No me gusta gritar, pero los sueños hay que gritarlos. No me
gusta gritar, pero a base de susurros, en muchas ocasiones no se oye o es demasiado lento. Tengo una
hipótesis muy desarrollada acerca de la técnica o metodología de matar un cerdo a
besos. Aceptando que el jamón Ibérico es un manjar y es inevitable que
muera el animal, una matanza así podría ser muy lenta, y muy cruel. Es una
falsa paradoja, por eso de los besos y la muerte. Contemplando toda la
normativa sanitaria, legal, y de sensibilidad hacia los animales, a nadie se le
ocurriría en su sano juicio definir el uso del cuchillo o cualquier otra
técnica como un atajo.
No me gusta insultar, pero vivimos en una sociedad mediocre
(idiotizada), y hay que gritarlo. Pero no es la culpa de la gente, al menos en
su mayor parte. En la historia de las crisis, o en casi todo, siempre ha
ocurrido que al final quedan como culpables las víctimas. En muchas ocasiones hay
una fase previa donde la responsabilidad
no la tiene nadie, como si fuera un
proceso natural, de la naturaleza. Al revés sí ocurre, por cierto, donde males de la naturaleza, como el cambio climático, pueden tener culpables.En cualquier caso, al final el truco de magia se da, y se nos
dice de nuevo que ¡tenemos lo merecido!
He escuchado varias veces, ¡todo no hace falta
saberlo, está en google! Hoy me voy a poner muy serio, como en la foto de arriba… ¿te has preguntado
quién dice eso? Amantes de la ignorancia o de la manipulación. Decir eso es
tirar la toalla y un ejercicio de heteronomía moral e intelectual. Espero que
se entienda.
No me gusta gritar, no me gusta ponerme serio, no me gusta
protestar, no me gusta quejarme, pero los sueños hay que quejarlos, protestarlos, espetarlos, gritarlos… El deseo
hay que gritarlo.
Hay un tipo de masculinidad recesiva, que no cumple los
parámetros de una forma hegemónica o dominante. Un tipo de hombre blando, pacifista,
flojo, ¿se entiende? No es el momento de dilucidar en cada caso si es debido a
un fracaso en el modelo de éxito, agresivo o dominante, en cuyo caso hay que
conformarse, o por el contrario, se debe a una situación de partida positiva. En muchas
ocasiones, utilizando un poquito de humor, me preguntan si me considero un hombre pacífico, y yo
respondo que no, que es un 50%.
En unas ocasiones me siento pacifista y
en otras me siento inofensivo.
Hoy no toca desarrollar la asertividad, la lucha por la
dignidad y los derechos, la resiliencia y demás valores. Voy a comentar la
expresión: “de vez en cuando es necesario dar un puñetazo en la mesa”, u
otra expresión sexista que es una joya para analizar en este blog o en otros
talleres: “a veces no hay más remedio que poner los huevos encima de la mesa”.
Por mi particular manía de mezclar con humor el lenguaje literal y el
metafórico de una manera reversible, dicha expresión, con su determinada performance,
siempre me produjo risa.
Hemos caído en la trampa de la superficialidad y de la
estupidez. Estoy indignado. Hoy me he levantado 15M, y he puesto una
foto con rostro serio. Hablamos de democracia real ya, urgente. Los sueños hay que gritarlos. La sociedad está idiotizada y deprimida. Por
supuesto que, como signo de la posmodernidad, vivimos en una sociedad líquida como nos dice Bauman, y que
hay que surfear con todo en revisión, sin ahogarnos. Está todo en construcción, somos hombres en construcción, mujeres en construcción. Está por hacer y es más
difícil, pero hay que intentarlo, y hay que gritarlo. Ahora decimos y repetimos que hay que
utilizar herramientas holísticas, globales, integrales pero resulta complicado encontrar personas que
las apliquen o las entiendan. Cuando vemos que incorporar la perspectiva de género
y un enfoque de masculinidades, a la raza, la edad, la diversidad, las
religiones, todo interseccionado en una crisis global, es un barullo desquiciante, y elegimos
disimular o deprimirnos. ¡Pues eso es idiota!.
Progreso, desarrollo, crecimiento… están en cuestión. Pues cuestionémoslos,
pero no seamos idiotas, ni superficiales. Abramos los debates. Como ya he dicho
que los sueños hay que gritarlos, yo salgo de ese particular armario, y digo: ni
soy tan idiota, ni tengo la culpa.
Usted me está buscando y no lo sabe. Mejor
dicho, la persona que usted busca, ignora que soy yo. Mejor dicho aún, intento de
mil maneras decirle que va a agradecer que usted me encuentre.
Todo se aprende, si quieres, le dedicas el esfuerzo
necesario, y desarrollas las potencialidades oportunas. Oponer un aprendizaje
que te motiva, y que desarrolla una actitud lúdica o divertida, a otro tipo que consiste en aprender con esfuerzo,
estudio, y el tiempo que se precise para lograrlo, es falaz. No se oponen. Grito mi sueño,
y digo que hay que disfrutar con el aprendizaje, disfrutar del tiempo que
lleva, del esfuerzo que supone con sus altibajos, de la profundidad y
satisfacción de llegar hasta el final.
El estereotipo sexista que dice que
las mujeres son multitarea y los hombres solo pueden hacer una cosa a la vez,
tiene muchas lecturas. En este caso lo traigo a colación porque algunos hombres, en vez de
aplicar los análisis complejos habituales para ellos a otros ejemplos como conflictos sobre conciliación, o alternar parte del trabajo con poner una lavadora, o ayudar a su hija en los deberes mientras revisan un informe, en vez de avanzar por ahí se
ha dado lo contrario.
La trampa de la superficialidad les ha hecho perder profundidad
con la dispersión de internet, por poner un ejemplo, han igualado por abajo. Y ha dejado sin resolver el problema
inicial de conquistar espacios domésticos, personales y afectivos
con la incorporación de la vertiente laboral o pública. Cada persona es distinta y en muchas de ellas es parecido.
Sigo gritando mi sueño. Hay que comunicar, construir
pensamiento, y buscar una profundidad intelectual. Y todo eso con todo
lo nuevo.
A quien le guste las variantes de la rebelión de las masas, tenemos
que salir del rebaño para aportar valor añadido al punto de conexión que
hagamos en la red. Dicho de otra manera hay que resaltar y gritar el
valor de la diversidad, activando la cooperación entre diferentes. Nos
podemos aprovechar de la conectividad de internet y de la aldea global. Dicho
de otro modo, no hay que gastar energía ni tiempo en eliminar los prejuicios,
puesto que eso es un parche igualmente superficial. Lo que hay que hacer
es resaltar los detalles, los matices, utilizar más aumentos del
microscopio, para visibilizar las combinaciones, las relaciones
interpersonales, el diálogo, la cooperación, en positivo… Así los
prejuicios saltan por los aires solos, o se diluyen. De esta manera la
perseverancia, la resiliencia , el esfuerzo estarán bañados por la alegría multicultural, como si fuéramos niños o niñas, ilusionados . La meritocracia así vendrá sola, será auténtica, no solo por la
apariencia de unos papeles.
Nos ha explotado en la cara la burbuja de la
apariencia y la superficialidad. Pero no somos tan idiotas, ni tenemos
la culpa. Por el camino de la superficialidad, como la tolerancia de las
drogas, cada vez nos seguirán pareciendo
muy complejas, cuestiones más sencillas. Es un proceso de debilitamiento y
dependencia. Sin embargo, si se cumpliera mi sueño, con esfuerzo, y con
optimismo, nos parecerían igual de sencillas, cuestiones con mayores grados de
dificultad. Y que nos parecieron complejas en otro momento. Es un placer ver a Amaia Valdemoro o Pau Gasol hacer jugadas complejas que parecen fáciles. Y por abajo, cada vez habrá mayores ahogamientos en vasos de agua si seguimos así.
Esta vez no
puede ser sin contar con las mujeres, con todas y con cada una. Y como
las dos caras de cada una de las monedas, también hay que contar con todos los hombres y con cada uno
de ellos, con cada uno de nosotros. Cambiando el mundo cambiando-nos, y ayudar
a otros hombres a cambiar-se surfeando
los cambios mientras cambia.
No va a ser fácil, ni cómodo ni en seguida, de momento es solo un sueño.
¿Gritas conmigo? ¿Surfeas conmigo?
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