Hemos dicho a menudo, y de muchas
formas que el género es una construcción cultural (política, económica, simbólica, social…) apoyada
en la diferencia sexual. El género justifica relaciones de subordinación o discriminación hacia las mujeres por la excusa de tener un sexo u otro, por el
mero hecho de ser hombres o mujeres.
El sistema patriarcal nos dice a
los hombres que “siempre tendremos la fuerza física como último recurso, para mantener o
re-establecer el orden social”. Según esto, las mujeres son entendidas como seres imprevisibles
gobernadas por los sentimientos y la afectividad. Le son más propios la crianza y los cuidados en la esfera privada. Este es el punto de partida tradicional extremo pero ya no estamos en esa situación pura, tenemos un recorrido hecho según los casos que enriquece y también "dificulta" el análisis.
Rawelyn Connell desarrolló el
término de masculinidades hegemónicas para explicar la vida cotidiana de muchos
hombres y las relaciones de estos con las mujeres. Los hombres con un modelo de
masculinidad hegemónico ejercen la autoridad sobre mujeres y niños/as, y sobre
otras masculinidades más recesivas (hombres “flojos o maricas”). Reprimen los
sentimientos, tienen que ser tipos duros y se centran en los trabajos remunerados. Saben que se les van a evaluar como hombres en función de su trabajo (como proveedores). Una expresión abierta de los sentimientos es un claro signo de debilidad, lo opuesto a la racionalidad. Han
de huir de todo aquello que se identifique como femenino u homosexual.
Según Rodríguez, Ávila y Marín
las calificaciones más altas aplicadas por hombres y mujeres en relación a lo
que se entiende como "masculino" son: Fuerza, Brusquedad, Inexpresividad, e
Instintividad. Parece que seguimos creyendo que los hombres son así, cuando se nos pregunta a mujeres y hombres.
Pues bien, todo lo dicho afecta también a la
sexualidad masculina, que se centra en la satisfacción del deseo sexual, y en
la búsqueda del mayor número de relaciones coitales posible. Si analizamos hoy
en día las conversaciones de muchos hombres seguimos detectando esto con sus
sutiles modificaciones.
Se instala (cognitivamente) la creencia
en muchos hombres de que poseen una promiscuidad sexual desmedida, y un deseo irrefrenable
de obtener placer sexual. Resulta que esto se valora como positivo cuando a nada que profundicemos huele a "frustración". Hay numerosos chistes que hablan de eso.
Esa necesidad
de contactos decimos creer que actúa de manera instintiva.
Lo instintivo tiene prestigio social. Esto es clave. Es
la creencia de que el instinto sexual es muy poderoso. Sirve de "coartada". Insisto que esa misma idea es fuente de frustración si no se logra, como ocurre en la mayoría de las ocasiones.
Ese modelo de hombre prioriza el
acto y el goce sexual propio por encima de otras experiencias. Es egoísta. En una relación
heterosexual, el hecho de complacer a las mujeres, el conocimiento mutuo o el
cuidado, quedan muy relegados a cómo queda
expuesta su virilidad ante otros hombres, como si fuera un examen, es decir, lo
importante es quedar bien ante los demás o ante la idea de sí mismo. El mito
del don Juan sigue vivo en tanto que el intercambio coital se sigue viviendo,
experimentando, como un reto o una meta.
Por eso, estos hombres consideran
a las mujeres un objeto parcializado de deseo. Un simple objeto bello. "Objetualizar" en una única dirección es machista y misógino. Una relación igualitaria hace bailar constantemente relaciones sujeto/objeto en todas las direcciones. Quienes "objetualizan" de manera machista, cuando reciben una negativa la interpretan
como una humillación, o una pérdida de su reputación masculina.
Muchos hombres
aún opinan que las mujeres, en general, siguen estando menos interesadas que
ellos por el sexo. No les ha interesado pararse a saber si es verdad. No las
conciben como sujetos de acción ¿No ocurre esto cada
vez que se consume pornografía o se es un prostituidor?
Victor Seidler estudió que muchos hombres
elaboran discursos, cuando están con otros hombres, que suprimen los
sentimientos y deseos construidos en sus relaciones amorosas con las mujeres.
Presentan una imagen pública de su relación muy reducida. Se potencian las imágenes
que les dejan como predadores sexuales.
Todas estas ideas explican la
sexualidad como si fuera un asunto de mera biología humana. Estas ideas que remiten a la biología, reducen la
sexualidad a la fisiología de los individuos. Insistir en el instinto es un reduccionismo biológico muy destructivo. No tiene validez científica. Es pura ideología
machista con aspecto de "ciencias animales" que contribuye a “mantener cierto orden social”. Hacemos trampas.
Sin embargo, la descripción de la
sexualidad es un producto social y cultural, y no una consecuencia inevitable
de la biología.
Repito, la sexualidad y su práctica deben enmarcarse principalmente en el
campo de lo social y cultural y no de la biología. Lo biológico es un soporte
que se encarna o concreta en una práctica social, en muchas diversas en realidad. La
identidad masculina es un producto de múltiples y diversas prácticas sociales, incluidas
las conductas sexuales, muchas veces contradictorias. No pretendo "ser culturalista", es una visión integral "bio-sico-sociocultural". Aquí insisto en advertir del extremo biologicista con intenciones machistas.
Utilizo el término cultura desde
un punto de vista antropológico. Estoy hablando por tanto de un enfoque cultural de
la sexualidad masculina, con perspectiva de género.
La "cultura de la violación",
por ejemplo, es una concreción extrema
de una cultura machista. No son enfermos como los diabéticos que necesiten un tratamiento. Lo que hace falta es educar en
Igualdad y una cultura igualitaria para prevenirlas. Cuando hay un delito y
cárcel ya es muy tarde.
Wendy Hollway ha llamado “discurso
del instinto sexual” a esa fuerza interna, necesidad o impulso de apariencia
biológica, que va más allá del control voluntario. Esta autora nos recuerda que
esta creencia, totalmente artificial es como una esclavitud. Es algo así como
una creencia cultural o idea política que nos “manipula”, y no nos deja “ser
libres” pudiendo serlo ¿Tú puedes desprenderte de esta idea? ¿Has reflexionado por qué?
Describir la sexualidad masculina
construida en un discurso del instinto sexual remarca un tipo de relaciones
entre mujeres y hombres basado en la dominación y la violencia. Esta creencia
lo justifica todo. Con la excusa consciente o inconsciente del instinto, o la "esencia masculina", muchos hombres organizan su experiencia sexual instrumentalizando a las
mujeres como un mero objeto y pretenden así dominar en la relación. Espero que haya quedado claro.
Pues bien, hemos de entender que no siempre es así. Hemos de
trabajarnos la creencia de que podemos experimentar relaciones igualitarias,
cuidadoras, amorosas, afectivas, recíprocas. Tan sólo hay que ser conscientes
de que está en nuestra mano, mucho más de lo que parece que se piensa.
Hay que
desprenderse de la otra basura con la que nos socializan desde pequeños. Y tampoco
podemos conformarnos con niveles asumibles de esa idea, de baja intensidad, que simplemente "no ha llegado todavía a
ser adictivas o delictivas" y que por eso se dan por buenas, o como mal menor.
Todo lo cultural es modificable,
se puede cambiar. Esa es la buena noticia. Los determinismos biológicos son herramientas políticas para
desanimarnos, y hacernos pensar que no es posible aprender o cambiar. Es mucho más fácil
de moldear el estilo de sexualidad cuando se cae en la cuenta de las ideas que nos
oprimen. Ser hombre o ser mujer son formas de hablar, de pensar, de actuar que
se construyen social y culturalmente ¿Quedó claro?
En este blog intentamos responder
qué significa ser hombre hoy después del feminismo. Hemos de reflexionar qué
tipo de sexualidad queremos construir y sus significados. Hemos de elegir entre
creernos esas ideas que nos han inoculado, o buscar otro camino más equitativo
y positivo. Repito: nos inculcan la idea de que los hombres actuamos por
instinto, somos bruscos por naturaleza y que "ser un poco animales es guay". La ternura y la habilidad en los cuidados son cualidades masculinas aprendibles y tan culturales como las otras.
Numerosos investigadores e
investigadoras siguen demostrándonos por otra parte, que el atributo fuerza
sigue asociándose a lo masculino, visto tanto por hombres como por mujeres. Parece
algo natural. A mí no me interesa ahora
analizar las razones por las que mujeres digan buscar hombres varoniles y fuertes para que las protejan. También se lo inculcan. El término
“fuerza” es muy polisémico además.
Rodríguez, Ávila y Marín, piensan que
deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿ser representados con el atributo
fuerza nos convierte al género masculino en detentadores de poder?, ¿es algo
automático?
Queremos creer que no porque si
así fuera, nunca abandonaríamos del todo “la fuerza física” (en bruto), como
variable principal para la concepción del mundo.
Hoy por hoy el talento, la capacitación, la inteligencia, o el dinero (la herencia en la mayoría de países se distribuye por igual tanto a mujeres como hombres) son otras variables que van cobrando más peso. El poder se obtiene de muchas maneras, y la fuerza puede ser sicológica o de otro tipo. Va habiendo cambios que hay que analizar respecto a la fuerza.
Hoy por hoy el talento, la capacitación, la inteligencia, o el dinero (la herencia en la mayoría de países se distribuye por igual tanto a mujeres como hombres) son otras variables que van cobrando más peso. El poder se obtiene de muchas maneras, y la fuerza puede ser sicológica o de otro tipo. Va habiendo cambios que hay que analizar respecto a la fuerza.
Lo masculino no tiene un
contenido en sí mismo sino que es relacional, en relación con lo otro o “la
otra”.
La idea machista de hombre fuerte y dominante se retroalimenta con la figura de “una mujer dócil”. El concepto de “sexo débil” aplicable a lo femenino parece que va cediendo poco a poco, sobre todo en Occidente. Ya no cuela. Es todo más sutil. La resistencia, la resiliencia, etc son sinónimos de fuerza más sicológicos que se van instalando cognitivamente en "lo femenino", tanto en ellos como en ellas. Cada vez hay más trabajos donde la fuerza física no es necesaria, máquinas fáciles de usar, direcciones asistidas de camiones, etc Muchos hombres por su parte van abandonando estilos de identidad que necesita mucha intensidad en el desgaste físico.
La idea machista de hombre fuerte y dominante se retroalimenta con la figura de “una mujer dócil”. El concepto de “sexo débil” aplicable a lo femenino parece que va cediendo poco a poco, sobre todo en Occidente. Ya no cuela. Es todo más sutil. La resistencia, la resiliencia, etc son sinónimos de fuerza más sicológicos que se van instalando cognitivamente en "lo femenino", tanto en ellos como en ellas. Cada vez hay más trabajos donde la fuerza física no es necesaria, máquinas fáciles de usar, direcciones asistidas de camiones, etc Muchos hombres por su parte van abandonando estilos de identidad que necesita mucha intensidad en el desgaste físico.
Muchos hombres expresan y reconocen que lo
femenino lo asocian ya a “inteligencia”, “educación”, “responsabilidad” (puede
ser esta otra forma de fuerza moral). Pero a continuación añaden en privado que ya no hace falta que las mujeres
sean débiles o sumisas sino que lo parezcan, que “se lo hagan”, o que se lo
hagan creer a ellos. Es un espejismo de control. Pensad en las personas que conocemos que juegan a esto. La famosa crisis de la
masculinidad tradicional actualmente está dibujando situaciones donde el caduco ego
masculino pide comida estupidamente. Es muy bobo, pero es como si en vez de ponernos las
pilas los hombres, y “empoderarnos” desprendiéndonos del machismo viejo e
inútil de verdad, pretendiéramos buscarnos los últimos oasis de nostalgia patriarcal. El mundo de la pornografía y prostitución es un "gran oasis patriarcal". A veces,
hablando también con algunas mujeres dicen jugar a eso, negocian así para no discutir.
Y por otra parte, ¿qué hacemos
con la fuerza bruta? ¿Qué hacemos ahora con esos hombres en el siglo XXI que se van
dando cuenta de que únicamente consiguen lo que quieren a lo bruto o por la
fuerza? ¿Acaso no es una inconsciencia dejarlos desatendidos o sin explicitar el debate?
Las mujeres, a su vez, también
están socializadas en sociedades machistas en todo el mundo. El patriarcado les dice a las niñas
que tienen que ser princesas, guapas, bellas y delgadas, "preparadas para la
mirada del hombre". La famosa talla 38, que actúa como un "burka de occidente" según Fátima
Mernissi.
El equipo arriba citado nos
advierte igualmente por ejemplo del tránsito de “belleza” a “coquetería” estudiado
en un grupo mayoritario de jóvenes mexicanos de ambos sexos. Hace tiempo se atribuía simplemente como
cualidad de “lo femenino” la belleza (“las mujeres son bellas”), y últimamente
aparece mucho más ponderada la
coquetería (“las mujeres son coquetas”). Si nos fijamos supone admitir algo más
de capacidad de agencia que el mero hecho de ser objetos. Una mujer coqueta que
utiliza sus “armas de mujer”, como diría la película, (¡las armas de los
hombres son las otras!), "aparentemente" se va empoderando por un camino que no
cuestiona nada, acepta las reglas del juego del sistema, aprenden a nadar en un mar machista.
Al estilo de Bourdieu, aparte del capital
económico monetario, también está el capital social o el capital cultural, donde está incluido el
conocimiento. Y de la misma manera, la socióloga Catherine Hakim, habla de
capital erótico para referirse a una combinación del atractivo estético, social y sexual, especialmente
hacia el sexo contrario, para obtener beneficios. La autora lo explica como una
inversión inteligente en la propia imagen. Entiendo, pero me tiene muy
preocupado esa deriva. Ese no puede ser el camino, aparte del sesgo machista que tiene al aplicarlo
sobre todo a las mujeres puesto que el terreno está muy abonado. Indirectamente deja intactas las reglas del juego machista.
En este blog hemos dicho muchas
veces que los avances feministas también nos benefician a los hombres
igualitarios (por definición). Tenemos que prepararnos para vivir en Igualdad
con mujeres empoderadas, autónomas y poderosas. Pienso sinceramente que es preferible
empoderarse por las capacidades y no por el aspecto, tanto unos como otras.
Termino con una anécdota
personal que me dejó preocupado. Funciona como indicador de cómo se avanza. Conocí en una ocasión a una mujer muy inteligente, con habilidades
sociales, podemos decir ahora con altísimo capital erótico. Teníamos que tratar un
asunto que no viene ahora al caso. Intentó jugar conmigo y manipularme, al menos así me sentí. Confieso mi vulnerabilidad en otros aspectos, "pero no en ese". Soy un hombre que aspiro a ser pacífico, incluso pacifista, y muchas veces lo que me siento es "inofensivo", sin poder ni fuerza física pero confiado en mis posibilidades.
Está bien, ellas tienen su derecho de intentarlo como quieran. Pero en este caso reconozco que llegó a ponerme nervioso. Fue una situación a la que no estoy acostumbrado. Lo cuento porque tengo la sensación de que le enfadó que yo no respondiera como se esperaba, (como responden los hombres), o como parece que estaba ella acostumbrada. No afirmo que esté equivocada, simplemente no hablamos el mismo idioma, y conmigo esa vez no funcionó.
Creo sinceramente que tengo la suerte de estar en el proceso de intentar liberarme de la basura del instinto sexual y la fuerza bruta de la que hablaba al principio. Así de simple.
Está bien, ellas tienen su derecho de intentarlo como quieran. Pero en este caso reconozco que llegó a ponerme nervioso. Fue una situación a la que no estoy acostumbrado. Lo cuento porque tengo la sensación de que le enfadó que yo no respondiera como se esperaba, (como responden los hombres), o como parece que estaba ella acostumbrada. No afirmo que esté equivocada, simplemente no hablamos el mismo idioma, y conmigo esa vez no funcionó.
Creo sinceramente que tengo la suerte de estar en el proceso de intentar liberarme de la basura del instinto sexual y la fuerza bruta de la que hablaba al principio. Así de simple.
Llamo la atención sobre la
evolución perniciosa de otra creencia. Decíamos al principio que las mujeres
son seres afectivos imprevisibles en un modelo patriarcal arcaico. Cuando se tiene el poder patriarcal, esa imprevisibilidad hace descansar el problema en las mujeres. Estaban a salvo. Pero en realidad hoy el problema de "déficit de comprensión" hacia mujeres empoderadas se vuelve en contra y hace más evidente que el problema lo tenemos nosotros (cuando ocurre) ¿Me expliqué? Esto es novedoso.
Escuchamos que las mujeres son incognoscibles para ellos debido a que los hombres somos más simples, más básicos. ¿Os suena? Es otra creencia biologicista, falsa e intencionada. Aquellos hombres que se están quedando retrasados en temas de igualdad les va a costar mucho comprender si no espabilan y si no se trabajan emocionalmente con carácter urgente. Yo simpemente aviso.
Para terminar y relacionarlo
todo, por si no fuera suficiente, numerosas autoras nos están advirtiendo y alarmando del exponencial consumo de la pornografía, (la cultura del porno) en
todo el mundo, que se inicia precozmente a partir de los once años. En ella se aprende la
normalización de la violencia en el sexo, y la misoginia. La educación sexual que reciben los hombres a todas las edades es eso, y tiene consecuencias. Es el producto que
más fomenta la creencia del discurso del instinto sexual. Me parece que es una
bomba de relojería, después de todo lo dicho. Con el caso de la manada tuvimos
la oportunidad de reflexionar sobre estos temas.
Escuchamos que las mujeres son incognoscibles para ellos debido a que los hombres somos más simples, más básicos. ¿Os suena? Es otra creencia biologicista, falsa e intencionada. Aquellos hombres que se están quedando retrasados en temas de igualdad les va a costar mucho comprender si no espabilan y si no se trabajan emocionalmente con carácter urgente. Yo simpemente aviso.
Con toda la intención coloco esta imagen sobre prostitución y trata al lado de un comentario sobre pornografía. Este último es el marketing previo de aquel. |
El mundo está cambiando. Es
posible el cambio en los hombres. La mayoría lo estamos haciendo a distinta velocidad. Estamos avanzando en aspectos
favorables a la Igualdad aunque quizá lo hacemos a trompicones. Queda todavía mucho, pero junto a la nueva situación estamos
alimentando también futuros cánceres que brotarán si no los atendemos debidamente: el "instinto", "la fuerza bruta", la pornografía-prostitución... La prostitución está relacionada con la exclusión social y la feminización de la pobreza. Llevar el debate hacia las escort, "mujeres de compañía de lujo" (mujeres con alto capital erótico, que manejan mucho dinero y escogen a sus clientes), es otra creencia machista muy intencionada. Inocula en los varones la idea de estar entre la espada y la pared, entre el instinto, y la fuerza bruta, según el dinero que tengan. Me niego a todo esto.
Una educación afectiva sexual
sana e igualitaria debe formar a las chicas a no objetualizarse, entrenar a
los varones para que aprendan a no ver a sus compañeras como objetos, a
desprenderse del instinto, de la brusquedad, a gestionar modalidades positivas (metafóricas) de
la fuerza, y a expresar todo tipo de emociones, antes de convertirlas en ira. Como hombre en construcción, libre de esa basura, quiero para mí relaciones sexuales libres y felices, con mujeres empoderadas, libres y felices.