El viernes 17 de Octubre
participamos cerca de cien profesionales en las jornadas organizadas por Cipsa (Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud) sobre "Intervención con víctimas de violencia de género.
Procuro no faltar nunca a esta cita
anual del equipo de Cipsa. Les felicito y agradezco que año tras año lo siguan organizando. Es el coordinador de la jornada mi amigo y colega Carlos San Martín.
Poco a poco se va cuajando además una relación de amistad y colaboración multidisciplinar entre quienes
asistimos desde hace casi diez años.
Todas las intervenciones
de dicho centro incorporan una perspectiva de género. Realizan y han realizado una labor con víctimas de violencia de género muy
extensa durante años .
Debo decir que tanto la representación de la mesa inaugural, como las personas expertas del resto del programa fueron paritarias, y eso no sucede nunca por casualidad. Hay que procurarlo activamente, y en este caso sin resaltarlo.
Sin embargo no puedo decir lo mismo de las personas asistentes. Los profesionales varones fuimos un 15%. Por consiguiente un 85% de mujeres. Contribuyen a eso que algunas profesiones representadas son de las más feminizadas actualmente en la sociedad. Profesiones muy feminizadas tratan con personas y son las que atienden a este tipo de mujeres. En estos datos indiscretos se aprecia aún la brecha de interés.
Las profesiones representadas son
muy variadas. Una lacra social tan compleja como esta requiere de una coordinación
interdisciplinar. La violencia de género requiere una colaboración íntima
entre profesionales que intervenimos tanto en prevención como quienes han
de hacerlo en los diferentes grados de la escalada de la violencia y atención a las mujeres.
Representantes de las instituciones, de la justicia, la rama sanitaria en un sentido muy amplio, la sicología, la educación, el trabajo social, los cuerpos y
fuerzas de seguridad del Estado etc
Voy a nombrar algunas ideas que
me han hecho reflexionar este día:
Cuanto más escucho y observo las
reflexiones y experiencias en el campo del derecho de familia, la abogacía, en las
denuncias de la violencia machista, o las órdenes de alejamiento, las sentencias
condenatorias, todo eso, vuelvo a sacar dos conclusiones fundamentales:
1- Es
fundamental la PREVENCIÓN. A menudo llegamos tarde.
2- Es
fundamental una educación en Igualdad, especialmente para los varones de todas las edades.
Hace falta una pedagogía de las masculinidades positivas, un aprendizaje NO
machista de las conductas.
La violencia de género es una
lacra social aparentemente conocida por la población general pero sin embargo
lo que aparece en los medios de
comunicación es la punta de un iceberg. Existe por debajo mucha violencia
sumergida, y numerosas prácticas machistas que están normalizadas.
Las mujeres
víctimas se encuentran solas. Hemos de estar a su lado,
acompañándolas sin sobreproteger.
Quiero recordar una vez más que
hombres y mujeres hemos de tratarnos bien. Buenos y malos tratos se dan o
pueden darse en todo tipo de relaciones personales, por supuesto. Los y las profesionales
hablamos de violencia doméstica, o nos referimos a ese término en todas las modalidades de violencia que se dan
entre diversos miembros de la familia ( de menores hacia los adultos, o hacia ancianos, malos tratos de la mujer al marido, entre cuñados... En la sintomatología de los procesos de divorcio
se pueden dar muchas situaciones variadas de pareja.
Ahora bien, la violencia de género es
algo diferente. Es la violencia que ejercen unos hombres hacia sus parejas o exparejas
por el mero hecho de ser mujeres. Es el delito que cometen aquellos hombres que
someten, subordinan a sus parejas y que en caso de necesidad utilizan la
fuerza, y la violencia, cuando no les vale la violencia simbólica o verbal. Lo ejercen hacia las mujeres porque así mantienen un orden social, y las confinan a "las tareas propias de mujeres". Hablamos de GÉNERO porque es una "interpretación normativa, cultural o social machista apoyada en la diferencia sexual".
¡Por ser mujeres! ¡"Por ser malas mujeres que necesitan un correctivo por parte de hombres de verdad"! (Entre comillas) ¿Se entendió? Es algo que repetimos constantemente de mil maneras.
Me preocupa una cuestión.
¿Qué
significa que se diga desde la judicatura, en el área específica de violencia de Género, que "tanto la víctima como el maltratador tienen su cuota de responsabilidad"?
Quizá no lo entendí bien.
Admitamos que hay una dependencia emocional
mutua. Según Carlos san Martín el coordinador experto de la jornada, nos recordó según experiencia que,
contrariamente a lo que pueda pensarse muchas veces, hay mucha más dependencia
del maltratador hacia la víctima que al revés. El maltratador necesita tener sometida a su
víctima. Necesita tener una víctima a la que someter.
Veámoslo de otra forma. Admitamos igualmente desde luego que una mujer empoderada, y con unos niveles
de autoestima altos, (que no se suelen dar en una víctima), con una autonomía personal o una
independencia económica altas (también bastante raro), va a ser más fácil que en el supuesto caso de una paliza, denuncie
y se aleje de su maltratador.
Y cuando no se dan todos esos elementos positivos, (que es lo habitual), en caso de palizas y malos tratos va a resultar más difícil la denuncia y habrá que informarla bien, y ayudarla a que lo haga entre otras cosas.
Pero de ahí, a resaltar una cuota de responsabilidad cuando no se comporta como los profesionales desean según su lógica, me
parece que se presta a error.
Forma parte del cuadro
precisamente el que ellas puedan normalizar los celos, o tengan unos niveles de
dependencia emocional altos.
Forma parte de la especial dificultad del caso que ellas retiren las denuncias muchas veces, o que se nieguen a declarar en contra de su maltratador puesto que NO tienen la obligación de hacerlo. Puede ser.
Forma parte de la complejidad del caso que en algunas órdenes
de alejamiento se crean ellas las mentiras de ellos cuando les dicen que se arrepienten ¡Por favor nunca olvidemos que se trata del hombre que un día eligieron, o que es el padre de sus hijos e hijas. Se hacen ilusiones de que el marido recapacite o escarmiente con la denuncia.
En el
ciclo de la violencia hay etapas de “nuevas lunas de miel”, donde los miembros de la pareja
pueden construir un castillo de naipes fantasioso que se desmorona en el
siguiente brote.
Ahora bien, resaltar la responsabilidad de ellas en todo esto cuando NO obedecen o hacen caso de los múltiples consejos que les damos los y las profesionales…¡Umm, no sé! Tiene
que haber otras maneras para que ellas se vean fuertes y no ocurran estas cosas.
Insisto en que los hombres
debemos construir una masculinidad positiva, igualitaria sin comportamientos
violentos ni posesivos.
Cuando el juego es desigual, creo
que afirmar desde la judicatura que “sicológicamente se ha llegado a una situación de abuso por las
dos partes, que han actuado de una manera disfuncional”, cuando menos, es
susceptible de malinterpretación o de ser utilizado por los maltratadores para
equidistar algo que no es comparable.
El debate profesional es tan complejo como sensible.
Resalto de nuevo la prevención y
la necesidad de desarrollar mejor todos los elementos preventivos, educativos,
asistenciales, etc de la ley del 28 de dic de 2004 de violencia de género. Ley. Queda mucho por desarrollar aún, y si técnicamente hubiera que cambiar algo o mejorar, supongo que las leyes son vivas en el transcurso de su aplicación.
Podemos estar de acuerdo todos
los profesionales en que NO hay que utilizar a los y las menores como arma
arrojadiza en las rupturas. Y la práctica nos demuestra que todos los
días los maltratadores lo hacen para seguir haciendo más daño.
Pienso que un hombre maltratador
NO es un buen padre. Un padre que aplica un modelo machista de posesión, de sumisión
a la víctima o de violencia hacia su
pareja o expareja , y en muchos casos también a los hijos o hijas directamente, no puede ser buen padre. Creo que es algo obvio por la propia definición de padre y por la de maltratador. Antes de que exista una sentencia firme, cuando hay
indicios, de una manera preventiva tenemos que ser muy cuidadosos.
Estamos de acuerdo en que lo
importante es el interés y la seguridad del menor y que hemos de fomentar modelos positivos,
en lugar de los modelos violentos que se perpetúan por medio de la propia violencia y
la injusticia de las desigualdades.
Aquel buen padre que se vea
envuelto en algún suceso del que no sea culpable, por las razones que sean, tiene
que saber que el tiempo quita o da razones. Un poco de paciencia. Por eso es tan importante que
vivamos en un ambiente previamente igualitario donde tengan opinión todos los agentes sociales, la familia de ambas partes, amigos y amigas, toda la sociedad.
Nos recordaban también en las jornadas, desde las
instituciones, unos datos oficiales aterradores. Que 600.000 mujeres son víctimas en
España, de las cuales el 70% tienen hijos o hijas.
Que 840.000 menores viven en
ambientes de violencia y muchos más de la mitad reciben la violencia directa.
Diez menores han sido asesinados por su padre en la última década. La escalada
de la violencia tiene muchos grados, no son simples conflictos y tenemos que decir NO cuanto antes.
Insisto una vez más en la
PREVENCIÓN y en dotar más recursos económicos hacia ella. Es más fácil educar que re-educar nos decían en las conclusiones.
Y hemos de saber que es un tema
de salud pública que afecta a toda la sociedad y que la labor de las
masculinidades o el trabajo de ahige por poner algunos ejemplos que me corresponden pueden ser necesarios para ayudar a parar esta lacra. En equipo, en sintonía con el resto de profesionales, en equipos multidisciplinares.
Nos recordaban que las mujeres
víctimas no denuncian muchas veces por tres emociones principales:
1- Vergüenza.
Quien se supone que debía quererla, sin embargo la maltrata.
2- Miedo.
A las represalias, al futuro…
3- Culpa.
Para colmo, durante años se ha llegado a creer el discurso del maltratador de
que ella es la culpable de lo que le ocurre, por no ser lo suficientemente
sumisa, o cuidadosa…
Todo ocurre poco a poco, de una
manera insidiosa, sin darse apenas cuenta… A la población general que no lo vive, ni conoce casos próximos le cuesta entenderlo, y responde de oidas ante opiniones interesadas.
Me he llevado de las jornadas
profesionales tres aspectos que quiero hoy compartir desde este blog de
masculinidades con vosotros y vosotras.
1) El
maltratador suele expresar que se siente provocado. Así echa balones fuera o
evita el sentirse responsable de su conducta o de no saber controlar su ira.
¡Hemos de
aprender a ser responsables y sujetos de nuestras ideas, nuestras emociones y
nuestros actos sin excepción!
2) El
maltratador minimiza, le quita importancia al asunto. Puede ser lógico porque en muchos
ambientes se le disculpa, se le justifica, se le quita importancia. Se puede decir que está acostumbrado.
¡Es un asunto muy grave! ¡Es terrorismo machista!
3) El
maltratador ve que el uso de la violencia es eficaz. Le sirve para solucionar
ciertos conflictos a su modo, o le sirve para imponerse, o para disuadir a quien es menos fuerte. La
violencia mal-educa con su fuerza, y sirve a quien la ejerce. Se sale con la suya a ojos del maltratador. Por eso es tan importante lo que vean los menores (no lo que les decimos con palabras o sermones).
¡Debemos
responder toda la sociedad y plantarle cara, cada cual desde nuestro puesto de
trabajo, nuestra casa, desde nuestro interior! ¡No podemos consentir que la violencia sea solución para nada!
P.D: Por cierto, como suele suceder en todos los eventos de estos temas, "vamos perdiendo hombres a lo largo de la jornada". Nos cansamos antes. En el momento de la despedida o la clausura de estas interesantes jornadas, eramos únicamente un 10% de hombres...
¿Dónde perdemos los hombres incluidos los profesionales de la violencia de género?
Seguiremos nadando contracorriente a pesar de las dificultades...