En nuestro trabajo cotidiano observamos lo aparentemente difícil que resulta a menudo que la gente de la calle detecte actitudes machistas, o reconozca las conductas propias de un sistema
patriarcal. A veces es muy fácil verlo y otras veces no, queda en un plano inconsciente. Suele haber intenciones estratégico-políticas más o menos explícitas cuando no se quiere ver. A menudo damos por hecho o parece que actuamos como si se hubiera logrado una igualdad en los supuestos países
ricos y occidentales (en realidad es un espejismo si te fijas), y por eso “nos echamos las manos a la
cabeza” cuando aparece cada día en las noticias una mujer asesinada por su marido, una
violación o un acoso en un puesto de trabajo. Algo parecido a una situación de otra época o de países atrasados. Puede ser más fácil verlo en otras expresiones culturales y lo que pretendo hoy no es más que un simple ejemplo, de los cientos que podríamos usar. Puede sernos útil para reflexionar y para mirarnos en el espejo.
Gunter Wagner en su excelente
monografía sobre los Bantúes de Kavirondo de Kenia nos desarrolla una serie de
aspectos, muy interesantes para considerar en este blog.
1- La
circuncisión de los jóvenes varones. El rito de iniciación a la masculinidad es
el acto social más importante de esta etnia. Se realiza en forma de ritual, cada pocos años, a todos los varones
que se aproximan a la edad adulta. Tienen que superar pruebas físicas muy duras, al límite de la humillación, al alcance de
todo lo que tiene que representar un hombre de verdad, un auténtico guerrero.
El padre muy orgulloso ofrece públicamente “una fiesta de la carne”. Aquellos
circuncidados a la vez, forman parte de los llamados “grupos de edad”. Quienes forman dicho grupo
mantienen unos lazos de ayuda mutua y camaradería para siempre. Fratrías
masculinas como estas, si nos paramos a pensarlo, las encontramos actualmente aún
en numerosas instituciones actuales (académicas, laborales, deportivas, sociales, financieras...). Son la base de la mayoría de las relaciones económicas. La mayoría de las novatadas de los colegios mayores
de las universidades, por poner un ejemplo o los ritos de acceso a numerosos equipos deportivos o
instituciones conservan unos valores simbólicos que tienen esa misma función práctica. Quien acepta ser “como
uno de ellos” a la larga se traduce en numerosas ayudas profesionales o de otro tipo, en el futuro. Por ejemplo, volviendo a nuestro ejemplo, tenemos a "los logoli", una de las tribus Bantú que describe
Wagner, que ridiculizan a quienes no superan las pruebas, y eligen no realizarse la
circuncisión “ritualizada”. Entonan canciones que repiten, donde recomiendan a los
muchachos cobardes a refugiarse entre los “luo” porque las mujeres “luo” se
conforman con hombres no circuncisos. Allí las mujeres tienen una mayor capacidad de agencia. Espero que se perciba fácilmente la transcendencia que tienen anécdotas como esta y lo util que resulta para el cambio social, y en particular, para el cambio en los varones, tanto en sociedades como esta o como simil que nos inspira en ejemplos más cercanos.
2- Competencias
de lucha de los guerreros Bantúes para mantener viva la virilidad. El uso de la
fuerza y la práctica bélica es el factor social principal. Los mejores
luchadores son los que adquieren un prestigio social máximo. Según ellos son admirados y deseados por
las mujeres y son los que pueden elegir. No olvidemos que cualquier hegemonía necesita del respaldo de todas las partes.
Sabemos que estas “peleas con sangre” de otros tiempos son sustituidas actualmente por partidos de fútbol, como nos advierte Wagner.
Imagino igualmente querida lectora, querido lector, que observes lo provocador que resulta todo esto para nuestra cotidianidad. Tanto por el lado del valor social del fútbol entre otros deportes, o actividades como la caza. En este blog han ido apareciendo numerosos alardes de virilidad de un modelo de masculinidad tradicional.
Sabemos que estas “peleas con sangre” de otros tiempos son sustituidas actualmente por partidos de fútbol, como nos advierte Wagner.
Imagino igualmente querida lectora, querido lector, que observes lo provocador que resulta todo esto para nuestra cotidianidad. Tanto por el lado del valor social del fútbol entre otros deportes, o actividades como la caza. En este blog han ido apareciendo numerosos alardes de virilidad de un modelo de masculinidad tradicional.
3- Presentan
unas particulares reglas de parentesco.
Tienen una descendencia patrilineal, donde las propiedades se heredan de padres
(varones) a hijos (varones) exclusivamente. Como se jactan de ser comunidades
“guerreras”, la exogamia o "búsqueda de mujeres" fuera de la “tribu”, la
obtienen generalmente de otras "tribus hostiles" mediante matrimonios con "cautivas de guerra".
Raptan a las niñas entre
6 y 10 años y son adoptadas por la familia del guerrero. Mujeres adultas no les sirve porque podrían comportarse como espías o escaparse si no las tenían atadas. (Me gustaría saber con más precisión la frecuencia real y actual de esta práctica).
4- La
transmisión de los valores “patriarcales” de la “ley y la costumbre” de la
sociedad bantú la realizan los hijos-hombres primogénitos que ostentan sus
privilegios sobre los demás. Obtienen cada vez más riqueza, y la propia riqueza
refuerza su prestigio. La reputación como guerrero, ya mencionada, favorece que el control y el poder lo representan los ricos y aguerridos. Resulta curioso pero nada raro de entender que la otra manera de medrar sea la de otros hombres con ciertas virtudes mágico-religiosas que refuerzan el control
masculino. Los patriarcados religiosos aparecen o desempeñan su poder desde
modelos muy primarios hasta los más complejos.
Y por último, la edad es una variable fundamental del prestigio social y la riqueza. El consejo de ancianos es la máxima autoridad colectiva. Parece “lógico” que aquellos hombres que “forman su mismo grupo de edad”, y son circuncidados a la vez, al final de sus días compaginan experiencia y riqueza, cierran la pirámide, y el balance de una lógica y hermética estructura social.
Y por último, la edad es una variable fundamental del prestigio social y la riqueza. El consejo de ancianos es la máxima autoridad colectiva. Parece “lógico” que aquellos hombres que “forman su mismo grupo de edad”, y son circuncidados a la vez, al final de sus días compaginan experiencia y riqueza, cierran la pirámide, y el balance de una lógica y hermética estructura social.
Ahora no me corresponde analizar sesgos como la falta de perspectiva de género de dicha
monografía o los sesgos etnocéntricos propios que reconozco haberlos cometido para poder resumir. Hoy pretendo mirarnos en el espejo observando una cultura donde nos puede parecer muy fácil reconocerlo. Pienso que puede ser el primer paso para estar capacitado en reconocer "la viga en el propio ojo".
¿En esta
viñeta etnográfica sí vemos mejor una estructura patriarcal y machista? ¿Esta escena os parece oportuna o encaja en este blog?
¿Nos imaginamos cómo pueden ser tratadas las mujeres en una sociedad así? ¿Qué significa que muchas de ellas o la mayoría parece que estuvieran a gusto? ¿Intuimos las formas que tienen de resistencia aquellas que las tienen?
¿Ves las similitudes en cada uno de los puntos descritos con experiencias actuales cerca de casa?
¿Nos viene espontáneamente a la cabeza ideas esencialistas, que lo explican todo como algo instintivo, o propio de la naturaleza?
¿O claramente vemos las diversas construcciones culturales, y sus parecidos, con matices, y sus diferentes concreciones en cualidad y grado abstrayendo elementos comunes?
Vivimos en contextos locales y globales a la vez ¿Sabemos qué tipo de modelo de sociedad queremos alcanzar? ¿Reflexionamos en los modelos de masculinidad y modelos de feminidad que deseamos representar cada una?
Este año están siendo asesinadas en España 15 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Es el peor año de la década. Observo en los medios de comunicación continuas expresiones de sorpresa. Nos echamos las manos a la cabeza como si no entendiéramos nada. Quizá sea cierto que no entendemos o queremos entender nada. Algunos sin embargo llevamos muchos años insistiendo. Quizá en muchos casos lo que ocurre es que nos damos cuenta de todo lo que nos falta, y mientras disimulamos.
La idea principal es que si realmente decimos querer acercarnos a una sociedad donde exista una igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres, con una capacidad de agencia compartida, un poder y riqueza compartidoS, equidad en las leyes, sin estereotipos sexistas en las prácticas cotidianas, y unos gobiernos democráticos en ambientes de Paz, si realmente decimos querer eso, obligatoriamente hemos de incorporar las masculinidades igualitarias, y la perspectiva de género en el centro del discurso, como principal categoría de análisis y observación. PERO NO LO HACEMOS.
Y esto no es ni más ni menos que darnos cuenta de cómo los hombres intentamos acaparar el poder, cómo nos relacionamos entre nosotros con sus hermandades grupales, cómo nos marcamos las consignas de lo que es un hombre de éxito y poderoso (en una sociedad machista y patriarcal), y de cómo nos adaptamos a ese otro modelo social donde las mujeres van conquistando simplemente lo que les corresponde.
¿Ves las similitudes en cada uno de los puntos descritos con experiencias actuales cerca de casa?
¿Nos viene espontáneamente a la cabeza ideas esencialistas, que lo explican todo como algo instintivo, o propio de la naturaleza?
¿O claramente vemos las diversas construcciones culturales, y sus parecidos, con matices, y sus diferentes concreciones en cualidad y grado abstrayendo elementos comunes?
Vivimos en contextos locales y globales a la vez ¿Sabemos qué tipo de modelo de sociedad queremos alcanzar? ¿Reflexionamos en los modelos de masculinidad y modelos de feminidad que deseamos representar cada una?
Este año están siendo asesinadas en España 15 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Es el peor año de la década. Observo en los medios de comunicación continuas expresiones de sorpresa. Nos echamos las manos a la cabeza como si no entendiéramos nada. Quizá sea cierto que no entendemos o queremos entender nada. Algunos sin embargo llevamos muchos años insistiendo. Quizá en muchos casos lo que ocurre es que nos damos cuenta de todo lo que nos falta, y mientras disimulamos.
La idea principal es que si realmente decimos querer acercarnos a una sociedad donde exista una igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres, con una capacidad de agencia compartida, un poder y riqueza compartidoS, equidad en las leyes, sin estereotipos sexistas en las prácticas cotidianas, y unos gobiernos democráticos en ambientes de Paz, si realmente decimos querer eso, obligatoriamente hemos de incorporar las masculinidades igualitarias, y la perspectiva de género en el centro del discurso, como principal categoría de análisis y observación. PERO NO LO HACEMOS.
Y esto no es ni más ni menos que darnos cuenta de cómo los hombres intentamos acaparar el poder, cómo nos relacionamos entre nosotros con sus hermandades grupales, cómo nos marcamos las consignas de lo que es un hombre de éxito y poderoso (en una sociedad machista y patriarcal), y de cómo nos adaptamos a ese otro modelo social donde las mujeres van conquistando simplemente lo que les corresponde.
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