Dos hombres estaban charlando en la barra de un bar. Acababan
de ver en el periódico la foto de una chica supuestamente “borracha” , en las fiestas de San Fermín, que estaba encima de los
hombros de un chico, quitándose la camiseta, y siendo vitoreada por una manada
de mozos que aullaban, seguramente también borrachos.
-“Hay mujeres que parecen un poco putas”
El hombre A lo dijo, y el hombre
B se lo criticó. Dos maneras claramente distintas de interpretar la misma cosa. No es un asunto menor. Fueron dos posturas opuestas, claras y distintas. Posteriormente lo pudieron hablar y se dieron cuenta de que no pensaban tan
distinto. Es posible que lo más probable fuera que se pasara por alto este tipo de comentarios, pero esta vez no.
-Me parece muy feo y machista que
digas eso- le dijo B.
- ¿Tu no ves que parece que le
gusta?- dijo A con intención de disculparse.
- Hay muchas cosas que se pueden decir
a eso si tuviéramos tiempo, ¿podemos hablarlo?- le respondió su amigo.
Y así fue, tenían el tiempo (y ganas) y lo hablaron.
B afirmó
que ciertamente parece que le gusta pero eso a ellos no debiera de importarles.
Le empezó a explicar que los hombres debemos tomarnos muy en serio nuestras
conductas machistas, las propias y las de los demás hombres y también deberíamos
profundizar en el trasfondo que hay en los pensamientos, sentimientos y
actitudes en todo lo que tiene que ver con las relaciones entre hombres y
mujeres.
Le propuso que deberíamos manejar con soltura los estereotipos y roles
de hombres y de mujeres, tanto individualmente como en grupos, teniendo en
cuenta si esos grupos, lo componen personas del mismo sexo o no, si conviven “varias
expresiones sexuales diferentes”, o si actúan como fratrías o "hermandades masculinas".
B le explicó que tenemos que
manejar con soltura qué es para cada uno “un hombre de verdad”, y “una mujer de
verdad”. Un bar también puede ser un buen escenario, como cualquier otro, para hablar de eso. Le dijo que debemos elegir libremente y con consciencia qué tipo de hombre en concreto
nos gustaría ser, y saber reconocer cuánto de nuestras ideas coinciden con el
modelo de masculinidad y feminidad tradicionales. Hemos de ser conscientes de los aspectos
que expresamos libremente y los que no, cómo son de distintos y cómo nos comportamos ante la diversidad propia y la
ajena.
Es muy urgente tener en consideración cómo son los mecanismos de control
social en torno a los estilos de masculinidad y feminidad.
Pues bien, después de hablar media hora sobre el tema, orientado sobre todo hacia la conducta de los hombres y menos a la de esa chica, se dieron cuenta de muchas cosas que estaban de acuerdo, aunque al principio tenía la pinta de que no se iban a entender. Al principio no estaban de acuerdo, pero después de hablarse, se dieron cuenta de que podían ayudarse mucho mutuamente. Tenían mucho en común. No estaban en un debate de la tele, por lo que no tenían que "vender ninguna moto" ni defender posturas. Podían ser sinceros. No tenían testigos, nadie a quien convencer y nada que disimular. Allí no había otros hombres. Tampoco había mujeres escuchando ni tenían que competir o “sacar pecho” delante de ellas, algo tan comúnmente interiorizado. No había que aparentar ni un caballero clásico, ni un "posmoderno hombre igualitario".
Estaban solos. Simplemente eran dos hombres “con
buena voluntad” y ganas de enterarse de qué va todo este asunto, en el siglo
XXI.
El "corporativismo masculino" que suele aparecer tan a menudo al
servicio del machismo, en el caso de estos dos amigos ha servido para ayudarse mutuamente,
comprender, y recapacitar. (Entiendo que no te lo creas, pero recuerda que son personajes de ficción de un blog de masculinidades).
Reconocieron ambos que habían
sido criados en un contexto machista, aunque también es cierto que en distinto
grado. También acordaron que ya era hora de que “eso”, reconocer una socialización machista, pueda servir de excusa para no avanzar y que por fin ya es hora de mirar para adelante.
Andrés, ese es su nombre, pidió disculpas porque frases
como la que dijo, pueden dar la sensación de que generaliza demasiado, y todas
las mujeres no son así. Tal vez la chica de los hombros se llama Teresa y no la conoce de nada como para criticarla.
La mayoría de mujeres que conocen Andrés y Bruno, dos hombres en construcción, son mujeres que explicitan claramente que se sienten feministas, o bien dicen que no lo son o no dicen nada pero que dan por hecho una
igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres, y por supuesto no van a permitir dar pasos hacia atrás.
Echaron unas risas cuando se
dieron cuenta también de algo en lo que coincidían que puede resultar muy cómodo. Los
hombres tradicionalmente han coartado la libertad de las mujeres y les han
dicho lo que tienen que hacer, cómo tienen que vestir o comportarse. Sin
embargo estos dos amigos quieren deshacerse de esa responsabilidad. Con lo suyo
tienen bastante. No se van a meter con aquellas mujeres que "jueguen con ese fuego" ¡Ellas verán! No es asunto suyo. Es muy cómodo. La energía deben destinarla a criticar a aquellos otros hombres que se propasen, o tengan actitudes sexistas o machistas, reconociendo que es un proceso del que ningún hombre se libra.
Bruno le explicó a su amigo que una
sociedad machista, cuando hay un abuso sexual o violencia contra las mujeres,
despliega multitud de elementos sociales que tienden a justificarlo, culpabilizando a las
víctimas. En esos casos las mujeres tienen la culpa porque han cometido un error, han provocado o no
han cumplido una norma.
Andrés no comprendía muy bien qué relación hay en este
caso. Unos minutos antes simplemente lo que quiso decir es que creía que "Teresa" había actuado frívolamente y se
arriesgaba a que muchos hombres borrachos después se propasasen. No podía librarse de una gran dosis de "paternalismo", es cierto, pero de ahí a pensar que esa chica “tendría su merecido si algo le pasa", hay mucho trecho.
Bruno le hizo darse cuenta de lo importante
que es el dejar de poner el foco en las víctimas y no en los autores de los hechos. El alcohol es una cortina de humo, nunca debe ser atenuante. Los hombres
no son salvajes por naturaleza. Todo se aprende. La educación de los valores
también incluye la educación para hombres y mujeres, de los valores de igualdad, contra el machismo.
En su diálogo sincero llegaron hasta el final. Los dos amigos reconocieron que
nunca habían estado en un prostíbulo. Andrés le reconoce a su amigo que nunca
ha estado con una prostituta porque "no lo
ha necesitado", sin embargo admite que ha consumido bastante pornografía. Bruno sigue dándole su opinión, con la única intención de dialogar sin enjuiciar, razón por la cual han podido también estar de acuerdo en varias cosas a este respecto.
Por un lado que la
pornografía es muy machista, y denigrante para las mujeres. Andrés lo reconoce. También que la
pornografía es el "marketing de la prostitución". Y discrepan en que utilizar el verbo
“necesitar” en este caso es bastante peligroso para Bruno, porque la pendiente resbaladiza que te lleva
sin pensar a necesitarlo, está muy inclinada.
Ambos amigos se dieron cuenta de hasta qué punto tenemos interiorizado que creemos que el dinero “les pertenece a los hombres”, cayeron en la cuenta de la poca atención que se da a la educación sexual de los varones, (en este caso concreto nos fijamos en ellos) y observaron la creencia del enorme “capital erótico” que atribuimos a las mujeres sin darnos cuenta.
Conclusión: tenemos un grave problema como
“género”, o espabilamos, o no quedará más remedio que la soledad o la fuerza
bruta, es decir, violencia hacia uno mismo o hacia otras personas.
Llegado este punto, la frase del título ya
no tiene sentido por muchas razones. Ninguno de los dos hombres tienen nada que criticar a las mujeres que se dedican a la prostitución. Esta existe porque hay demanda y machismo, pobreza y exclusión. Lo que pueden hacer es exigir políticas de igualdad y contra la pobreza. El asunto de hoy es muy diferente. Teresa también puede hacer lo que quiera. Andrés a partir de hoy se compromete a eliminar estas expresiones de su lenguaje para que su pensamiento pueda crecer. Tenemos mucho camino por recorrer...