Siento predilección por esta mujer sabia.Se llama Valerie Jane Morris Goodall, mujer científica nacida en Londres. Naturalista, activista y primatóloga inglesa, que ha dedicado su vida, más de cincuenta años, al estudio del comportamiento de los chimpancés en África, así como a educar y promover estilos de vida más sostenibles en todo el planeta. En un futuro muy cercano, sin ninguna duda, se la recordará junto a los más grandes. Aún es preciso recordar que los protagonistas de otras épocas eran hombres, los únicos que brillaban o les dejaban brillar. Una visión androcéntrica de la ciencia. Fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación científica y Técnica en 2003. Actualmente cada vez obtiene más premios internacionales. Se ha dedicado a hacerle muchas preguntas a la Naturaleza.
Nos ha dicho que "no existe una línea divisoria clara que nos separe del resto del reino animal". Hace siete millones de años aproximadamente chimpancés y humanos compartimos ancestro común y unas profundas semejanzas. Voy a resumir algunos logros de ella que me han llamado la atención y que me servirán para la idea que quiero transmitir. Desde muy pequeña sintió la vocación de trabajar con animales así como una gran fascinación por África. Muy al principio le marcó un suceso. Observó a un chimpancé cortar un palo, deshojarlo, e introducirlo habilidosamente en un agujero termitero para extraer las termitas y conseguir así la comida. Ese fue el comienzo de numerosos libros sobre la conducta instrumental de los chimpancés, sus hábitos de caza, inteligencia, y en cierta forma una personalidad individual. hoy es muy conocido en la actual Tanzania el Centro de Investigación Gombe Stream. De esta forma ella descubrió y estudio cómo utilizan herramientas. No son del todo vegetarianos como se pensaba, también comen carne. Tienen una gran memoria. Convivió con la misma chimpancé durante 45 años, y fue por así decirlo su amiga. Se entendían con la mirada, con gestos y posturas, con sonidos. Se sentaban al caer la tarde a "conversar". Eran las únicas que compartían recuerdos desde los años 60 del pasado siglo, cuando por aquel entonces era una cría la chimpancé. Expresó en cierta ocasión que una vez descartada la elaboración de herramientas como elemento diferenciador, nos queda el lenguaje o la comunicación, pero también eso hoy está por ver. Podemos llevarnos sorpresas. Pueden aprender lenguajes de signos o incluso un lenguaje de computación usando dispositivos electrónicos. En cautiverio han de aprender a cuidar a sus crias y para ello necesitan el modelo de "una buena madre". Ese cometido no le corresponde al "alpha male" porque se ha ganado muchos "privilegios" en la tribu, naturalmente todo entre comillas. Hay muchos trabajos sobre chimpancés orientados a conocer la importancia de las primeras experiencias infantiles. Muchos aspectos serían útiles y extrapolables.
Analizó la violencia entre tribus y sus "disputas políticas" o divisiones. Saben bien reconocer a los miembros de su grupo y a reestablecer identidades. El propio concepto de dinero que manejamos no está tan alejado de quien tiene la fuerza para retener lo que se considera valioso.
En resumidas cuentas, nos enseñó Jane que los chimpancés sin ninguna duda piensan, sienten, tienen personalidad. Nos animó a reflexionar sobre la conservación del planeta y evitar la exterminación de otras especies animales. Forman parte de nosotros y nosotras y de nuestro único mundo.
Recientemente le preguntaron en una de sus múltiples entrevistas:
Nos ha dicho que "no existe una línea divisoria clara que nos separe del resto del reino animal". Hace siete millones de años aproximadamente chimpancés y humanos compartimos ancestro común y unas profundas semejanzas. Voy a resumir algunos logros de ella que me han llamado la atención y que me servirán para la idea que quiero transmitir. Desde muy pequeña sintió la vocación de trabajar con animales así como una gran fascinación por África. Muy al principio le marcó un suceso. Observó a un chimpancé cortar un palo, deshojarlo, e introducirlo habilidosamente en un agujero termitero para extraer las termitas y conseguir así la comida. Ese fue el comienzo de numerosos libros sobre la conducta instrumental de los chimpancés, sus hábitos de caza, inteligencia, y en cierta forma una personalidad individual. hoy es muy conocido en la actual Tanzania el Centro de Investigación Gombe Stream. De esta forma ella descubrió y estudio cómo utilizan herramientas. No son del todo vegetarianos como se pensaba, también comen carne. Tienen una gran memoria. Convivió con la misma chimpancé durante 45 años, y fue por así decirlo su amiga. Se entendían con la mirada, con gestos y posturas, con sonidos. Se sentaban al caer la tarde a "conversar". Eran las únicas que compartían recuerdos desde los años 60 del pasado siglo, cuando por aquel entonces era una cría la chimpancé. Expresó en cierta ocasión que una vez descartada la elaboración de herramientas como elemento diferenciador, nos queda el lenguaje o la comunicación, pero también eso hoy está por ver. Podemos llevarnos sorpresas. Pueden aprender lenguajes de signos o incluso un lenguaje de computación usando dispositivos electrónicos. En cautiverio han de aprender a cuidar a sus crias y para ello necesitan el modelo de "una buena madre". Ese cometido no le corresponde al "alpha male" porque se ha ganado muchos "privilegios" en la tribu, naturalmente todo entre comillas. Hay muchos trabajos sobre chimpancés orientados a conocer la importancia de las primeras experiencias infantiles. Muchos aspectos serían útiles y extrapolables.
Analizó la violencia entre tribus y sus "disputas políticas" o divisiones. Saben bien reconocer a los miembros de su grupo y a reestablecer identidades. El propio concepto de dinero que manejamos no está tan alejado de quien tiene la fuerza para retener lo que se considera valioso.
En resumidas cuentas, nos enseñó Jane que los chimpancés sin ninguna duda piensan, sienten, tienen personalidad. Nos animó a reflexionar sobre la conservación del planeta y evitar la exterminación de otras especies animales. Forman parte de nosotros y nosotras y de nuestro único mundo.
Recientemente le preguntaron en una de sus múltiples entrevistas:
"
Se ha observado que algunas chimpancés hembras intercambian sexo por
carne". ¿Podemos hablar de prostitución? "
Ella sin dudar ni un instante respondió que NO, la pregunta está muy viciada.
La historia de la ciencia ha tenido una visión androcéntrica. El acceso de las mujeres al conocimiento y el replanteamiento de los contenidos y de los marcos, proceso actualmente iniciado, tendrá repercusiones. Hasta ahora cualquiera hubiera respondido a la pregunta que sí. O se habría escandalizado.
Ella respondió que NO. Respondió que los machos más populares son los más generosos. Y los más generosos son y serán los más competitivos. Los machos más competitivos son los que tienen más que dar.
"Ahora bien, no podemos olvidar un contexto donde los machos más fuertes son los que acaparan la comida y acaparan el poder, por tanto, negocian con todo, porque pueden para obtener lo que les falta. Juegan con toda la ventaja. Ellas hacen lo que pueden".
El patriarcado se acapara de los recursos, del dinero. Si los hombres son propietarios de la tierra, aunque sean ellas quienes aran el terreno, entre otros asuntos, ellas solo podrán comer a cambio de lo que puedan dar.
En un patriarcado más salvaje será así o mucho peor, puesto que incluso eso podrá ser arrebatado. En zonas de conflicto, el cuerpo de las mujeres es otro campo de batalla. Compañeras cooperantes en ciertas zonas de guerra nos advierten que son los profesionales (hombres) de la ONU, cascos azules, militares de todos los paises quienes mantienen cierto precio en las transacciones sexuales (en dólares). Fuera del campo de refugiados son brutalmente violadas.
Muchas gracias Jane, todo esto lo tenemos que saber los hombres. Forma parte de mi cometido. Y a su vez, en el caso en el que las hembras de chimpancé estuvieran empoderadas, tuvieran educación, independencia económica, empleo, manera de obtener la comida, un control del territorio, así como el poder paritario en el control efectivo y real del modelo social que se elige en la tribu, también ocurriría lo mismo. Los machos más competitivos seguirían siendo los más generosos. Serían aquellos que les aportasen lo que necesitan, lo que les falta. De nuevo la complementariedad, la interdependencia, la reciprocidad, serían valores que ya no me dan tanto miedo. Serían machos competitivos en afectos, en cuidados, compañía, complicidad, proyectos y sueños compartidos. Serían padres amorosos, implicados en la educación, responsables. Aprenderían como ellas competencias y habilidades sociales, ternura. Estarían implicados junto a ellas con esfuerzo en todo tipo de cuidados y protecciones. Serían machos competentes en los empleos y tareas, trabajarían en equipo con ellas. Tendrían el espacio cuidado, la choza limpia y ordenada, reparada. Podrían compartirlo todo si quieren. Y dejándolo caer de pasada, descartarían la violencia como solución de sus conflictos. No es el momento de advertir, que gracias a la reciprocidad, se inventarían modelos y perfiles nuevos y además completamente alejados también de un heterosexismo.
Apostarían por unas relaciones sexuales y amorosas igualitarias, placenteras y nutritivas, o no.
Apostarían por unas relaciones sexuales y amorosas igualitarias, placenteras y nutritivas, o no.
Los machos más competitivos serán siempre los que aprendan a dar, quienes tengan más que ofrecer, adaptados a cada momento.
Muchas gracias Jane, así si. Esto me suena mucho mejor. Yo me apunto, ¿y tú?
Creo que, por fin, consigo averiguar por qué diantres no había manera de publicar nada, a ver si esta es la definitiva... Bueno Manuel, ya sabes que te sigo y que me parece fantástico todo lo que publicas. Un abrazo.
ResponderEliminarESTELA
Muchas gracias, eres muy amable. Lo sé y sabes que es mútuo. Seguimos colaborando. Un abrazo para tí.
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