B-27 ¡Ahora todas las despedidas de soltero son así!
La mujer prostituida que Victor
tenía delante de sus narices estaba con un ojo hinchado.
Victor nunca había "ido de putas", como solían decir, pero
le pillaron sus amigotes con la
guardia bajada.
Desde que su novia de toda la
vida, según él le había dejado, no había vuelto a estar con otra mujer. Había
adoptado un papel de “pobrecito hombre
abandonado” y con su victimismo lamiéndose las heridas había empobrecido
aún más su vida social.
Salía poco. En el fondo de su
alma, siendo totalmente sincero consigo mismo, se sentía muy sólo. Esa soledad
le había llevado a un estado depresivo absolutamente lamentable. Lloraba
muchas veces por la noche delante de esas innumerables páginas de pornografía
que no lograba otra cosa que encontrarse peor y sentir que se estaba enganchando
a algo que no le llenaba. La imagen de su propia sexualidad le devolvía una
visión más lamentable todavía.
En la oficina quedaron para la
despedida de soltero del chico nuevo
de marketing.
-Te esperamos a las diez. Si te quedas
en casa no volvemos a dirigirte la palabra- le dijeron con el ánimo sincero de
que a Victor le diera un poco el aire.
Lo uno lleva a lo otro. En esas
fiestas se bebe, se canta, se vacila.
Había un número de striptease. Lo uno lleva a lo otro. Más copas. Bar de
alterne, club de carretera, y luces de neón del puticlub “los pinochos cachondos”…
-¡Que no se diga que te rajas ahora!
¿Cuánto hace que no mojas? ¡Aquí son
baratas! ¡Las despedidas son así! ¡Un día es un día! - y un montón de frases
hechas le dijeron en ese momento para
justificar las ganas de divertirse, y la ausencia de reflexión.
El caso es que Victor se encontraba por primera vez en su vida, desnudo en una habitación con una rusa. Él estaba medio borracho y ella también parecía medio drogada.
En realidad a él no le parecía nada, porque ni siquiera le miró a la cara.
Si se hubiera fijado bien también podría
haberse dado cuenta de que tenía un ojo hinchado. Seguramente a la mujer le habrían
conminado a decir que se lo hizo con una puerta.
Cuando por fin la miró le entraron
muchas ganas de huir y de llorar. En ese momento optó por lo primero, después
de pagarle.
B-28 Contar las cabezas de dos
manifestaciones muy distintas.
Carlos
y Elías trabajaban en la misma oficina. Tenían muchas cosas en común, ya que habían ido
al mismo colegio cuando eran niños, hacían deporte en el mismo equipo y los dos eran hombres. Se
conocían muy bien desde siempre. Eran de estilos ideológicos diferentes por lo
que a veces discutían por cuestiones políticas o clericales, pero habían aprendido
a escucharse y respetarse.
Carlos tenía una pareja feminista y él
pretendía ser un hombre sensible con la igualdad y muy activo contra la violencia
de género.
A Elías, todas estas cuestiones le
pillaban muy lejos, y la verdad es que se
conformaba con librarse de “ser tachado
de machista” en sus asuntos cotidianos y no meterse en líos. Como conocía
el interés de su amigo estaba seguro de que
tenía que ver con la Igualdad esa manía de contar las cabezas de unas fotos que
había arrancado del periódico.
Unos días antes el Gobierno había
retirado la reforma de la actual ley de
salud sexual y reproductiva e interrupción voluntaria del embarazo, por lo
que se habían generado sendas manifestaciones una a favor y otra en contra de
la medida.
- ¿Qué estás comprobando contando las cabezas?- le
dijo a su amigo.
-Estoy desagregando por sexos en estas fotos y
mira qué curioso es las diferencias de unas fotos y otras- le dijo Carlos.
En las fotos que celebraban la retirada de la reforma, había mujeres en
más de un 90%, haciendo la media. La cabecera de la manifestación eran todas
mujeres. Había también hombres pero estaban dispersos y costaba verlos, tapados
entre las pancartas por el derecho a decidir y la libertad. Muchas mujeres iban
vestidas de violeta.
-¿Has visto estas otras?- le dijo a su amigo con la simple intención de que dos hombres,
cuando nadie los ve, se ponen a reflexionar juntos.
En
las fotos de la protesta por la retirada de la reforma, decían ir contra el
aborto, a favor de la vida, y comparaban la interrupción voluntaria del embarazo con el
terrorismo, entre otros ejemplos. Pues bien, en la mayoría de las fotos había
tantas mujeres como hombres, haciendo la media entre más de doscientas cabezas. En dos fotos
incluso sobrepasaban claramente los hombres en un 60%, y
la cabecera de la
manifestación era mayoritariamente masculina, del 78% de hombres.
-¿Qué te hace pensar esto?- insistió Carlos- ¿no
te mosquea esa especial motivación de tantos hombres para intervenir precisamente
en este asunto, cuando no lo hacen en todos los demás que atañen a las mujeres?
-¡Pues no! Nunca se me hubiera ocurrido si no
llegas a ponérmelo delante de los morros. No conozco tampoco que yo sepa a ningún hombre de esta manifestación.
Los dos amigos saben, el uno con más interés que el otro, que la sociedad
es machista y sigue empeñada en controlar el cuerpo y la capacidad de agencia
de las mujeres todo lo que puede. A veces es fácil verlo y otras veces es
preciso fijarse en conductas más sutiles, o simplemente hacer cuentas.
B-29 ¡Quizás quisiste decir: científicos influyentes!
¿Qué quieres ser de mayor?
-¡Científica!, de mayor quiero
ser científica- le dijo Cecilia a su amiga de pupitre.
- ¡Pero eso no puede ser! Eso es
para niños, le dijo Paula muy convencida.
Era el cumpleaños de Cecilia y había
pedido que le regalaran un microscopio, para poder verle por dentro a las
plantas y a los animales. Quería ser
una científica muy importante e inventar una vacuna y salvar la vida de muchas
personas.
Su amiga insistía. Pensaba que
las mujeres podían ser doctoras o enfermeras pero no científicas. Las medicinas
las descubren los científicos.
-¡Estoy segura!, si quieres se lo
preguntamos a mi padre- le dijo toda convencida de lo lógico que era lo que le estaba contando.
Fueron donde los padres de ambas
que estaban enredando con un teléfono
móvil de última generación.
-¿Papá, a que sí es verdad que
hay mujeres científicas?
-Por supuesto que sí- le dijo su
padre, convencido de que esa pregunta se la sabía muy bien.
Antonio ya sabe que vivimos en
otra época, y que las mujeres ya han accedido a todas las profesiones y en
algunas en concreto, lo han hecho tanto
como los hombres. Por eso se conectó a internet para demostrarle a su hija
multitud de mujeres científicas influyentes que pudieran servirle de modelo
para su hija de doce años.
¡Lo que no se esperaba encontrar es lo primero que le apareció en el buscador de buscadores!
Cuando escribió “científicas
influyentes”, Internet le sugirió o le hizo la advertencia de que quizá eso
que pedía era raro o estaba mal preguntado.
¡Quizás quisiste decir:
científicos influyentes!
Es muy sutil, pero le hizo una
foto, no se lo podía creer. En aquellas sociedades donde hay unos niveles de
Igualdad más adelantados, si lo quieres ver, existen numerosas resistencias y
anécdotas cotidianas donde se observa que queda mucho por hacer.