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¿Existe volar?
Su amiga, antes de responderle,
quiso asegurarse de que esa fuera la pregunta correcta. Es muy importante para poder entenderse, el saber hacer las
preguntas oportunas.
- Sí, yo creo que sí- dijo Alma, que así se llamaba la joven.
- - Si la pregunta correcta es esa, el volar si existe, mira a los
aviones- le siguió explicando la joven a su amiga.
- - Ya, comprendo. ¿Pero lo que hacen los aviones es lo que
llamamos volar?- insistió la gallina.
-
-Puede ser. ¿Y eso qué más da?- le dijo Alma.
- -
Es muy importante- dijo Engracia.
Tengo que advertir que las
gallinas también tienen derecho a tener un nombre, y nuestra amiga la gallina se
llama Engracia.
Al cabo de dos minutos, la
gallina insistió de otra manera:
- ¿ Ynosotras
volamos?
La chica le repitió que nosotras volamos cuando vamos en los aviones.
- -
Me parece que no es muy lógico que las gallinas
viajen en un avión, pero aparte de eso, cuando viajamos en un avión, ¿podemos
decir que viajamos por nosotras mismas? – volvió a insistirle la gallina.
En ese momento ya tenía claro
Alma que la conversación se alargaría para rato.
Y comenzó con su explicación. Le dijo que tenía mucho interés en recalcar y pactar los previos. Si decidimos el vuelo sin ayuda, entonces lo
que hacemos dentro de los aviones no es volar por nuestros propios medios.
Por ejemplo, le contó que los seres humanos siempre soñaron con volar. Hay
algunos que lo hacen con unos artilugios que se llaman globos, o parapentes o paracaídas,
pero seguramente por esa regla de tres, para todos esos casos, podemos decir
que tampoco es volar por los propios medios. La
niña tenía asumido que la especie humana no vuela por sí misma, y eso no le importa mucho.
- vuelan las aves- afirmó con rotundidad Alma.
-Yo soy un ave, ¿no es verdad?-
le respondió Engracia- pero sin embargo no puedo volar.
-Si, eres un ave, de la familia
de las gallináceas, pero no todas las aves vuelan. Por ejemplo está también el
emú o el avestruz que son aves y tampoco vuelan.
-¡Pero eso no es justo!- seguía
insistiendo Engracia- El avestruz tiene unas alas muy pequeñas para soportar todo su
peso, y el tamaño de su cuerpo es el más grande de todas las aves, pero no es mi caso, a
mi no me ocurre eso…!
La gallina le explicó a su amiga por
fin qué era lo que tanto le preocupaba: había discutido el día anterior con su
mejor amiga, la gaviota. Se habían
enzarzado en una acalorada discusión. La
gallina le había jurado y perjurado a la gaviota que volar no existe.
Si nos fijamos bien es normal. Cualquier animal tiene una idea diferente de qué es
volar en función de lo que sabe o puede hacer. Y también es normal que lo que
es para una misma, pensamos que es igual para todos los demás animales.
La gaviota a su vez le había espetado que por
supuesto que volar existe, eso lo sabe muy bien desde pequeña. Y además no solo
eso, sino que tiene muy claro que volar únicamente se le puede llamar a lo que hacen las
gaviotas, las palomas o los halcones, y no lo que hacen las gallinas. Conocía las limitaciones de la gallina y
comprendía que estuviera frustrada por no poder volar, pero eso no justifica poner en
tela de juicio el propio hecho de volar. Y bien mirado, una gallina asustada se
mantiene en el aire bastante tiempo. No es justo desdeñar sus saltos y su agitación
de las alas.
- -
¡Qué discusión más absurda es esa! Es lo más
bobo que he escuchado nunca- le dijo Alma a la gallina. Con lo amigas que sois
no comprendo que os hayáis enfadado por algo que no podéis cambiar.
.
La niña le dijo que la mayoría de
las aves pueden volar, pero hemos visto que no todas. A la gallina le había tocado ser de las que no. Además, aunque
esté en su esencia el hecho de volar para muchas aves, ¡vete tú a saber!, eso no es suficiente. Se necesita
además un aprendizaje y una práctica.
Matizando mucho, por ejemplo, los
loros Kakapó, son aves que han
perdido la capacidad de volar, y no tiene mucho sentido lamentarse
tampoco por eso.
Viendo otro aspecto, muchos loros o cotorras
pueden hablar con las palabras de las
personas, aunque eso no sirva para nada. Lo que hacen no sirve para comunicarse realmente. Sin
embargo, en realidad las gallinas no hablan, pero tú y yo nos comunicamos muy
bien.
El tema es prolijo, muy complejo
y sencillo a la vez si queremos. Las ranas y los sapos por ejemplo tampoco
vuelan pero sin embargo hay unas ranas
voladoras que tienen unos discos de ventosas en los dedos con unas
membranas interdigitales que al saltar de los árboles los abren y vuelan
durante unos metros hasta otro árbol más
o menos próximo.
Antes de que Engracia se lo
advirtiera, Alma explicó que para mucha gente eso tampoco es volar, por lo cual
otros le llaman ranas planeadoras
puesto que lo que hacen se parece más a planear. La cuestión se complica cuando
hay ranas que se parecen a gaviotas, tienen formas mixtas, o adoptan un camuflaje
imposible de distinguir, hay gaviotas con forma de rana, gallinas con forma de
gaviota y mil combinaciones más…
En ese momento Alma le contó a
Engracia una historia o cuento de
hombres y mujeres humanos adultos.
-Desde siempre los humanos se han
cuestionado quienes son. Han disertado sobre sus diferencias, y también sobre los
factores comunes. Les ha preocupado si los hombres entre sí, o las mujeres
entre sí ,tienen más coincidencias, o por el contrario es más lo que les separa, tanto los parecidos entre sí, como de unos con
otras.
Si esas discusiones hubieran
servido para respetar o tolerar las diferencias y a la vez hubiesen reforzado una
misma dignidad, libertades, derechos y deberes, no habría pasado nada, pero en
su lugar lo han usado mal para discriminar, o poner a unos por encima de las
otras. Es una pena.
No dejan de discutir sobre la
feminidad, el instinto maternal, la masculinidad, o si son capaces de aprender
los hombres a cuidar o educar o no aprenderán nunca porque es contranatura. Cuando lo consiguen unos pocos, en vez de
compartirlo y replicarlo, se ponen a discutir y competir quien lo hace mejor. O discuten si las
mujeres, en general, seguirán haciéndolo mejor siempre, como si no tuvieran que aprenderlo y experimentarlo también ellas, o
como si todas las mujeres fuéramos iguales. Yo por ejemplo no tengo ni idea si
querré ser madre o si querré vivir cuando sea mayor con un hombre u otra mujer.
Como además los humanos están en una época de crisis
y en medio de muchos cambios, cada una y cada uno está en su proceso. Otros muchos hombres
y mujeres miran para otro lado y no intervienen en las reflexiones, se
instalan en la rutina o la inercia.
No han aprendido a conversar como
nosotras. Ni saben hacer las preguntas oportunas. No tienen cuidado para
ponerse de acuerdo en los previos, ni tienen diálogo sincero. No saben detectar
cuándo las discusiones son estériles o lo que es peor, cuándo producen daño entre ellos. No muestran
sus intenciones, necesidades o deseos. En seguida se empeñan en quedarse con la
razón o quedar por encima. Ni llegan a pactos o conclusiones, ni aceptan
fácilmente la diversidad como nosotras.
Les cuesta asumir las propias
limitaciones, y cuando lo hacen se estancan, no se plantean como oportunidad el
progresar o crecer. No comprenden muchas veces, ni se esfuerzan en ponerse en
el lugar del otro o la otra, eso sí lo
nombran todo, y le llaman empatía. No valoran los pequeños logros cuando, cada vez lo hacen mejor. Se escudan en que todo es muy complejo,
pero no saben hacerlo sencillo aunque sea prolijo. Todo esto por supuesto en términos generales.
Cuando hubo terminado toda su
perorata, Engracia se quedó más tranquila. Tanto Alma como ella saben que son libres para intentar ser lo que quieran, y volar como les de la gana, de hecho
Alma sueña con ser azafata de vuelo cuando sea mayor. Le gusta ir en
los aviones, como quiera que se llame lo que hacen. Lo que le gustaba de volar es el ver las nubes y las
ciudades desde lo alto. El año anterior se tiró una vez en paracaídas y
lo pasó muy bien. Fue peligroso pero divertido.
Por tanto volar existe. Lo podéis
aplicar a muchas cosas. Hay ranas que planean cada vez mejor. Algunas ajenas a
discusiones inútiles han ganado concursos de vuelos, y otras simplemente lo
hacen porque les gusta, o para seguir vivas. A partir de la conversación de ese día Alma se comprometió a enseñar a la
gallina a volar. Seguro que después de un montón de clases y con mucha voluntad
podría saltar y volar más que muchas otras aves. .¡Qué bonita es la amistad!
Acceso restringido (Hay comentario para lectores y lectoras especiales).
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