¿QUIÉN SOY?




Este es el blog de MANUEL BUENDÍA BERCEDO. Pretendo mostrar una propuesta profesional y particular acerca de la Igualdad de Género y las Masculinidades. Veremos algunas respuestas a la pregunta anterior pero sobre todo, haremos muchas más preguntas para invitar o implicar a otros hombres en la Igualdad.



viernes, 29 de marzo de 2019

¿La Masculinidad tradicional es perjudicial para la salud de los hombres?



El modelo tradicional de masculinidad nos hace creer  que el ideal de hombre, el "hombre de verdad" es joven, sano y fuerte. Ese es el envidiable y auténtico macho alfa, al que aspiran la mayoría y consigue sólo el que puede ¿Tú también lo crees?

Muchas veces, conversando con chavales jóvenes, de la ESO, tirándoles de la lengua he escuchado decir:

¡No te engañes Manuel, son los que se llevan todas las tías (en plural) y la envidia de los colegas!

El género (las relaciones de desigualdad entre los sexos, o las actitudes machistas) está presente en todos los campos o problemáticas de la salud, ya sea en la generación de la enfermedad, el desarrollo de la misma o la necesidad de cuidados. Estamos hablando de una antropología del cuerpo con perspectiva de género donde ponemos el foco en la construcción de la identidad masculina. El género tiene efectos en el cuerpo y en la salud de los hombres.

La perspectiva de género como categoría de análisis, nos regala las diferencias en los procesos de salud-enfermedad de mujeres y hombres.  Por eso los programas educativos y de promoción de la salud  que queramos poner en marcha deben tenerlo en cuenta necesariamente para hacer una prevención específica en chicos y en chicas, para que sirvan (¡No barramos debajo de la alfombra!)

Un niño todavía no es un hombre. Tiene que “hacerse hombre” y superar las pruebas que el sistema le pone. Tiene que transitar por un rito de iniciación  hacia la masculinidad. Los chicos no lloran, tienen que ser fuertes, "no afeminados ni maricas", han de disimular y hacer como que el dolor no existe. Tienen que hacerse “ hombres duros”. Todo esto es la pedagogía patriarcal clásica.

Los hombres sensibles, que demuestran altas competencias hacia la ternura, políticamente realizan un acto de insurrección, y automáticamente quedan relegados a una masculinidad subordinada.

Todo esto está muy influido por el grupo de iguales. Ellos se van guiando o enseñando unos a otros. En las pandillas aprenden a ser hooligans o a actuar como una manada.

Si nos detuviéramos a pensar en todos y cada uno de los elementos en los que nos fijamos cuando vemos o tememos que nuestros hijos “se juntan con malas compañías”, nos daríamos cuenta de que todos esos  elementos están relacionados con los costes de la masculinidad tradicional, es decir, con una dieta menos sana, un consumo de alcohol o drogas, la exposición al riesgo, o en el caso de las chicas "engancharse emocionalmente al más macarra de la clase"( esto último entre muchas comillas).

El hombre enfermo tampoco es un hombre de verdad porque es débil y necesita ayuda y cuidados. Los cuidados del "hombre de verdad" tiene que quedar claro que son privilegios. El término “Hombre enfermo” (para ese macho alfa) se vuelve un oxímoron porque hay una parte que se contrapone con la otra. Una vez que enferma se devalúa como hombre. Cuando enferma queda atrás la época en la que se sentía quizás autosuficiente, invencible, podía con todo como pasarse las noches en blanco, beber cerveza sin emborracharse, o poner el cuerpo a tope. Todos son elementos socioculturales que afectan directamente a la salud. Lo específico de este blog es hablar de esto.

Está demostrado que los hombres por lo general retrasan las señales de alarma corporales y posponen la visita al médico o médica. Muchos aún se hacen los remolones para que sea la mujer, en sus roles tradicionales femeninos de cuidadora de toda  la familia, quienes pidan citas para él, compren las medicinas y se responsabilicen de que las toman. Dicho sea de paso, dados los porcentajes de acceso de mujeres a la medicina, pronto será muy raro encontrar un hombre "dentro de la bata o detrás del fonendo".


¿Un hombre con una discapacidad o una  lesión crónica  es medio hombre? Así lo ve el modelo tradicional. Normalmente no reflexionamos sobre los rasgos de género y masculinidades que hay detrás de cada “pérdida corporal”. El autoconcepto es un constructo que se elabora según la experiencia personal, las conclusiones que cada cual se hace de sí mismo, y el espejo de lo que nos devuelven los/las demás. Los hombres se han socializado desde niños haciendo pulsos, y conociendo sus competencias deportivas o el atractivo corporal. Las chicas por su parte, saben si son “atractivas para los hombres”, o “tienen sobrepeso”, rasgos muy condicionados por los estereotipos de género. Esa identidad corporal  elaborada,  refleja la relación que cada persona tiene con su propio cuerpo, con las desigualdades de género que parecen estar tatuadas.

Otro ejemplo en el que se concreta “cómo se aprende a ser hombre” es en la práctica deportiva, muy relacionado con la salud.

El deporte en sí mismo durante décadas contribuyó a recalcar la superioridad social de los hombres, de la misma manera que resultó fácil  demostrar una superioridad de fuerza  física.

Los valores reforzados en el deporte desde siempre han sido los que se asociaban a valores masculinos como la fuerza física, la competitividad, la agresividad, el protagonismo o el liderazgo ¿Hasta qué punto esto está en cuestión y ya está superado en parte?

Hemos hablado a menudo en este blog del valor simbólico del deporte femenino. El acceso de las mujeres a los deportes, y el hecho de que muchas consigan éxito, medallas, etc, supone la contundencia de ser  referentes positivos para niñas y chicas  jóvenes.

Pues bien, esta conquista femenina  (otra más) es  una de las mejores cosas que nos puede pasar a los hombres.

Se logran dos efectos. Se avanza un paso más respecto a  cerrar una brecha de las desigualdades de género, y por el otro lado nos pone más fácil el soltar los lastres de la masculinidad tóxica de los que cada vez más hombres queremos desprendernos. Así nos acercamos a una posición mayor de igualdad, y a la vez de respeto a la diversidad, donde mujeres y hombres nos vamos librando de los estereotipos de género.

Me ha resultado simpático encontrarme por primera vez que un partido de fútbol femenino sea la "apuesta principal del día". Llevo años observando ese cartel y es la primera vez que aparece. Ver la foto.

El deporte para mi tiene más sentido cuando es saludable. El ejercicio físico es una forma de autocuidarse. Es necesario aprender a cuidarnos para poder  cuidar  y ayudar a las demás personas , a otros cuerpos que tenemos cerca: mayores, menores, amigos/as , parejas… Todo esto es otro constructo aprendido y puede cambiar, se puede aprender uno nuevo.

Otro aspecto del que hemos hablado a menudo es la relación de la masculinidad y los factores de riesgo. Está demostrado el mayor nivel de siniestrabilidad vial de varones jóvenes.

Viendo algunos anuncios de la publicidad sexista, nos damos cuenta de todo el catálogo de la pedagogía patriarcal hacia los hombres. El automóvil como arma de poder y dominación ¿Habíais pensado alguna vez la razón por la cual a muchos hombres les gusta conducir y no confían cuando lo hace su pareja? Coches caros y de motores potentes como indicador de masculinidad junto a la cosificación de las mujeres. Y por si no fuera suficiente queda escrito un mensaje muy claro para ellas: ¿desde cuándo a alguien le importa si eres bella por dentro? (Ver la foto).

La conducta al volante tiene mucha relación con la salud o la integridad corporal y el patrón cultural de masculinidad. El que los chicos jóvenes se maten en carretera e involucren a otros muchos automóviles (matan mucho más que mueren) es algo que se naturaliza, se normaliza,  para no tener que prevenir con perspectiva de masculinidades. (Es tabú).

Resulta curioso pero la brecha de género de  la accidentabilidad se cierra con los años. Un hombre mayor se comporta casi parecidamente a una mujer mayor. Parece que la variable edad, es más fuerte que la de género. Pensemos que muchos hombres cuando son padres “sientan la cabeza”, y reconocen que conducen más despacio y se exponen menos. Es otra construcción cultural que se va asumiendo. Eso está bien pero habría que profundizar en el análisis.

De la misma manera que  hemos explicado a menudo en otros ámbitos, algunas Teorías biologicistas o de la sociobiología  más simple, se despachan fácilmente en esta cuestión echándole la culpa a la testosterona, esa "hormona relacionada con la agresividad "que tenemos los hombres en mayor cantidad que las mujeres, y está más elevada aún cuando somos jóvenes. Ese determinismo hormonal es muy amargo y falso. Creer así nos llevaría a afirmar que los jóvenes "cuando son muy machos, inevitablemente son  violentos, se meten en peleas, tienden a violar a mujeres en grupo o tienen inevitablemente más  accidentes en carretera, justificados o legitimados por culpa de "una hormona" . PERO NO. El clásico eje Biología/Cultura. La biología puede condicionar en cierto grado pero nunca determina. Creer así echaría por tierra el valor de la educación y nos dejaría sin esperanza ante el cambio social.

Para que quede más claro: el comportamiento agresivo y temerario está más relacionado con esos valores culturales que definen ser hombres de una manera determinada.

Apoyamos un estudio de la masculinidad basado en el análisis sociocultural y menos en las características biológicas (físicas o antropométricas) del cuerpo de los hombres. La agresividad en la carretera es debida al sistema de creencias de su autoconcepto concreto, su identidad masculina, quién se cree que es y lo que piensa que se espera de él. La masculinidad hegemónica fomenta eso.

El lenguaje popular ya sabe diagnosticar o reconocer el estilo de masculinidad que es más “machirulo”, “macarra”, “capullo”, “chulito”, “machito”…

Todo se aprende y todo se refuerza o entrena cada día. A ser machista también se aprende y lleva mucho esfuerzo, el cual es forjado día a día.

La identidad masculina necesita continuas demostraciones de virilidad, constantes alardes (infinitos), pequeñas o grandes demostraciones, y necesitan la aprobación de otros hombres (la cuadrilla). En cada caso se muestra el poder y la capacidad de dominación a otros hombres más flojos, maricas, y mujeres… (en ese orden de jerarquía).

Corriendo riesgos, muchos hombres muestran su virilidad, su valentía. Reciben la admiración de los demás. Piensan que las mujeres los van a elegir por eso ¿Quedó claro?

El carácter arriesgado de estas conductas es precisamente lo que las hace irresistiblemente atractivas.

Forma parte de la propia cultura machista. En definitivas cuentas, la OMS ha dicho muchas veces que “la masculinidad tradicional puede ser muy dañina para la salud”.

Por eso es tan importante ajustar las estrategias educativas y de promoción de la salud. Insistir únicamente en los peligros y no en el cambio de modelo de masculinidad, es decir, seguir insistiendo en las enfermedades de transmisión sexual (ETS), cuando se implementan políticas de educación afectivo-sexual, o recalcar los riesgos y sus efectos al analizar la conducción de coches o motos, deportes extremos, etc podría ocurrir que lo pusiéramos peor, que se lo hiciéramos más atractivo sin querer. Eso ocurre porque seguimos sin incorporar perspectiva de género y masculinidades ¿Me expliqué? ¡Decidme que sí, por favor!


Desde este blog siempre hemos defendido el reconocimiento de unas masculinidades plurales, unas masculinidades igualitarias o feministas, que reclaman la ternura y los cuidados como "herramienta poderosa". La educación, la prevención, la promoción de la salud incorporando todo esto, creemos que completa, enriquece los diagnósticos y los tratamientos con las categorías de análisis que han faltado siempre porque al sistema le ha interesado.