las escenas de
celos, llegó a ser muy agobiante. Duró mes y medio, no sé cómo me
deshice de él, pero lo hice.
Comprendo que otras no pueden o tardan en darse cuenta.
Las relaciones serias, ya dije que me sobraban los dedos de una
mano. Fueron dos o tres. Con Pedro estuve casada once años. Es un buen hombre.
Tenemos rasgos de personalidad y ocupaciones
comunes y muchas experiencias compartidas. Es cariñoso, generoso, y nos compenetrábamos muy bien, con una
finísima "complicidad horizontal", pero como suele decirse para consuelo propio,
“no pudo ser”. No entiendo muy bien por qué extraña razón se empeñó en ser
padre. Lo teníamos muy hablado y acordado, pero cambió de opinión de la
noche a la mañana como quién pretende cambiar las reglas de un juego a
mitad de una partida. A mí me parece muy bien pero no soy la persona
indicada. Años después tuvo la oportunidad de serlo con otra compañera
de su trabajo. No soporto la presión social que hay tras la maternidad
obligatoria.
Con Andrés estuve siete años. Aprendí lo que es estar
enamorada, y sin duda ha sido y sigue siendo mi mejor amigo. Compartíamos las anécdotas de los trabajos, y numerosos hobbies pero la convivencia era bastante conflictiva. Con “las pasiones y las reconciliaciones” no es suficiente para que dure en el tiempo.
Mi primer amor fue el compañero de pupitre de la
universidad. Era el más “igualitario” de todos pero duró la relación lo que
duró la carrera. Todos han sido diferentes, yo tampoco he sido la misma. Es una
bobada pretender encontrar un hombre que contenga lo mejor de cada uno como si nos pasáramos la vida componiendo un puzzle pegando todos los trozos. Yo también tengo mis cosas pero eso para otro día...