Cuando Adrián se despertó esa
mañana tuvo un fuerte ataque epiléptico. Enseguida se dio cuenta que había vuelto a sufrir otro brote. Sin embargo
ese síntoma era nuevo.(conviene recordar la entrada de la Historia de Adrián y el virus de la empatía) Cuando recobró la consciencia
se dirigió enseguida al espejo para descubrir esta vez qué aspecto tenía.
Había otra novedad. Siempre creyó
que serían mujeres las personas en las que se transformaría cada vez que padeciera un episodio empático, pero esta última vez no fue así. El virus o lo
que demonios fuese, ese parásito de la empatía, le había regalado esta vez el
aspecto de un chico joven. Calculaba a ojo que podía tener unos dieciséis años. Era muy bello, una
realidad algo más que evidente. En principio se gustó, le pareció bien ser muy guapo. Cuando se quitó el pijama
que tan grande le quedaba observó un cuerpo normal, ni muy delgado ni gordo. Tenía
las proporciones perfectas para los cánones actuales.
Sintió en principio una sensación
de que esta vez lo iba a pasar mejor que otras veces. Encontró en el armario un
pantalón ajustado que el Adrián habitual
ya no se podía poner. Desde que vino del Congo le daba a la cerveza últimamente más de lo
aconsejable.
Salió a la calle. Tardó varias
horas en darse cuenta de que algo raro pasaba. Cinco mujeres venían ocupando
toda la acera y conversaban en un tono muy alto sobre algo ocurrido el día anterior con la reina. Lo
habían mostrado por la televisión. Dos
de ellas le miraron con una expresión burlona de superioridad, y otra que
parecía la lider del grupo se paró y le espetó sin mediar palabra: “Con esa cara bonita y con la polla que se
te insinúa te llenaría de regalos si me dieras tu semen”.
Varias le rieron la gracia, y la
cuarta, que parecía la más joven dijo: “¡Venga vamos a dejarle en paz, no le
molestemos! “También es cierto que ayudó a disolver la escena la presencia en ese momento de una pareja de
dos mujeres guardias municipales que
vigilaban desde la acera contraria.
Le entró miedo y se metió en un
bar. El camarero le sonrió y le sirvió un refresco. La barra estaba llena de
mujeres de todas las edades, y algunas también le miraron como las anteriores
de la calle. En la televisión, las noticias explicaban un caso de un juicio. Al
parecer iban a meter en la cárcel a un joven con aspecto muy delgado que su
delito consistía en traficar ilegalmente con semen. No entendía nada. Eso sí, se dio cuenta
de que en el juicio todas eran mujeres salvo el reo. Estaba la jueza, las
abogadas, mujeres de la fiscalía y medio cuerpo de procuradores, así como las
policías de la puerta.
Leyó el periódico con la mosca detrás
de la oreja. Más de un 80 por ciento de las fotos estaban llenas de mujeres. Y
los pocos hombres que salían eran en asuntos menores, o relacionados con temas
de publicidad. En la sección de deportes había un concurso de hombres
levantando piedras, haciendo trabajos rudos o de fuerza. En la sección de
economía y política tanto las fotos como los titulares o las protagonistas
parecían casi todas mujeres, el 90 por
ciento eran mandatarias, o jefas de Estado, parlamentarias, etc .
A dos páginas como noticia
principal publicaban una lista de femócratas del mundo en función de los
millones de dólares que poseían sus activos
matrimoniales. (Activos de la cabeza de la familia, tanto los activos monetarios como otros intangibles tales como el personal
de servicio, habitualmente extranjero). Ahí solía encontrarse el marido o semental principal, y dependiendo
de la categoría podía haber un pequeño séquito: mayordomo, jardinero,
entrenador personal, secretario-coach, o amiguitos más jóvenes. Le extrañó
poderosamente la atención que al lado, en una columna central aparecía el
número de hijos o hijas. La mujer más rica del mundo era una mujer empresaria
que tenía una hijada de trece. Así era la manera en la que se llamaba a la prole,
sin explicar si eran niños o niñas.
Su éxito había consistido en
inventar unas prótesis que eran vaginas dentadas. Había conseguido que la compraran
casi todas las mujeres del mundo. Gracias a ese invento hacía mucho que ninguna
mujer había sido violada por un hombre. Las violaciones o los
abusos sexuales eran un vestigio del pasado. Cuando alguna vez ocurría, los
dientes afilados capaban el miembro del extraño con un corte limpio. En muchos
países había leyes para que esos hombres murieran desangrados y permitir eso traía buena suerte. En la mayoría
de los hospitales tenían prohibida la entrada. Cuando a un hombre le pasaba eso
y una médica se compadecía y lo sanaba, podía muy fácilmente ser denunciada y acabar en la cárcel. Había una
idea muy extendida. Decían que la tradición de la Diosa Madre Tierra, única
religión de la unidad que se practicaba en los últimos siglos volvía estériles a las médicas, o enfermeras
que ayudaban a un hombre de esos.
Casi todas las cirujanas eran mujeres. La mejor del mundo fue
contratada por otra mujer muy rica de la tierra para que las niñas, tras unas
sesiones de terapia génica, crecieran con su vagina dentada ya adaptada a su cuerpo y que aumentaba con su
crecimiento, así se socializaban con ello incorporado. De esta forma podrían tener las relaciones sexuales que quisieran y como
quisieran teniendo el control de verdad. Algunas abusaban de ello, y amenazaban con mordiscos o los daban después de algunas broncas. Ellos al ser muy simples se dejaban engañar. Ellas suelen pedirles perdón cuando se arrepienten y las perdonan, pero vuelve a ocurrir y cada vez con más fuerza.
Algunas mujeres consumían aceleradores de la fecundidad, unas drogas muy potentes y muy adictivas. La mujer biotecnóloga que las tenía patentadas también estaba en la lista, o la propietaria de la empresa farmaceútica que fabricaba oxitocina en pastillas o inhalaciones. Muchas mujeres estaban enganchadas, tenían una fuerte adicción a esas oxitocinas de quinta generación y se había generado un tráfico clandestino.
Algunas mujeres consumían aceleradores de la fecundidad, unas drogas muy potentes y muy adictivas. La mujer biotecnóloga que las tenía patentadas también estaba en la lista, o la propietaria de la empresa farmaceútica que fabricaba oxitocina en pastillas o inhalaciones. Muchas mujeres estaban enganchadas, tenían una fuerte adicción a esas oxitocinas de quinta generación y se había generado un tráfico clandestino.
Hay que decir que muchas mujeres
pensaban que la sexualidad auténtica era otra cosa, pues resultaba muy incómodo
hacerlo con esa prótesis y la intimidad o
los afectos habían cambiado desde que las relaciones de género eran tan
desiguales.
Muchísimas mujeres pensaron que
el invento de un útero artificial desde el día cero de embarazo se pondría de
moda. Sin embargo los cambios sociales no siempre son predecibles y había ocurrido lo contrario. La anterior
burbuja bursátil estalló con ese invento. Las acciones de todas las empresas
relacionadas con la maternidad y los cuidados se multiplicaron 50.000 veces y
produjeron una burbuja tecnológica nunca vista. Eso era por pensar con ideas
viejas del patriarcado androcéntrico del pasado. En realidad lo que había
ocurrido era que gestar la propia hijada acabó siendo lo que más se valoraba
socialmente. Una vez que se pasó la moda, a nadie le interesó gestar a su
hijada en una máquina. Las supermadres del nuevo matriarcado, la variante peor y más desigual de este paraiso hembrista, eran
poderosas y necesitaban estar rodeadas de criaturas. El trabajo sucio lo
realizaban en silencio criados informáticos que mantenían, diseñaban y
reparaban los robots correspondientes.
Todo eso se lo explicó el
camarero mientras Adrián leía el periódico holográfico. Se acercó porque lo vio
muy desorientado, en estado de estupor y
quiso saber si le ocurría algo. Aquello terminó en una conversación de cuatro
horas.
El camarero le explicó que en este mundo si eres hombre, te salvas si tienes una polla muy grande y
unos testículos muy activos. Todos los chicos están muy obsesionados con eso.
Es una esclavitud. En realidad ellos no valen nada sino solo por su semen. Hay
una industria de las proteínas para producir cuanto más semen mejor y tener un
tamaño grande de pene. Hay peleas por los gimnasios donde te ayudan a tener la tableta que así la llaman a unos
abdominales muy marcados, como si fueran esas escuelas de gladiadores de la
época romana. Hay muchas mujeres a las que les gustan los hombres con mucho
pelo y por eso multitud de ellos se lo implantan por todo el cuerpo. Los más
activos son los strippers reales, con
categoría de funcionarios de la Reina. Algunos son muy poderosos, les llaman
“dominadores con cojones”.
-Mira Adrián- insiste su recién
amigo camarero- lo más importante es que los hombres no pueden poseer el dinero,
ni ser dueños de las tierras o las viviendas. ¿A ti te parece justo? Solo son
merecedoras del dinero las mujeres. Los trabajos intelectuales están copados
por ellas. Todo el mundo sabe que son mucho más inteligentes que los hombres, y
por eso los niños pequeños, desde muy pequeños se les apunta a gimnasios y se
les enseña solo a desarrollar la fuerza y a ser buenos sementales. Los
hombres pueden realizar trabajos poco cualificados y de carga y cuando se vuelven burricos se les doma facilmente. Todos
los trabajos de mantenimiento, reparación y limpieza de la casa les corresponde
a ellos. No tienen ninguna capacidad de compra, tienen que pedir permiso a una
mujer, que es la que insistentemente está corrigiéndoles. En la mayoría de los
casos es su madre o su esposa. La injusticia
reside en que los hombres no podemos en la práctica obtener la ciudadanía, es como si fuéramos eternos menores de edad. Algunos aprenden con su maestra si
tienen suerte. Otras veces es gracias a la maestra de una hermana. Por eso el 70 por
ciento de pobres o analfabetos son hombres. El espacio intelectual lo ocupan
ellas, aparte del espacio público y la política o el poder.
Por tanto, hay muchos países
donde los niños no van a la escuela, solo van las niñas. Es para aprovechar el dinero, por eficiencia económica ya que el educar
a los niños es un desperdicio porque son muy brutos desde muy pequeños.
La ideología hembrista afirma que
a nivel emocional los hombres están muy
por debajo en la escala evolutiva. De hecho otra de las mujeres más ricas de la
lista es una científica y filósofa de la “inteligencia emocional y el cerebro
de las mujeres” que tiene varios premios Women, que son los sustitutos de unos tal nobel que
había hace cinco siglos. Ni que decir tiene que el jurado del premio son todas
mujeres lógicamente. Seguramente ellos no pueden acceder, no saben o no quieren,
no está muy claro la razón porque en teoría no está prohibido. Los hombres están preparados para aprender cualquier cosa.
-Por eso, Adrián- siguió
contándole- si quieres ser alguien en este mundo tienes que tener útero y un par
de ovarios bien puestos. No importa que la mitad de la población seamos
hombres. Muchos intentan ir vestidos de mujer y disimulan su miembro entre las
piernas e intentan comportarse como se supone que se comportan ellas.
Y no vayas a un banco, porque nunca
te van a dar un crédito. Solo lo logras si eres de los dominadores con cojones.
Algunos hombres han conseguido estudiar o tener buenos empleos, sobre todo los
hijos varones de mujeres con poder. Muchos de ellos dicen que la Igualdad ya se
ha conseguido, pero como ves es falso, yo pienso que es para tener menos competencia o para que no se tomen
represalias contra ellos.
-¡No sé dónde vamos a ir a parar!-
seguía su perorata mientras nuestro amigo seguía callado- ¿Adrián, eres
homosexual? Porque si eres homosexual serás
doblemente discriminado. Hay unas jovencitas caprichosas millonarias que
después de ir de compras y gastarse todo el dinero que quieren, para divertirse
van en grupo con unos dildos de acero para violar a chicos menores, homosexuales o no, y salen impunes.
No todo es negativo. Hay muchas mujeres que a menudo nos buscan y nos desean y tratan bien, pero hay un partido
político de mujeres que han propuesto un
proyecto de ley para obligarnos a fecundarlas a la fuerza. Y un puñado de
lesbianas femócratas que tienen un grupo de presión en el Parlamento pretende que el semen de todos los hombres
sea propiedad del Estado. Esas ni
siquiera nos buscan o necesitan, son las peores.
En la mayor parte del mundo los
hombres no pueden entrar en el ejército, ni acceder al uso de armas. Se celebra
el 16 de febrero como homenaje a la era de las guerras masculinas, una etapa de
la prehistoria donde los conflictos de recursos o territorios estaban en manos
de los varones. La tecnología de las armas ha
cambiado y la autoridad se ha conseguido ejercer por medio de telepatía química, por lo que
estamos en otra era. Llamamos la cuarta revolución industrial a la llegada masiva de las computadoras cuánticas inventadas por otras mujeres hoy también millonarias.
-No te quiero asustar- siguió
diciendo el camarero- piensa también que muchas, muchísimas mujeres no están de
acuerdo con el sistema. Son las feministas de toda la vida. Algunas incluso se
agrupan para buscar una igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres, las igualitarias,
que trabajan junto a numerosos hombres que venimos reclamando eso hace tiempo. Mi
jefa, por poner un ejemplo, es una buena mujer y confía mucho en mí. Y no solo
ella, mi padre trabajaba con un camión, tuvo un accidente y siguió viviendo en
casa. Mi madre dice que todo lo suyo también es como si fuera de toda la
familia.
Todo esto le dijo el camarero a nuestro amigo con una expresión
entusiasta. ¡Cuánto agradecía haber conocido a Adrián. Se despidieron con un
beso y lágrimas en los ojos.
Volvió Adrián a su casa más
agotado que nunca. Otras veces había bastado con comprender una situación
individual de otra persona. En cierta forma tras varios brotes había empezado a
comprender un poco mejor a las mujeres aprendiendo un poco de cada caso. Pero
con esto no contaba. Era como si él estuviera bien, pero fuese el sistema quién
se hubiera vuelto loco, o hubiera experimentado una empatía colectiva de muchas mujeres distintas a la vez. Muchas veces ponerlo todo patas arriba no resuelve
nada. Si das un giro de 360º te quedas igual, has de girar como máximo hasta
180º. Al final ganan los mismos y pierden los mismos. Esta vez estaba tan agotado
que se desmayó en medio de la calle, en medio del espacio público. Simplemente
otra cosa más que había que solucionar…
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