¿QUIÉN SOY?




Este es el blog de MANUEL BUENDÍA BERCEDO. Pretendo mostrar una propuesta profesional y particular acerca de la Igualdad de Género y las Masculinidades. Veremos algunas respuestas a la pregunta anterior pero sobre todo, haremos muchas más preguntas para invitar o implicar a otros hombres en la Igualdad.



viernes, 19 de abril de 2013

¡ A menos de que haya una reacción fascista !

Dora Black (Dora Russell 1894-1986) fue una destacada mujer, intelectual, educadora, con una clara vocación feminista, de enorme actividad. Tenía muy claro que la liberación de la mujer, hoy diríamos " la confirmación de avanzar hacia una Igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres", se encuentra a través de la educación y el conocimiento. Nos deja un extenso trabajo sobre Hipatia de Alejandría , la mujer científica, astrónoma y matemática del siglo IV. (Hipatia: mujer y conocimiento).
Pero hoy no quería hablar de ella y su interesante lucha contra el patriarcado en la conservadora Inglaterra de mitad del siglo XX. Hoy me permito la licencia de afirmar que algunas veces, y al menos durante un tiempo, como es este caso, detrás de una gran mujer también puede haber un gran hombre. Me estoy refiriendo a mi amigo Bertrand, Bertrand Russell.  Él fue matemático, escritor y filósofo, pero en esta ocasión nos interesa tomar un té, charlar y comentar otros asuntos igualmente interesantes para los chicos. Digo durante un tiempo, porque se casó cuatro veces en su vida y Dora fue su segunda mujer.
Buceando entre sus libros encuentro el Elogio de la ociosidad. Son diversos ensayos escritos en el año 1935. En aquella época, nos dice que la gran mayoría de las esposas siguen dependiendo económicamente de sus maridos. Esa dependencia, según él, era peor que la del asalariado respecto de su patrono, puesto que algunos obreros pueden cambiar de empleo, mientras que ellas están atrapadas. Incluso las mujeres que trabajan en la fábrica, están muy lejos de la igualdad económica con los hombres. Bertrand nos propone para el bienestar de los niños que el gasto de sus cuidados y educación, después del destete, corra a cargo del Estado. Esas guarderías serían beneficiosas tanto para las madres como para los niños. Los niños de la clase proletaria se beneficiarían de condiciones de espacio, luz, y dietas casi imposibles de alcanzar para asalariados.

Pues no sé qué decirte, amigo mío, me resulta muy familiar. Dices que para todo eso, sería necesario hacer ciertas reformas arquitectónicas en los tipos de viviendas, en las comunidades y los barrios de las ciudades. Hoy hablamos de Urbanismo de género a estructurar los espacios de convivencia en sentido amplio, viviendas, ciudades, con perspectiva de género. Algo que está aún en pañales y no lo conoce casi nadie. Haces muchas alusiones en multitud de páginas sobre la historia de la vivienda en Inglaterra, refiriendote al hombre corriente y a la mujer corriente, por separado. En la fábrica hay vida social, o también en los sindicatos por ejemplo, pero en cada familia, las amas de casa sufren aislamiento, esperando el regreso del jefe de la casa, y eso no te parece bien. Viven en pequeñas casas separadas, con sus pequeñas cocinas separadas. Unas labores domésticas interminables y monótonas, donde la mujer agota sus nervios, y se encuentra prisionera. Perdóname que me haga gracia cuando dices que a pesar del voto y del feminismo, la situación de las esposas, al menos en las clases trabajadoras, aún no ha cambiado mucho. Al ama de casa sin ingresos, le gusta ser propietaria de una casa que mantener, pero no tiene esa iniciativa personal tan necesaria para los seres humanos. Al marido le gusta todo eso. Esa posesividad conyugal evita los riesgos peligrosos de encontrarse con miembros del otro sexo. Sus vidas se enpequeñecen. Estos efectos no te parecen bien; a mi tampoco. Por eso se te ocurre la sesuda idea, como casi todas las tuyas, de que "esto cambiaría si la regla, y no solo la excepción, fuese que las mujeres casadas se ganaran la vida trabajando fuera del hogar". En seguida le ves un problema, "sobre esas pocas mujeres que trabajaran fuera del hogar, al volver a casa y tener que realizar las labores de cualquier esposa que no tenga otra ocupación, es posible que recaiga sobre ella un considerable  exceso de trabajo". Coincido contigo en que es posible que pase eso. Dices que cualquier marido de "una esposa a la antigua" se daría cuenta, si durante una temporada tuviera que ser él quien intentase hacerlo. Yo pienso que no es tan fácil, muchos se resistirían. Ahí has pecado de ingenuo. Comentas que el trabajo de la esposa no se ha modernizado porque no se paga. Viste en vida unos años después que la revolución de los electrodomésticos, fue una manera de suavizar la situación. Propones comedores colectivos para las familias, con espacios con luz y aire para que los niños jueguen, corran y se relacionen. Piensas que los pequeños molestan a sus madres y las ponen nerviosas. Les prohiben los movimientos siendo eso muy perjudicial para la timidez en la vida posterior. Con tus propuestas, dices, que los pequeños recibirían más caricias de sus madres, y las guarderías estarían regentadas por mujeres preparadas para el cuidado de niños pequeños. No voy a ser yo quien ponga pegas a eso, puesto que hoy tampoco hay mucho profesorado masculino de infantil.
A su vez comprendes que los hombres presentan menores desventajas porque permanecen menos en casa. Opinas que en general los padres juegan con sus hijos más que las madres porque a estas no les quedan energías libres. Con tus propuestas los hombres y las mujeres estarían liberados de cocinar y fregar, y tendrían más tiempo libre. Habría mucho que decir, pero recordamos que lo dijiste en 1935.

Para tener más vida en sociedad apuestas por grandes salas públicas. Hoy te llamaría mucho la atención Internet y las Redes Sociales. Hablas de muchas cosas como el peligro del industrialismo y los riesgos del exceso de consumo; de la extraña satisfacción o sentido de la propiedad de la vivienda; de la evolución del sentido de la intimidad y formas de familia. 

Amigo mío, estás sembrado cuando dejaste por escrito en 1935, que "actualmente el feminismo está todavía en un estadío temprano de su desarrollo entre las mujeres de la clase trabajadora, pero es probable que se incremente, a menos que haya una reacción fascista" No sé si reirme o ponerme a temblar, quizá debiera lo segundo. Por si fuera poco, continuas diciendo que " no será de los hombres que surja un deseo de cambio. Los asalariados, aún cuando sean socialistas o comunistas, rara vez ven la necesidad de un cambio en la situación de sus mujeres". Hoy pedimos el cambio en nosotros, seguro que contaríamos contigo. Ta intuias que "el problema de las mujeres casadas está estrechamente relacionado con el problema del paro". La salud y el carácter de los niños, y los nervios de las esposas, como dices, deben continuar por tanto sufriendo, mientras el deseo de beneficio regule las actividades económicas. Si fuesen los suburbios construidos por los municipios en lugar de serlo por empresas privadas, con calles planificadas y casas con salones comunitarios, los suburbios serían así más bellos. 

Bertrand, se me ocurre una cosa: ¿te vienes el próximo día al grupo de hombres por la Igualdad? Quedas invitado. Podríamos compartir todos estos asuntos y compartiríamos desde la experiencia, desde lo personal, cómo lo vemos ahora. No importa para nada que estás recién separado de Dora. Cuando escribiste todas estas cosas, aún ignorabas que al año siguiente te volviste a casar. Eso hoy sigue repitiéndose. fuiste un profeta y se cumplieron algunos de los peores augurios que no queremos que hoy se repitan. Seguiremos progresando a partir de ahora, a menos, como tú dices,  de que haya "una reacción fascista" . Trabajaremos duro para que no ocurra.

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